Filosofía Medieval: Agustín de Hipona y Tomás de Aquino sobre Conocimiento, Dios y Ética

Filosofía Medieval: Pensamiento y Problemas Fundamentales

San Agustín de Hipona: El Problema del Conocimiento

En el ámbito del conocimiento, además del sensible, San Agustín destaca el conocimiento intelectual, que consiste en la captación de ideas con validez universal. Mediante este conocimiento se elabora el conocimiento científico, a través de la razón inferior, la cual informa al cuerpo y entronca con la mutabilidad. Su objeto es la ciencia del entorno físico, necesaria para satisfacer las necesidades del hombre.

Sin embargo, el alma no queda satisfecha con las ideas de la ciencia y el conocimiento intelectual. Por ello, se vuelve sobre sí misma y en su interior descubre verdades eternas e inmutables, que solo pueden tener su fundamento en un ser eterno: Dios. Por tanto, el objeto de esta sabiduría o razón superior es el conocimiento de Dios. Solo su conocimiento colma al alma de su ansia de verdad y felicidad.

Dios ha capacitado al alma mediante la iluminación divina. Es en la razón superior, que comunica con la divinidad, donde se produce esta iluminación. El conocimiento del hombre es, pues, previo y necesario para el conocimiento de Dios, porque, como afirma San Agustín: «si hallaras que tu naturaleza es mudable, transciéndete a ti mismo…, encamina tus pasos allí donde la luz de la razón se enciende».

El conocimiento auténtico exige que el hombre vaya más allá de sí mismo, que se autotranscienda, en un proceso que tiene tres momentos clave:

  • El apartamiento del mundo material.
  • La introversión o hallazgo de lo espiritual en el interior del alma.
  • El salto a la trascendencia, hacia Dios, que es la razón del mundo exterior y del interior.

Santo Tomás de Aquino: Problemas Filosóficos Clave

El Problema de Dios

En el ambiente del siglo XIII, el conocimiento de la existencia de Dios era algo aceptado como innato. Por ello, su existencia no necesitaba ninguna demostración. Sin embargo, Santo Tomás de Aquino, como un aristotélico convencido, sostuvo que el conocimiento empieza por los sentidos. En ellos, la existencia de Dios no se manifiesta de una manera vaga y confusa, sino que, aunque la existencia de Dios es evidente por sí misma, no es evidente para nosotros. Puesto que no es evidente para nosotros, es necesario demostrar la existencia de Dios.

Es posible demostrar la existencia de Dios si se sigue el camino correcto. El Aquinate estableció dos tipos de demostración: a priori (desde la causa al efecto) y a posteriori (desde el efecto a la causa).

Las cinco vías tomistas parten siempre de un hecho de experiencia que debe ser explicado de algún modo y que precisa la existencia de alguno de los atributos que todos adjudicamos a Dios. Las cinco vías son:

  • La vía del movimiento (cosmología).
  • La vía de la causalidad eficiente.
  • La vía de la contingencia y la necesidad.
  • La vía de los grados de perfección.
  • La vía de la teleología (orden y finalidad del universo).

Por ejemplo, Santo Tomás hizo la siguiente reflexión para la primera vía: hay cosas que se mueven. Todo lo que se mueve es movido por otro. Por tanto, debe haber un motor inmóvil, un primer motor al cual todos llamamos Dios.

A través de las vías anteriores, Santo Tomás descubrió a Dios como la causa de los seres finitos. No podemos conocer la esencia de Dios debido a la diferencia infinita respecto de nosotros, pero sí podemos conocer algunos de sus atributos mediante tres vías:

  • La vía de la negación (via negativa), por la que negamos de Dios las imperfecciones de las criaturas.
  • La vía de afirmación (via causalitatis), por la que podemos afirmar en Dios las perfecciones que hay en las criaturas.
  • La vía de eminencia (via eminentiae), por la que conocemos la infinita distancia entre Dios y las criaturas, atribuyéndole las perfecciones en grado sumo.

El Problema del Hombre

Santo Tomás rechazó el dualismo heredado de Platón y permaneció fiel a Aristóteles, defendiendo la composición hilemórfica del hombre. El ser humano es una sola sustancia compuesta de cuerpo y alma.

La naturaleza del alma viene determinada por el entendimiento. En cuanto ejerce la función de abstracción, lo llama entendimiento activo; y a la esencia extraída que queda impresa en el entendimiento, la denomina entendimiento pasivo. Cuando comprendió que el entendimiento agente es inmaterial pero también individual, afirmó la inmortalidad del alma.

El alma tiene que ser espiritual porque ejerce una función intelectual que no puede entenderse sin la inmaterialidad. Por ello, cuando el cuerpo muere, el alma no puede seguirle en su disolución precisamente por su carácter inmaterial e incorruptible.

El Problema de la Ética

Santo Tomás entendió que el fin último del hombre es la felicidad y que esta no puede consistir en el placer. La felicidad ha de residir en el ejercicio de la actividad más noble y elevada del hombre para dar cumplimiento a su naturaleza.

La razón es la capacidad más elevada del hombre porque le distingue de los demás seres. Por tanto, la felicidad consistirá en el desarrollo de la actividad racional, es decir, la contemplación. El objeto más elevado de esta contemplación es Dios, el fin último del hombre o la visión beatífica de Dios. Para Santo Tomás, el alma racional también activa nuestras facultades vegetativas y sensitivas.

La ley natural es la participación de la ley eterna en la criatura racional. Esta ley natural se manifiesta en unas inclinaciones o disposiciones que la razón capta como buenas. Dios creó el mundo y los seres racionales de acuerdo con su ley eterna. Esta ley eterna nos imprime la ley moral.

Dios ha querido que los hombres tengan libertad y que cumplan las facultades naturales que les concedió. No pedirá a los hombres más de lo que pueden hacer de acuerdo a su naturaleza.

La ley natural incluye preceptos de distinto grado o nivel:

  • El precepto de conservación, común a todos los seres (ej. la vida).
  • El precepto de procreación y educación de los hijos, común a los animales.
  • El precepto social, natural al hombre (ej. vivir en sociedad, buscar la verdad, conocer a Dios).

Estos preceptos son, pues, evidentes y universales. Son preceptos inmutables, aunque pueden descubrirse nuevos deberes o derechos derivados de la propia ley natural. La ley natural permite que se apliquen de forma diferente en cada comunidad. Las leyes positivas deben derivar de la ley natural y, además, la concretan.

El Problema Sociopolítico

Santo Tomás entendió que la monarquía era la forma perfecta de gobierno porque es natural al hombre vivir en sociedad, y el cuerpo social no puede alcanzar el bien común si no es dirigido. Sin embargo, se apartó de una visión idealizada de la monarquía en dos aspectos importantes: Santo Tomás insistió en los peligros de que la monarquía se convirtiera en tiranía, y defendió la subordinación del poder temporal al espiritual en cuestiones de fe y moral.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *