Concepción antropológica de Santo Tomás de Aquino

ACTO:
En Aristóteles, es el hecho por el que una cosa existente en la realidad, se opone a potencia (véase), que es la posibilidad de que algo exista.

ACTO (O CONDUCATAS) DEL HOMBRE:

Santo Tomás distingue dos tipos de conductas humanas: – aquellas que no son consecuencia de la voluntad y del libre albedrío; son acciones del hombre pero no propiamente humanas pues no son del hombre en cuanto tal. También se las puede llamar naturales, como es el caso de las operaciones del alma vegetativa y los actos involuntarios (los reflejos, por ejemplo). A estas acciones las llama actos del hombre;  -las acciones libres que el sujeto realiza porque así lo quiere y que son consecuencia de su razón y de su voluntad. Estas acciones se hacen por un fin, y en último término por la felicidad. A estas acciones que dependen de una voluntad deliberada las llama actos humanos y caen en el campo de la filosofía moral.

ALMA

Para los cristianos elemento inmaterial e inmortal del ser humano. Santo Tomás tiene una influencia sobre Aristóteles: principio de vida;
forma de un cuerpo físico que tiene vida en potencia;
acto primero del cuerpo natural organizado que tiene vida en potencia; principio por el que vivimos, sentimos, nos movemos y comprendemos.     Tomás de Aquino no separa tan radicalmente el alma del cuerpo como lo hizo la concepción platónica pues considera que el cuerpo y el alma son principios que se necesitan mutuamente: los conceptos acto/potencia, forma/materia (que son los conceptos utilizados para comprender el alma y el cuerpo) se exigen mutuamente, el acto lo es de algo que está en potencia, la forma es forma de algo que es materia. Santo Tomás considerará que hay tantos tipos de almas como tipos generales de actividades vitales: en las plantas el alma vegetativa, en los animales el alma sensitiva y en los hombres el alma intelectiva. 

APETITO

Tendencia o inclinación hacia un fin. Distingue dos tipos generales de apetitos:  a)

Naturales

Inclinaciones que se encuentran en todo ser hacia la adquisición de la forma o perfección que les es propia. Así, la tradición aristotélico-tomista hablará del apetito o tendencia de una piedra a estar en su lugar natural –el suelo– o de la disposición de una planta hacia el crecimiento. Este tipo de apetito se basa en la propia naturaleza del sujeto y no necesita de un conocimiento del fin o bien que se apetece, por lo que lo tienen también aquellos seres que carecen de conocimiento;  b)

Elícitos

En este grupo entran los que se basan en el conocimiento del fin al que tiende el apetito; Santo Tomás consideró que si un sujeto conoce algo como bueno para él, ese objeto conocido ejerce sobre éste tal atracción que se convierte en el fin hacia el que quedará dirigido u orientado. Dado que el conocimiento puede ser sensitivo o intelectual, habrá dos tipos de apetitos elícitos: · El apetito sensitivo o inferior: descansa en la percepción gracias a la que el sujeto conoce el bien sensible, el bien concreto; permite los deseos sensibles y los instintos. Se da en los animales y el hombre; · El apetito intelectual o apetito superior o voluntad: descansa en el intelecto, facultad por la que se conoce el bien en general; permite el apetito del bien en general. Se da sólo en los seres humanos.

BIEN COMÚN:

Concepto de origen aristotélico que señala la finalidad de toda sociedad y el conjunto de bienes que solo ella puede promover y activar para posibilitar la felicidad de cada uno de sus miembros. La ley la define Santo Tomás como dictamen de la razón en orden al bien común y aunque en el cristianismo se había establecido que no hay más que un fin último o bien absoluto de la vida humana, existen muchos fines particulares y limitados del hombre en su condición social; de ahí, derivarán otras tantas formas de leyes en orden a esos fines. Así, Santo Tomás integra en su teología moral el tratado de las leyes políticas de los pueblos, que trata de la justicia de la ley civil humana, tal como lo conocíó en la ética aristotélica.

CIENCIA

Conocimiento cierto y adquirido de lo que existe, de sus principios y de sus causas. Y el conjunto de conocimientos y de doctrinas organizados metódicamente y que constituyen una rama del saber.

COSAS CONTINGENTES

Rasgo carácterístico de todas las cosas creadas: el poder existir si no se existe y poder dejar de existir si se existe. Para Santo Tomás la carácterística básica de toda la realidad creada es la contigencia.

CONCEPCIONES COMUNES

Conocimiento universal.

CONCUPISCENCIAS NATURALES, CONCUPSICIBLE

En Platón es la parte irracional del alma que dirige los impulsos, deseo y necesidades que conciernen al cuerpo. En Santo Tomás es el deseo de placer, el cual puede ser espiritual (propio del alma) o sensible (propio del cuerpo). En la moral católica, deseo de bienes terrenales o deseo desordenado de placeres considerados deshonestos.

CONOCIMIENTO CONRETO

Conjunto de nociones aprendidas individualmente sobre una materia o sobre una disciplina. Opuesto a conocimiento universal o concepciones comunes.

CONOCIMIENTO UNIVERSAL

Conocimiento evidente y de validez universal. Tiene carácter de necesario. Equivalente a conocimiento común.

DEMOSTRACIÓN

Lo que hace evidente de una manera definitiva la verdad de algo.

ENTE

Lo que es, lo que existe o lo que puede existir. Los personajes de las novelas son entes de ficción.

EVANGELIO

Historia de la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, contenida en los 4 libros que llevan el nombre de los 4 evangelistas. Anuncio del mensaje de Jesucristo: San Pablo predicó el evangelio a los paganos.

FORMA

Para Aristóteles la esencia de las cosas que tienen materia, es decir, el conjunto de carácterísticas que hacen que una cosa sea como es y forme parte de una especie concreta. Los escolásticos y Santo Tomás incluyeron también a los entes inmateriales, por ejemplo, los ángeles. Se opone a Materia.

HÁBITO

La disposición permanente y estable para obrar de una determinada manera, el alma realiza los actos que le son propios mediante las facultades. Cuando estos actos se repiten se adquiere el hábito, gracias al cual el sujeto actúa más fácilmente. El hábito es una disposición añadida, gracias a la repetición, a la tendencia natural. Los hábitos pueden ser buenos (virtudes) o malos (vicios). Son virtudes si le facultan al sujeto para la realización de actos conforme a la norma de la moralidad y son vicios si son contrarios a dicha regla.    A diferencia del intelectualismo moral, y siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás consideró que para la conducta buena no es suficiente que la razón nos enseñe correctamente el deber. Es preciso que la facultad apetitiva esté bien dispuesta por el hábito de la virtud moral. Dado que en el alma humana encontramos el entendimiento y facultades apetitivas (la voluntad y apetito inferior), y las virtudes son perfecciones de dichas facultades, podremos encontrar 2 tipos generales de virtudes, intelectuales y morales.  

LEY

Usada frecuentemente para referirse al Antiguo Testamento. Para Santo Tomás la ley es el dictamen de la razón en orden al bien común. Subraya el carácter normativo de la ley, en cuanto medida y regla de las acciones humanas. La ley, desde la perspectiva de Santo Tomás, tiene relación directa con la vida social. Esto significa que la ley es un elemento de la vida social y de la vida moral total.     Las distintas formas de asociación humana determinan la concepción de bien común y de leyes. Para Santo Tomás, tendremos por un lado una ley civil propia de la sociedad política de los hombres, y otra ley que corresponde a toda creación, cuyo bien común es el mismo Dios. La distancia entre estos dos tipos de bien común da razón de la diferencia entre ambos.

LA LEY DIVINA O ETERNA:

Es el origen divino de toda la creación, sobre todo racional, lo que justifica que este concepto pase a ser un concepto central de la moral tomista. Toda regla de la razón humana deriva entonces de la ley eterna. Y el bien y el mal se dicen de la razón conforme o no con la ley eterna, de tal modo que la ley eterna es el fundamento moral de toda ley.

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