Ejemplos de principio de causa y efecto

(En platón las cadenas son los sentidos, los sentidos nos encadenan a la ignorancia) Cuando dice que el sol no los encandilaría, es sin la vista, es con la razón, porque si usa solo la razón ya está liberado de los sentidos. La piensa a la idea del sol. Llego a la verdad usando solo la razón para conocer la realidad. Se puede comparar la caverna con la televisión

Platón + razón -sentidos

Hume + sentidos. Ahora percibo con mis sentidos porque me ves y escuchas ahora, desp q pasa la sensación queda algo en vos, eso queda guardado en mi inteligencia, ideas, una impresión debilitada, un simple recuerdo que queda almacenado en la inteligencia. Lo único real y verdadero es el ya, lo que sentís ya, desp ya no se si existe porque es un simple recuerdo y no lo escuchas, no lo sentís. Costumbre o habito, yo afirmo que algo vuelve a  caer después de tirarlo para arriba porque me cree un hábito, pero lo puedo afirmar recién cuando vuelve a caer, porque lo único real es lo que percibo ya. Las bellas artes se basan más en los sentidos, porque el artista expresa un sentimiento en una obra de arte.

Descartes + razón. La ciencia se inclina para el lado de la razón en vez de para los sentidos. Estudia una teoría general y después la aplica. La matemática también priorisa más la razón.


RENÉ Descartes
MEDITACIONES METAFÍSICAS

    Dice que todo lo que ve es en realidad falso, que el es solo un espíritu y su cuerpo, movimiento, lugar y figura son ficciones de el. ¿Y que es él si todas esas cosas no son reales? Puede o no haber alguien que le pone esos pensamientos. Dice que por el hecho de haberse convencido de todas esas cosas existe, por haber pensado en ellas, que si es engañado por alguien muy poderoso es porque piensa, que siempre que lo piense existe.
    Pero dice que solo es algo que piensa, si deja de pensar no sería nada. Ya que es, solo un espíritu, entendimiento o razón.
    Pero también puede imaginar, aunque eso que imagina sea falso. El es el que ve la luz, escucha un ruido y siente calor, y también, aunque para él sea falso, le parece que ocurre. Y eso se llama sentir que no termina siendo otra cosa que pensar. Esto resalta el poder del pensamiento racional. Con esta meditación se muestra la verdad absoluta.

I. EL MÉTODO (Pasos para llegar a la verdad)
REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU (SELECCIÓN)

I. Uno debe estudiar para formular juicios firmes
II. Solo hay que hacerlo de aquello que seremos capaces de alcanzar.
III. Se debe investigar, no lo que los otros hayan pensado o nosotros sospechamos, sino lo que podamos intuir con claridad y evidencia porque no se adquiere la ciencia de otro modo.

IV. El método es necesario para la investigación de la verdad.
V. Todo el método consiste en el orden y la disposición de aquellas cosas hacia las cuales es preciso dirigir la agudeza del espíritu para descubrir alguna verdad. Si reducimos las proposiciones complicadas y oscuras a otras más simples, y, partiendo de la intuición de las más simples, intentamos ascender por los mismos grados al conocimiento de todas las demás.
VI. Para distinguir las cosas más simples de las complicadas e investigarlas, conviene observar cuál es la más simple, y cómo todas las demás están más o menos o igualmente alejadas de ella.
VII. Para completar la ciencia hay que examinar con un movimiento continuo y no interrumpido en ninguna parte del pensamiento cada una de las cosas que se relacionan con nuestro propósito y abarcarlas en una enumeración suficiente y ordenada.
VIII. Si en la serie de las cosas que debemos investigar, se presenta alguna, cuya intuición nuestro intelecto no puede alcanzar suficientemente, conviene detenerse ahí; no hay que examinar lo que sigue, sino abstenerse de un trabajo superfluo.


III. LA DUDA. Los principios de la filosofía I.

1. Para investigar la verdad es preciso dudar de todas las cosas, una vez en la vida

2. Es útil considerar que son falsas las cosas que te parecen dudosas. Para él, por ser dudoso ya es falso. (Así muy pocas cosas serían verdaderas)
3. No debemos servirnos de esta duda en la conducta de nuestras acciones. Porque así no llegaría a hacer nada, si en cada cosa me tengo que someter a la duda se me pasa la posibilidad de hacer, dudaría si puedo mover la mano para abrir la puerta, si tengo la fuerza necesaria, si después voy a poder entrar…
4. Se puede dudar de la verdad de las cosas sensibles. Los sent no me pueden dar la verdad porque si me engañaron una vez (Creo que una persona que veo es alguien que en realidad no es), nadie me garantiza que ahora no lo hagan
5. Por qué se puede dudar también de las demostraciones matemáticas. Quiere decir dudar de los hombres que hacen la matemática, porque el hombre se puede equivocar pero la matemática es exacta.
6. Que tenemos un libre albedrío que hace que podamos abstenernos de creer las cosas dudosas e impide así que caigamos en el error.


David Hume (se basa en los sentidos)

ENSAYOS FILOSÓFICOS SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO (SELECCIÓN).

I. EL ORIGEN DE LAS IDEAS


      Lo que percibimos se divide en dos clases: las ideas o pensamientos que son percepciones menos fuertes y vivas, y la segunda, son las “impresiones” que son las percepciones más fuertes, como las del oído, vista, tacto, amor, odio, deseo o de la voluntad.
Cuando yo siento al frío con el tacto es una impresión, pero si sacó la mano la sensación se va, y es ahí cuando yo formo la idea, ya que cada idea viene de una impresión o son copias ellas.
Siempre que se analice una idea, esta se resolverá con ideas simples, copiadas de algún sentimiento o sensación que le corresponda. Si alguien dice que esto no es así solo hay que pedirle que de un ejemplo de una idea que no provenga de ninguna sensación o sentimiento.
También, si alguien está privado de algún sentido, de alguna impresión, tampoco tendrá la ideas que provienen de él. O sea, un ciego no tiene la noción de los colores, y el sordo no la tiene de los sonidos, pero solamente si lo son de nacimiento.
Todas las ideas, en comparación con las sensaciones, tienen algo oscuro, en especial las ideas abstractas. Con haber usado muchas veces una palabra ya te convencés de que está unida a una idea determinada. En cambio, las impresiones nos afectan de una manera fuerte y viva, ya que es muy difícil engañarse de ellas. Por eso, cuando a un término filosófico no le encontramos sentido nos tenemos que preguntar qué impresión debe su origen. Y así, si no se la encontramos, probamos que nuestra sospecha era correcta.

II. CRÍTICA DEL PRINCIPIO DE CAUSALIDAD

Todos los objetos de investigación de la razón humana se dividen en dos clases; la primera comprende las relaciones de ideas (que aunque no estén presentes se pueden descubrir por operaciones) y la segunda las cosas de hecho (Si no tengo evidencia, no es real). En la primera están todas las proposiciones de geometría, álgebra y aritmética, todas las que son intuitiva o demostrativamente ciertas. Se descubren por simples operaciones que pensamos, y no dependen de las cosas que existen en el universo. Aunque no hubiese un triángulo en la naturaleza, los teoremas igual conservarían su evidencia y verdad.
Pero, si no se establece así la certeza de las cosas de hecho: es de una naturaleza distinta. Siempre es posible lo contrario de cada hecho. El sol saldrá mañana, y el sol no saldrá mañana, son dos proposiciones inteligibles y tan poco contradictorias una como la otra. No tendría sentido demostrar que es falsa la segunda; si se demostrara falsa, implicaría contradicción, y el espíritu nunca se la podría representar de un modo distinto.
Así pues, si hay una evidencia que nos certifica que lo que existe es real, y en ella se apoyan unas cosas de hecho que no son, ni presentes a los sentidos ni registradas en la memoria, su naturaleza es un objeto muy propio para excitar nuestra curiosidad.
Parece que todos los razonamientos que hacemos sobre las cosas de hecho tienen como fundamento la relación de causa y de efecto. Ya que es la única que nos puede llevar más allá de la evidencia de los sentidos y de la memoria. No

hay ni un caso en el que el conocimiento de la relación entre la causa y efecto se obtenga antes de la experiencia.
Esta proposición no es la razón, es la experiencia.
Pero cuando se trata de cosas con los que estamos familiarizados desde que nacemos no nos parece tan evidente, pero que se relacionan con el curso de la naturaleza. Nos creemos capaces de descubrir estos efectos solo con la razón, sin la experiencia; y pensamos que aunque aparecíéramos en el mundo ahora, podríamos juzgar que si una bola choca contra otra, la haría moverse. Ésta es la influencia de la costumbre, nos oculta nuestra ignorancia natural.
Supongamos que, con un objeto, tenemos que determinar, sin ninguna experiencia anterior, el efecto que debe producir. No ve otra cosa a hacer que imaginar cualquier acontecimiento al azar y darlo como efecto de la causa propuesta. Ni la investigación más exacta nos pueden hacernos leer un efecto en su causa supuesta; porque el efecto es distinto de la causa. El movimiento de la segunda bola es un acontecimiento distinto del movimiento de la primera, y no se encuentra nada en uno que pueda sugerir la idea del otro.
Si una bola que se mueve en línea recta para ir a chocar con otra que está en reposo, el supone, que el efecto del contacto será un movimiento en la segunda bola; y pregunta si no podía haber concebido otros cien sucesos distintos, que también podían resultar de esa causa. Las dos podrían quedarse en reposo, o una volver en línea recta. Estas suposiciones no son absurdas ni inconcebibles, entonces ¿Por qué adoptaríamos una con en vez de otra? Podemos argumentar a priori tanto como queramos, pero nunca podremos dar razón de esta preferencia.

Todos los efectos son acontecimientos distintos de su causa, no se puede percibir en ella y las ideas que formamos de el a priori serán arbitrarias. Entonces no hay ni un solo caso en el que se puedan determinarse los acontecimientos sin la experiencia.
Con nuestros sentidos conocemos el color, peso, etc. Pero ni los sentidos ni la razón nos enseñan las cualidades que hacen al pan un alimento apropiado para la conservación del cuerpo.
En casos como el movimiento, esperamos efectos parecidos a los que ya  experimentamos.
Si nos dan algo que se parece por color y consistencia al pan que ya comimos otras veces esperamos el mismo alimento y sustento. No se percibe ninguna relación entre las cualidades sensibles y que tan apropiado es el alimento.
La experiencia previa da testimonio para objetos y tiempo determinados en el que se juzgó. No se la puede transportar a otros tiempos u objetos.
“Yo siempre he encontrado este objeto seguido de este efecto”, es muy diferente de, “yo preveo que todos los demás objetos que se parecen por sus apariencias tendrán efectos parecidos.” La relación de las dos proposiciones no es intuitiva; pero si el espíritu que la razónó.


Ensayo quinto I.

Aunque se concluyó que, razonando a partir de la experiencia, el espíritu sigue un camino que no sale de ningún argumento ni operación del entendimiento, este descubrimiento no afectará a los razonamientos fundamentales en los que se apoyan nuestros conocimientos. Si el camino no está fundamentado en unos argumentos en forma, es necesario que lo esté en algún otro principio que tenga tanto peso y autoridad como la argumentación, y cuya influencia dure tanto como la naturaleza del hombre. Este principio es la costumbre o hábito. Cuando se repite un acto frecuentemente, decimos que es efecto de la costumbre.

Puede que sea imposible hallar la causa de esta causa, y vamos a tener que aceptarlo. Tenemos motivo para estar satisfechos de haber podido llegar hasta ahí, y estaríamos equivocados si murmurásemos contra nuestras capacidades, porque son limitadas para dejarnos llegar más lejos.

Pero siempre es seguro que adelantamos una proposición muy entendible, cuando decimos que después de observar la relación constante de dos cosas, del calor, por ejemplo, con la llama, el hábito nos determina a concluir la existencia de una de estas cosas cuando la otra existe. Por eso concluimos de mil casos lo que no podríamos concluir de un caso único, aunque fuese el mismo en todo aspecto. La razón no varía así: las conclusiones que la razón saca de la consideración de un círculo son las mismas que sacaría después de haber considerado todos los círculos que hay en el universo, pero nadie, después de ver un solo cuerpo moverse después de ser golpeado por otro, afirmaría que todos los cuerpos se pondrían en movimiento con un choque parecido. Así, ninguna deducción experimental viene del razonamiento; nacen todas de la costumbre.

La costumbre es la guía principal de la vida humana, hace útiles nuestras experiencias, mostrándonos algo que puede pasar semejante al pasado. Sin ella, lo que conoceríamos en las cosas de hecho no se extendería más allá de la memoria y de los sentidos; nunca sabríamos cómo adaptar los medios a los fines, ni cómo emplear nuestras facultades naturales para producir lo que fuera; toda nuestra actividad y la parte más interesante de nuestras especulaciones se reducirían finalmente a nada.

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