Concepto de filosofía según Santo Tomás de Aquino


Santo Tomás escribíó muchas obras teológicas y de comentarios sobre las sagradas Escrituras. En cambio sus opúsculos filosóficos, como el Sobre el ente y la esencia, son muy pocos y, por tanto, sus razonamientos filosóficos hay que buscarlos en sus obras teo­lógicas, obras como la Suma Teológica, la Suma Contra Gentiles, y en las Cuestiones Disputadas (Sobre la verdad, Sobre la potencia, Sobre el alma, etc.). También son muy importantes sus comentarios a las obras de Aristóteles.En cuanto a la que puede considerarse obra máxima de Santo Tomás, la Suma Teológica,una amplia y bien estructurada ex­posición de su pensamiento teológico y filosófico, inacabada en su parte final, fue concebida por su autor como una introducción que resultase útil a los estudiantes de la ciencia teológica.La primera parte de la obra trata de Dios, en su esencia, en su distinción de tres personas y en la procesión de las criaturas; dicho de otro modo, Dios, la Trinidad y la creación. Este tratado acerca de Dios puede considerarse una obra maestra de orden, claridad y rigor, pues en él se nos muestran tanto los principios metafísicos y las fuentes de su pensamiento cuanto la capacidad arquitectónica y argumenta­tiva de su autor. Incluye el tratado, al hablar de la creación, otras cuestiones como la distinción entre el bien y el mal y la causa de este último, así como de un amplio estudio acerca del ser humano.En la parte segunda de la obra encontramos la ética de Santo Tomás, que es imposible separar del todo de su concepción teológica, en la medida en la que el fin último de la vida humana es sobrena­tural. Ahí se consideran, entre los medios que nos conducen a dicho fin, las virtudes llamadas teologales (fe, esperanza y caridad) que son aquellas que comportan un elemento igualmente sobrena­tural al tener su origen en Dios.La tercera parte, que el autor no quiso o no pudo completar, es más propiamente teológica, al ocuparse de Jesucristo (misterios de la en­carnación y de su vida), de la uníón hipostática en él de las dos na­turalezas, humana y divina, así como de los sacramentos.

B

El pensamiento de Santo Tomás estuvo influido por Aristóteles y por autores medievales árabes y judíos, sobre todo Averroes, Avicena y Maimónides. También fue considerable la influencia de su maes­tro San Alberto Magno. Fue, en efecto, Santo Tomás un aristotélico, aunque recibíó influencias platónicas a través de San Agustín y de otras corrientes neoplatónicas (el Líber de Causis y el Pseudo-Dionisio).Resumimos esta influencia, fijándonos sobre todo en la cuestión de Dios, para entender mejor el texto que comentamos. Santo Tomás realizó la importante tarea de incorporar a Aristóteles a la tradición escolástica. Repiensa, desde supuestos cristianos, la magna obra aristotélica. Así, si es significativa la idea platónica de participación, no lo son menos las categorías aristotélicas de materia, forma, potencia, acto, esencia, intelecto agente y paciente, etc. Además, también su ética teleológica se desarrolla a partir del planteamiento aristotélico y, en general, toda su filosofía deja entrever la admira­ción que sentía por Aristóteles, por mucho que sea evidente que no pueda seguirle en planteamientos incompatibles con los dogmas cristianos. Si nos fijamos en las distintas vías, la primera prueba para demostrar la existencia de Dios está tomada de Aristóteles y Santo Tomás tuvo en cuenta la interpreta­ción que de ella hizo Averroes. El Dios tomista no es, como en Aristóteles, solo el Motor inmóvil o el pensamiento que se piensa a sí mismo. Sin embargo, a Santo Tomás le parecíó siempre la demostración más clara, como lo evi­dencia el extenso y pormenorizado tratamiento que tiene esta prue­ba en su Suma contra los gentiles. Aunque la vía 2a no esté tomada de Aristóteles ni Averroes, sí se la pudo sugerir a Santo Tomás el libro segundo de la metafísica de Aristóteles. También puede verse en ella la influencia de Avicena, mientras que la tercera prueba está inspirada en Maimónides, el filó­sofo judío que intentó también armonizar la razón y la fe.La cuarta vía o camino de demostración es una prueba de origen platónico, que también se encuentra en lo esencial en san Agustín y en san Anselmo. Ahora bien, en su base parecen estar presentes tanto Platón como Aristóteles, sin olvidarnos de Avicena. En cuanto a la quinta vía, el propio santo
Tomás cita al teólogo Juan Damasceno y al filósofo
Averroes como autores en los que se basa para formular esta demostración. En cuanto a la época de Santo Tomás, el siglo XIII, podemos destacar el papel de las primeras universidades europeas y del nacimiento de las órdenes mendicantes (a una de estas, los domini­cos, pertenecíó el propio Tomás de Aquino)
. En arte, es la época del gótico, estilo congruente con el nacimiento de las nuevas ciudades. En cuanto a la ciencia, se producen avances en los campos de la astronomía y la medicina.

Platón

El fragmento seleccionado se localiza en el diálogo República, en el momento en que se discute acerca de la educación del filósofo, con vistas a su responsabilidad en el gobierno del Estado. Como la ciudad-estado se asemeja a una imagen ampliada del alma indivi­dual, engloba tres grupos sociales (gobernantes, guardianes y pueblo productor), a semejanza de las tres partes del alma (razón, voluntad y deseo). Deberán ser gobernantes, según esto, aquellos en que predomine la virtud propia de la razón (la sabiduría o prudencia), sirviendo para guardianes los valerosos (virtuosos de la voluntad) y, para productores, los templados, que moderan sus deseos.Ahora bien, la sabiduría o prudencia, en la vida privada como en la pública, es el conocimiento de la idea del Bien. Esto es lo que resalta Platón en el texto como objetivo último en la educación de los mejores, de los destinados a gobernar, que no son otros que los filósofos, es decir, los que aman el saber y no ambicionan nada sensible. Solo bajo su gobierno puede un Estado ser justo, no cuando gobiernan los que aman el poder y sus privilegios o los beneficios de la propiedad.El diálogo República como tal pertenece a la madurez de Platón. En la obra de este cabe, en efecto, distinguir tres etapas:1.- Diálogos de juventud o «socráticos». Su protagonista es el Sócrates histórico. Tratan de definir algún concepto, como el valor (Laques), la piedad (Eutrifón) o la belleza (Hipias), y anuncian así lo que más tarde llamará Platón «ideas». Tienen gran fuerza dramática y están escritos en estilo di­recto (como las obras de teatro).2.- Diálogos de madurez o doctrinales. Están compuestos en estilo indirecto, como el tex­to que nos ocupa («él dijo», «yo le respondí»), es decir, son narraciones de diálogos. Su protagonista sigue siendo Sócrates, pero aquí es solo portavoz de las teorías de Platón, sean sobre el amor a la belleza, como en Banquete y Fedro, sobre la purificación, como en Fedón, sobre el Estado y la educación, como en República, o sobre la teoría de las ideas en general, tratada en todos ellos.3.- Diálogos de vejez o diálogos críticos. En estilo directo, pero sin fuerza dramática, sino solo argumentativa, Platón hace en estos diálogos una revisión crí­tica de sus doctrinas, sobre todo de la teoría de las ideas. Sócrates no es ya protagonista. Destacan principalmente Las leyes, Parménides y Sofista.

B

Platón vive en una época de crisis y decadencia que afecta a la vida privada y a la pública, al orden moral y al or­den intelectual. La vida pública está marcada por las guerras del Peloponeso o guerras civiles entre los griegos. Con ellas comen­zó la decadencia y la disolución de la ciudad-estado. En el orden moral e intelectual, las doctrinas de los últimos sofistas (Gorgias, Calicles…) tuvieron el mismo efecto. Eran escépticos y nihilistas, y atacaron todos los valores tradicionales. Defendían el principio del placer en la conducta privada (hedonismo) y el derecho del más fuerte en la vida pública (tiranía e imperialismo). Por eso, aun­que el pensamiento de Platón tiene una dimensión universal, que sobrepasa su propio tiempo, también hay que entenderlo como respuesta a los problemas de su época: su teoría de las ideas trata de fundamentar el conocimiento y la verdad, frente al escepticis­mo sofista, y trata de justificar los grandes valores (la belleza, la justicia, la verdad); sus teorías del Estado y de la educación intentan afrontar la crisis política y social. Por su alcance e influjo, la filosofía de Platón supone la primera gran síntesis del pensamiento griego, que asume las aportaciones anteriores: desde la pregunta de los primeros filósofos sobre el arkhé u origen de todas las cosas, hasta las preguntas de Sócrates y los so­fistas sobre el ser humano, su conducta y su formación; desde el ser de Parménides, convertido en «idea» y «mundo inteligible», hasta eldevenir de Heráclito, que rige el «mundo sensible». Incluye también esta síntesis la doctrina pitagórica sobre el número, convertido en «idea matemática», y sobre el alma y la purificación, con un sentido filosófico-moral, y no místico-religioso.La otra gran síntesis será la de Aristóteles que, formado en la Academia platónica, supo, con movimiento original, «bajar las ideas platónicas a la tierra», convirtiéndolas en «formas» o estructu­ras de las cosas. Uníó lo que en Platón estaba separado: lo sensible (la materia) y lo inteligible (la forma), como dos constitutivos de las cosas.No basta con decir que ambos han influido mucho en la filosofía pos­terior (en San Agustín y Santo Tomás, por ejemplo, o en Descartes y Kant). Heidegger señala con razón que los pensamientos de Platón sobre las ideas y los de Aristóteles sobre las formas están presentes en nuestro lenguaje actual: en los conceptos de las ciencias, pero también en nuestro hablar cotidiano. No son figuras de un «museo de la historia del espíritu». Están en la base de la filosofía, la ciencia y la cultura de Occidente.

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