Diferencia entre virtudes éticas y dianoeticas


La Virtud (areté) es considerada por Aristóteles como una especie de segunda naturaleza artificiosa (hábito) que ayuda al hombre a alcanzar los distintos bienes y fines para los que está capacitado,(la felicidad) y así parecerse lo más posible a Dios.
distingue entre virtudes dianoéticas, y virtudes prácticas.
Las virtudes dianoéticas o intelectuales serían las que más nos asemejasen a Dios, pues a través de ellas nos acercamos más a su inmovilidad.
El Conocimiento teórico (la sabiduría y la ciencia) se adquieren por aprendizaje y experiencia, y versa sobre lo Universal y necesario Según Aristóteles, nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos.Cada órgano de los sentidos externos reflejaría las cualidades de los objetos, desembocando en el sentido común interno.Estos datos formarían parte del entendimiento pasivo, pero sólo se organizarían gracias a la actividad del entendimiento agente, que por abstracción, separaría la forma esencial (sustancia segunda
) de los demás datos accidentales de los individuos (que son la sustancia primera
). De esta manera Aristóteles pretende superar la concepción platónica de las Ideas, destacando los universales más próximos (la especie) frente a los más genéricos y abstractos que resaltaba Platón.Para Aristóteles el alma es la forma (funcional) del cuerpo [,pero el entendimiento agente también es separable del cuerpo, del mismo modo que la forma es disociable de la materia].
Entre las virtudes prácticas cabe diferenciar las productivas (facere) y las éticas y políticas (agere), destacando la prudencia que, más que una virtud, sería el acompañante racional de las virtudes prácticas, que permitiría particularizar lo universal, o racionalizar la práctica concreta. Por eso sería la virtud más difícil de alcanzar, y de la que dependería el acertar en los comportamientos éticos, a la hora de escoger el término medio entre el exceso y el defecto viciosos; o a la hora de acertar en la actividad política, dando a cada clase lo suyo, para que la ciudad viva con Justicia y/o estabilidad, y así poder persistir, imitando -por mediación de los demás – la felicidad y autarquía divina.
En el campo de la Política, considera Aristóteles que el hombre es un ser sociable por naturaleza, pero dicha naturaleza no basta para que pueda vivir de manera estable, virtuosa (justa) y feliz. Para ello precisa perfeccionarla artificiosamente viviendo en la ciudad y conservarla a través del hábito de la virtud. Fuera de la ciudad sólo caben las bestias bárbaras o Dios (que no precisa amigos). El hombre, por el contrario, precisa de la mediación de los demás para realizar o actualizar sus potencialidades racionales que estaban en potencia en la familia y la tribu.
Ante la imposibilidad de llevar a cabo los proyectos platónicos de una ciudad perfecta, Aristóteles analizó 158 constituciones políticas para tratar de averiguar cuáles serían las más justas,consideró que había tres justas (que miran por el bien común) y tres injustas (que miran por bienes particulares), y entre las que se podría establecer un proceso cíclico: de la Monarquía degeneraría en Tiranía, contra la que se levantaría la Aristocracia;
Al cerrarse en un clan se deslizaría hacia la Oligarquía, que provocaría la revuelta popular dando lugar a la Democracia, que a su vez degenera en Demagogia, y sobre la que resurgiría, de nuevo, la Monarquía.
la Lógica y la Ontología aristotélica son paralelas. Su lógica de predicados recoge lo que se dice de las cosas reales, teniendo en cuenta que los individuos son la realidad más inmediata y concreta para Aristóteles (la sustancia primera)
. Pero, como hemos visto, sus propiedades esenciales (carácterísticas y que permiten clasificarlos como distintos de otros individuos), se ponen de manifiesto a través de la categoría de la sustancia segunda (forma específica), captada por el especialista avezado a través del Entendimiento Agente. El resto de cualidades son accidentales, y no modifican la esencia del individuo aunque cambien.
La esencia específica de las cosas se realiza plenamente cuando se actualiza, que en el mundo sublunar se manifiesta de manera triple: como naturaleza generativa y corruptible, como alteración (cuantitativa y cualitativa) y como cambio de lugar.
En el Mundo supralunar, sin embargo, sólo habría movimiento local que, por su perfección circular, simularía la estabilidad de Dios. Sólo Dios sería, por no tener materia, Acto Puro, Forma Pura, aunque (a diferencia del Demiurgo de PLATÓN), ni ha creado el mundo, ni le preocupa. Como dice Pierre Aubenque, Dios es Causa final, no eficiente, ni formal, ni material del mundo.
La naturaleza de éste, por ser material, se mueve buscando la estabilidad de la que carece y nunca alcanzará plenamente.

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