El hombre como ser histórico filosofía

Razón histórica:


La razón vital conduce invariablemente a la razón histórica, puesto que la vida es esencialmente cambio e historia.
La razón histórica tiene como objetivo permitirnos comprender la realidad humana a partir de su construcción histórica y de las categorías de la vida; con ella podemos superar las graves limitaciones de la razón físico-matemática propuesta en la modernidad. La filosofía tradicional había defendido la existencia de la naturaleza humana, de un núcleo fijo, estático y esencial, y por lo tanto había entendido al hombre en términos semejantes a las cosas del mundo (en términos substancialistas). El concepto de razón pura y matematizante típico de la modernidad es la culminación de este punto de vista, pero, señala Ortega, este tipo de racionalidad ha tenido un éxito relativo pues con ella se han cumplido los ideales técnicos de la modernidad aunque no los morales y existenciales. La razón básica de este fracaso se debe a que esta idea de racionalidad típica de la Edad Moderna es adecuada para aprehender las cosas, pero no propiamente la realidad humana, pues el hombre no es una cosa más del mundo, ni tiene naturaleza ni un ser estático, sino temporalidad e historia. Ortega describe dos formas de dar cuenta de la realidad: explicamos una cosa cuando descubrimos las leyes cuantitativas a las que se somete; esta forma de comprensión es legítima cuando se aplica a los hechos y a las cosas, pero no cuando intentamos dar cuenta de los asuntos humanos. Entendemos algo cuando captamos el sentido presente en dicha realidad, y es esta la forma de comprensión adecuada para dar cuenta del mundo humano: el mundo humano no consta de hechos sino de sentidos. El sentido o significación de una acción o asunto humano se hace inteligible cuando lo relacionamos con las creencias, valoraciones, sentimientos y proyectos del individuo, grupo o comunidad en el que aparece dicha acción o asunto; la razón histórica es precisamente el instrumento que debemos utilizar para comprender los sentidos de la existencia humana. Para ello, la razón histórica se ha de referir a dimensiones del vivir como los sentimientos y proyectos del individuo o colectividad que queramos estudiar, y a las categorías, creencias y esquemas mentales que cada individuo, grupo o cultura ha utilizado para dar un sentido a su vida y enfrentarse al reto de la existencia. La razón histórica utiliza igualmente los recursos interpretativos que nos permite el enfoque historicista: el análisis de la biografía, la teoría de las generaciones y la comprensión de las distintas épocas que constituyen nuestro pasado y determinan nuestro presente.

Ideas y creencias:

Como acabamos de decir, la razón histórica recurre a las creencias, valoraciones y sentimientos para comprender la realidad y la existencia humana. Cuando se quiere comprender a otro hombre, sea contemporáneo nuestro o de una época pretérita, lo que hacemos es intentar averiguar sus ideas, su forma particular de orientarse en el mundo y de responder a sus deficiencias. Ortega distingue entre “ideas” propiamente dichas y “creencias”. Las ideas son aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes; esto es, las ideas las tenemos y las discutimos y hasta incluso las podemos abandonar si alguien nos convence (por ejemplo puedo pensar que las dos últimas horas del viernes corresponden al tiempo de descanso del fin de semana y puedo discutir eso con mis compañeros y compañeras que piensan que forman parte del horario semanal dedicado a trabajar , incluso, puedo decidir asistir a clase durante esas horas). Sin embargo, si las ideas las teníamos, en las creencias estamos, las creencias son una clase especial de ideas que tenemos tan asumidas que no tenemos ni siquiera necesidad de defenderlas porque vivimos inmersos en ellas.. De este tipo es la convicción de que en vacaciones no se debe coger un libro y, debido a ella, vivimos alegremente el período vacacional dejando que nuestro material acumule polvo en las maltrechas solapas. Sin embargo, sin por algún motivo (profesor) desgraciado hubiera que abrir un libro para trabajarlo, nos parece que eso traiciona profundamente el sentido de nuestra vida. Ocurre algo similar cuando estamos enfermos: no somos conscientes de que tenemos cabeza hasta que nos duele. (Que nadie se ofenda, se trata de una forma de hablar…)

Teoría de las generaciones:

La preocupación por la historia hace que Ortega elabore en su obra En torno a Galileo la que se conoce como su teoría de las generaciones. El filósofo madrileño se preocupa por aceptar la división tradicional de la historia en diferentes “edades”, pero sobre todo le interesa como dentro de esas edades se articula el concepto de generación. Las generaciones son las moléculas de la historia, son la respuesta de la sensibilidad vital frente a la realidad. Cada época tiene una forma de vida (creencias, ideas…) que dura un tiempo determinado (15 años marcan la separación entre una y otra generación, aunque la exactitud de la predicción es lo de menos). Durante cada momento coexisten varias generaciones: una ya caduca, que está representada por los sectores más mayores, otra en su pleno apogeo, la de las personas que controlan las instituciones y la vida cultural, y otra emergente formada por los más jóvenes. El papel de los jóvenes es en general aceptar lo recibido por la generación anterior y transformar de alguna forma las enseñanzas recibidas para hacer que el progreso fluya. La generación es el concepto que sirve a Ortega como eje interpretativo de la historia, de hecho el filósofo defendía que había más cosas en común entre dos miembros de la misma generación, aunque fuesen política y estéticamente opuestos, que entre dos personas teóricamente afines pero pertenecientes a distintas generaciones. Cada generación reúne a la masa y a una élite. La élite significa la creatividad, la libertad, tiene la misión de dirigir a las masas y por supuesto a las masas les interesa si quieren verdaderamente progresar obedecer a la élite. Ortega piensa que en su tiempo las masas se han rebelado (La rebelión de las masas es una de sus obras más conocidas) y no quieren obedecer a las élites Ese avance que Ortega exige a la historia no se da siempre con la misma velocidad, en ocasiones se avanza más rápido , en ocasiones menos, incluso en ocasiones alguna generación dilapida las enseñanzas más valiosas y constituye un verdadero retroceso, sin embargo la tendencia general de la historia es la de avanzar. De tanto en tanto alguna crisis más gorda hace que el mundo se quede sin creencias ( o por decirlo de algún modo, que el hombre se quede sin mundo) y tenga que empezar de nuevo desde una desorientación considerable (Nihilismo). Esos períodos son de actividad frenética ( por ejemplo el paso de la Edad Media al Renacimiento).

Concepto de Filosofía:

No podemos concluir sin dedicar un apartado, aunque sea muy breve, a su concepción de la filosofía. En la obra titulada ¿Qué es filosofía?, publicada en 1958, define esta disciplina como “el estudio radical de la totalidad del universo”. El filósofo madrileño fue siempre consciente de la importancia de la historia de la filosofía anterior a él y recogíó inporantes influencias de Kant, Hegel, Nietzsche, Husserl (fenomenología), Dilthey (historicismo y reflexión sobre la vida) y Heidegger (revisión de la ontología tradicional). Por eso nunca huyó de los problemas tradicionales de la metafísica anterior y su concepto de la filosofía se relaciónó siempre con el intento a veces desesperado del ser humano por descubrir la verdad original que se esconde detrás de las cosas,como si esa pretendida verdad fuera algo que la filosofía va des-velando (en el sentido de quitar un velo), pero siempre quedara algo por detrás que nos mantuviera inquietos, como si nunca llegásemos a arrancar todos esos “velos ” a la realidad que se nos oculta. Filosofía es por tanto inquietud ante el mundo. Filósofo es quien quiere saber qué hay detrás de las cosas y utiliza conceptos para aclararse, sabiendo que esos conceptos están influidos por nuestras circunstancias, por nuestra historia. Aunque un filósofo es lo contrario de un miístico, que no utiliza conceptos sino imágenes o visiones (al modo de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, por ejemplo).La vida es la realidad radical, dentro de la cual se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega, una cosa, pero tampoco un espíritu. En rigor, no «es», propiamente hablando, nada: es un hacerse a sí misma continuamente, un «autofabricarse». La vida de cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre circunstancias haciéndose a sí misma y, sobre todo, orientándose hacia su propia mismidad, autenticidad o destino.

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