El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso

El vitalismo de Nietzsche:


  La filosofía de Nietzsche es una filosofía difícil y compleja. Esto es así por los temas que se plantea y por la forma de analizarlos. Nietzsche no es un pensador irracional, sino que busca ampliar el propio concepto de razón, y esto lo hará profundizando y radicalizando determinadas tradiciones filosóficas como son la cartesiana y la kantiana. Esta profundización le hace descubrir la interpretación como método filosófico; con este descubrimiento contribuye en lo que posteriormente se ha llamado transformación hermenéÚtica de la filosofía. Nietzsche reconoce el carácter interpretativo de la vida, lo que le llevará a una filosofía hecha desde la vida;
la filosofía no puede dejar al margen temas tan importantes como el cuerpo o el lenguaje. La vida es devenir pero nos hemos negado a reconocerlo por miedo, pues la vida es sufrimiento. Toda la cultura occidental es un autoengaño, un montaje y una ilusión para hacernos soportable la vida. Nietzsche plantea estas ideas a partir de su interpretación del mundo griego. La filosofía ha dividido el mundo en dos, uno aparente y otro verdadero, y ha dado más valor al considerado verdadero; pero resulta que el único mundo real es el aparente. Toda la cultura occidental se ha vertebrado sobre esta distinción, sobre este error, por lo que la tarea que se impone es la de una transvaloración.
El desarrollo de la moral ha ido unido al de la cultura. Por este motivo, la moral se ha opuesto a la vida y a los instintos vitales. La moral occidental es una moral antinatural y antivital. Nietzsche lleva a cabo una genealogía de la moral, es decir, una indagación sobre los orígenes de los sentimientos morales. El origen de la moral occidental es el resentimiento contra la vida.

La crítica de Nietzsche a los filósofos:


En el apartado del Crepúsculo de los ídolos, Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una
fábula. Historia de un error,
Nietzsche hace una interpretación de la historia de la filosofía occidental,
que divide en seis momentos fundamentales, desde su posición filosófica. El sentido de esa
interpretación lo señala el mismo Nietzsche en la frase que antecede al título: Cómo el mundo
verdadero acabó convirtiéndose en una fábula. Por mundo verdadero se entiende aquí el mundo
inteligible, aquel orden o estructura que la razón descubre como necesario, que funda y se expresa en el
mundo aparente, en el mundo que aparece a los sentidos.. Tal mundo verdadero es en Platón el
mundo de las ideas, Dios o el ser necesario en el cristianismo o el mundo nouménico en Kant; frente al
mundo aparente, el mundo sensible platónico, el ser creado o contingente cristiano y el mundo
fenoménico kantiano. Acabó convirtiéndose en una fábula, en una descripción fantástica, inventada,
falsa, que oculta la verdad. El contenido es la Historia de un error: Ese mundo verdadero ha sido el
objeto central de la investigación filosófica desde Platón, por eso la historia de esa investigación es la
historia de un error, del error más largo y peligroso de toda la historia de la humanidad.
El primer momento de esta historia lo representa Platón, quien con su teoría de las Ideas lo formuló,
inventó, por primera vez: El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, – él vive en
ese mundo, es ese mundo. El mundo de las ideas p0latónico es sólo asequible al sabio, al verdadero
filósofo. A aquel que es capaz de desprenderse de los sentidos y centrar su investigación en lo
inteligible, hasta alcanzar la contemplación de las Ideas, su orden jerárquico y su culminación en la Idea
de Bien. Precisamente porque la actividad del sabio culmina en la Idea de Bien, su saber es teórico
sabe el qué, el por qué y el para qué de lo que es o existe y práctico sabe el cómo debe actuar en la
vida pública y privada-. De ahí la afirmación de que el sabio es también el piadoso, el virtuoso y la de
que él vive en ese mundo; aún más, es ese mundo, porque lo ha inventado él, construyéndolo a su
imagen y medida.
El platonismo es la forma más antigua de la Idea, su primera formulación, todavía fresca, juvenil,
ingenua, consecuencia del recién nacido hombre teórico, y por lo mismo relativamente inteligente,
simple, convincente. Transcripción de la tesis yo, Platón, soy la verdad El platonismo aparece como
el primer dogmatismo tanto ontológico como axiológico de la historia de la filosofía coherentemente
formulado.
El segundo momento lo representa el cristianismo, que da forma religioso-teológica a ese mundo: ese
mundo es Dios, y las Ideas, las Ideas de Dios. Ahora ese mundo ya no es asequible, sino sólo prometido
al pecador que hace penitencia, el penitente representa al sabio cristiano: El mundo verdadero,
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inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso (al pecador que hace
penitencia).
Más explícitamente: en este segundo momento se trata de la versión cristiana del platonismo, que
Nietzsche interpreta como una vulgarización del mismo. El ideal del sabio platónico sólo es alcanzable a
muy pocas personas, por eso, al generalizarse, ya no es alcanzable al sabio, al piadoso, al virtuoso, sino
solamente prometido. ¿Pero cómo puede generalizarse la sabiduría? Entendíéndola de otra manera,
el sabio no es ahora el sabio teórico, sino el pecador que hace penitencia, el que conoce la maldad del
cuerpo y la debilidad humana y por ello desprecia la temporalidad e inconsistencia de la vida terrena,
cifrando todas sus esperanzas en otra vida mejor, que ha de venir tras la muerte. Quien es capaz de ver
que vale la pena renunciar a esta vida terrena y hace penitencia para ganar la otra vida es el sabio.
Progreso de la Idea. El mundo de las ideas de Platón era una invención, pero fruto del reciente
descubrimiento de la razón, consecuencia de explotar el juego de la razón en su primera aparición. De
ahí el carácter convincente de su formulación, anteriormente citado, pero ahora, después de siglos, para
poder mantener y generalizar su creencia, se hace necesario apoyarla en la fe sobrenatural, y la fe,
precisamente por serlo, no puede destruirse con un argumento racional, por eso se hace más capciosa,
más inaprensible; y añade:se convierte en una mujer, se hace cristiana. Nietzsche entiende el papel
de la mujer como secundario respecto del hombre Dos cosas quiere el hombre auténtico, dice en Así
habló Zaratustra
: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, como el más peligroso de los juguetes. El
hombre debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero: todo lo demás es
tontería. Por ello, quizá, entiende él que el hombre sano es claro, Franco y espontáneo, la mujer, por el
contrario, es enigmática, con doblez y rebuscada (dado que éste es su único modo de obtener el poder
que directamente se le niega). El cristianismo es así frente al platonismo: frente a la franqueza, claridad
y espontaneidad de éste, el cristianismo se esfuerza en mantener la fábula con artilugios no controlables
(Dios Padre y providente), enigmáticos, que ocultan su verdadera intención, complicando la cuestión
con una mediación no atacable racionalmente, la fe,
El tercer momento lo protagoniza Kant. El montaje es ya en el Siglo XVIII insostenible, la Ilustración
comienza una crítica implacable, aparecen las primeras formas de materialismo. Kant pretende
apuntalarlo: el mundo verdadero es ahora lo nouménico, que desde su teoría del conocimiento es por
definición incognoscible y, por tanto. Inasequible, indemostrable, imprometible, pero por lo mismo
imposible de ser negado y denunciado como falso. Sin embargo, por otra parte, aunque incognoscible,
debe poder ser pensado sin contradicción, dice Kant, para desde ahí abrir un nuevo camino al mundo
verdadero protegido de las críticas del conocimiento, es el ámbito de la moral. De la moral que se
expresa en imperativos (un imperativo), que deben cumplirse por deber (una obligación) y que
postulan la inmortalidad y Dios, por tanto un consuelo. En el fondo…, tiene la misma intención que
en los momentos anteriores, ahormar la vida del hombre según unos preceptos que le transcienden y le
obligan sometíéndolo, bajo el señuelo de la esperanza en una vida mejor (el viejo sol): pero, en tanto
que incognoscible, visto a través de la niebla y el escepticismo. Es el mundo verdadero en su forma más
disimulada, más tenue y sutilizada, vista entre las brumas y la pálida luz del Báltico, del norte de Europa,
de Königsberg, patria de Kant (La idea, sublimizada, pálida, nórdica, königsberguense).
El cuarto momento lo representa el positivismo que niega la metafísica y, por tanto, el mundo
verdadero. El positivismo de A. Comte considera la metafísica como algo superado que corresponde a
una etapa histórica anterior, sólo aceptable como paso a la era científica o positiva. La pretensión de
conocer las cosas en sí debe ser rechazada por imposible (La única máxima absoluta que hay, dice
Comte, es que no existe nada absoluto) – esa pretensión es un proyecto inalcanzado-; el saber
consiste en establecer las relaciones existentes entre los hechos o fenómenos, el saber científico;
pretender ir más allá no consistiría sino en una invención mítica consecuencia de la ignorancia
desconocido -. Y es desde la ciencia desde donde pueden determinarse normas de conducta
adecuadas (saber para prever, prever para saber, es su máxima), de ahí el carácter inobligante de la
moral metafísica de la tradición filosófica. Ha pasado la larga noche que se inició con el platonismo, pero
todavía permanece su huella, las brumas de la razón positivista (mañana gris). De todos modos es el
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despertar de la humanidad después de dos milenios de ensueño (primer bostezo de la razón). El
positivismo anuncia un cambio de actitud, un modo de enfrentarse terrenalmente a la vida (canto del
gallo del positivismo).
El quinto y sexto momento lo representan la obra de Nietzsche: En el quinto se decide la eliminación de
ese mundo verdadero, es el reconocimiento de la muerte de Dios, de ese Dios que nos atenazaba y
nos manténía en la noche de nuestra propia negación. La humanidad ya puede ver con claridad (día
claro), recuperar la vida tras el sueño (desayuno), liberarse definitivamente de la locura de milenios
(retorno del buen sentido) y volver a reír espontáneamente (y de la jovialidad) sin prejuicios ni
vanos temores. La gran mentira ha sido finalmente desenmascarada para vergüenza de sus inventores y
divulgadores (rubor avergonzado de Platón); se han superado las tabas que amenazaban y
encadenaban a los hombres fuertes y éstos actúan ya en ejercicio de su libertad, desarrollando todas
sus potencialidades (ruido endiablado de todos los espíritus libres). En el sexto se exponen las
consecuencias que de la muerte de Dios se siguen: a) al eliminar el mundo verdadero se elimina también
su opuesto, el aparente, ¿qué queda?, el mundo terreno, el único que hay; b) el asumir con todas sus
consecuencias esa verdad abre el camino para el Superhombre. De ahí que esa eliminación suponga la
plena luz (mediodía) y su aceptación por el hombre el punto culminante de la humanidad; Íncipit
ZARATHUSTRA (comienza Zaratustra). Es el momento del mensaje de Zaratustra, que anuncia el
superhombre como sentido de la tierra. Instante de la sombra más corta. No se habla del final de la
sombra (recuérdese que Platón en el mito de la caverna entiende el mundo sensible como sombra del
inteligible), sino del instante de la sombra más corta. ¿Cómo interpretarlo? Se ha superado la
diferencia ontológica entre verdadero y aparente, entre ser y sombra, pero parece no quedar más
remedio que pensar, aunque desde otra perspectiva, la diferencia entre Voluntad de poder que juega
creando y destruyendo y las figuras que crea y destruye mediante cuyo devenir es Voluntad de poder.

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