Fundamentos de la Racionalidad Práctica y la Filosofía Moral
1. La Racionalidad Práctica: Acción y Motivación
1.1. Ámbitos de la Racionalidad Práctica
- Praxis: Es el ámbito de la racionalidad práctica que orienta nuestra conducta, es decir, el saber hacer para actuar bien.
- Poiesis: Se refiere a nuestra acción productiva, el saber hacer para producir algo.
1.2. La Acción Humana: Definición y Clasificación
Una acción es cualquier operación que un agente realiza de manera consciente y voluntaria. Para que una operación sea considerada una acción, intervienen tres factores esenciales:
- Agente: Quien realiza la acción.
- Consciencia: La acción se realiza con conocimiento de lo que se hace.
- Voluntad: La acción es el resultado de una decisión libre.
Las acciones pueden clasificarse de diversas maneras:
- Básicas: Aquellas que se realizan directamente (ej. escribir, mover una pierna).
- Mediadas: Requieren de un instrumento o un proceso intermedio (ej. depilar, arrancar un quad).
- Compuestas: Implican una secuencia de acciones (ej. cenar, merendar).
- Convencionales: Su significado depende de acuerdos sociales o culturales (ej. dar un concierto, despedirse).
- Colectivas: Realizadas por un grupo de individuos de forma coordinada (ej. jugar a baloncesto o balonmano).
1.3. ¿Por qué Actuamos? Los Móviles de la Conducta
Actuamos porque tenemos un móvil, es decir, una razón o causa que nos impulsa a hacer o dejar de hacer algo. Los tipos de móviles incluyen:
- Necesidades: Requerimientos básicos para la supervivencia y el bienestar.
- Intereses: Factores que contribuyen a nuestro bienestar o beneficio.
- Deseos: Anhelos o aspiraciones personales.
1.4. ¿Para qué Actuamos? Fines e Intenciones
Cuando actuamos conscientemente en función de lo que deseamos, la realización de nuestro deseo se convierte en el fin de nuestra conducta. En este proceso, intervienen dos elementos clave:
- Sentido: El significado o la dirección que le damos a nuestra acción.
- Intención: El propósito o el objetivo que buscamos alcanzar con nuestra acción.
2. Moral y Ética: Conceptos Fundamentales
2.1. Distinción entre Moral y Ética
- La Moral: Es un conjunto de costumbres y normas que regulan las acciones, tanto individuales como colectivas, y que permiten clasificarlas como correctas o incorrectas, es decir, morales o inmorales. La moral se refiere al conjunto de valores y normas que rigen la conducta de una sociedad o individuo.
- La Ética: Es la reflexión filosófica que trata de aclarar en qué consiste la moral, cuáles son sus fundamentos y cómo se aplica en distintos casos, tanto del ámbito privado como del público. La ética es la disciplina que estudia la moral.
2.2. Ingredientes y Referentes de la Moral
Los principales ingredientes de la moral que configuran la conducta humana son:
- Acto: La acción concreta realizada.
- Hábito: La tendencia a actuar de una determinada manera, adquirida por la repetición de actos.
- Carácter: El conjunto de hábitos que definen la personalidad moral de un individuo.
- Temperamento: La disposición natural e innata de una persona.
- Voluntad: La facultad de decidir y ordenar la propia conducta.
- Conciencia Moral: La capacidad de juzgar la moralidad de las propias acciones y las de los demás.
Existen normas de diversos tipos que regulan la conducta:
- Morales: Basadas en principios éticos internos.
- Religiosas: Derivadas de creencias y dogmas de fe.
- Sociales: Establecidas por la convivencia y las costumbres de una comunidad.
- Legales: Promulgadas por la autoridad y de cumplimiento obligatorio.
Los referentes de la moral, que sirven como guías para la acción, son:
- Los Valores: Cualidades que se consideran deseables o buenas.
- Las Normas: Reglas de conducta que indican lo que se debe o no se debe hacer.
- Los Principios: Fundamentos o ideas rectoras que orientan la moralidad.
- Los Ideales: Aspiraciones o modelos de perfección moral.
3. El Relativismo Moral: Diversidad de Valores
El relativismo moral es una doctrina que afirma que los valores morales y los juicios sobre la moral varían significativamente de una sociedad a otra y de una época a otra. Sostiene que no existen valores morales absolutos o universales.
3.1. Los Sofistas: La Convencionalidad de las Normas
En el siglo V a.C., los Sofistas defendieron que las normas morales son convencionales, es decir, fruto de acuerdos adoptados por los miembros de una sociedad. Para ellos, las normas morales de las distintas sociedades no tienen por qué coincidir. Sus argumentos principales eran:
- Si las mismas normas morales valieran para todos los seres humanos, no habría disputas ni desacuerdos en asuntos de moral. La existencia de tales disputas demuestra su relatividad.
- Si hubiera normas morales universales, estas deberían proceder de la naturaleza humana. Sin embargo, las normas morales de la mayoría de las sociedades conocidas a menudo van en la dirección opuesta a la satisfacción de esas inclinaciones naturales, lo que sugiere su carácter artificial o convencional.
3.2. Friedrich Nietzsche: La Crítica Genealógica de la Moral
En el siglo XIX, Friedrich Nietzsche realizó una profunda crítica de la moral en general, especialmente de la moral occidental cristiana. Según Nietzsche, históricamente han existido dos formas básicas de moral:
- Moral de Señores: Su máxima expresión se encuentra en la moral aristocrático-guerrera de la Grecia clásica. Se considera bueno todo lo que representa a la aristocracia: el valor, la fuerza física, el orgullo, la nobleza. Malo es lo que representa al pueblo llano: la debilidad física, la humildad, la compasión.
- Moral de Esclavos: Es el resultado de oponerse a los valores de la moral de señores. Surge del resentimiento de los débiles y oprimidos. Invierte los valores, considerando bueno lo que antes era malo (humildad, compasión) y malo lo que antes era bueno (orgullo, fuerza).
Para Nietzsche, la moral cristiana es una moral de esclavos que ha negado la vida y los instintos vitales. Argumentaba que, en una sociedad donde «Dios ha muerto» (es decir, donde los fundamentos trascendentes de la moral han perdido su validez), no tiene sentido mantener unos valores cuyo fundamento ha dejado de existir. Lo que antes era considerado bueno ahora puede ser visto como malo y viceversa. Por ello, Nietzsche propuso la necesidad de inventar valores nuevos, más allá del bien y del mal tradicionales, que afirmen la vida y la voluntad de poder.
4. El Universalismo Moral: La Búsqueda de Valores Absolutos
El universalismo moral sostiene que existen valores morales absolutos y principios éticos universales que sirven de criterio último para juzgar cualquier acción, norma o código de conducta, independientemente de la cultura o la época.
4.1. Sócrates y Platón: La Virtud y el Bien en Sí
- Sócrates fue el primero en defender abiertamente la existencia de valores morales absolutos. Propuso la doctrina del intelectualismo moral, según la cual el conocimiento del bien lleva necesariamente a la acción buena, y la ignorancia es la causa del mal. La virtud es conocimiento.
- Platón, discípulo de Sócrates, definió dos ámbitos de realidad: el Mundo Sensible (el de las cosas materiales y cambiantes) y el Mundo Inteligible (el de las Ideas eternas e inmutables). En lo más alto de este último se encuentra la Idea de Bien, que es el fundamento de toda realidad y de toda moralidad. Para Platón, cada norma buena, cada decisión justa o cada acción generosa imita o participa del Bien en sí, que es universal y absoluto.
4.2. Tomás de Aquino: La Ley Natural y las Tendencias Humanas
Tomás de Aquino (siglo XIII), influenciado por Aristóteles y la teología cristiana, afirmaba que Dios es el fundamento último de la moral y que sus leyes constituyen el criterio para determinar el valor de cada acción. Según él, existe una Ley Natural instituida por Dios que gobierna las acciones humanas y que es accesible a la razón. Esta ley se manifiesta a través de las tendencias naturales inherentes a la naturaleza humana:
- Tendencia a la Sustancialidad: Obliga a conservar la propia vida y la especie.
- Tendencia a la Animalidad: Inclina a la procreación y a la educación de la prole.
- Tendencia a la Racionalidad: Impulsa a buscar la verdad, a vivir en sociedad y a conocer a Dios.
5. Grandes Teorías Éticas Clásicas
5.1. El Eudemonismo: La Felicidad como Autorrealización
Los eudemonistas sostienen que la felicidad (eudaimonia) es el fin último de la vida humana y que esta consiste en la autorrealización personal. Para el ser humano, la perfección de su esencia radica en alcanzar su máximo potencial. La felicidad surge de la satisfacción de llegar a ser aquello que uno debe ser, es decir, de vivir conforme a la propia naturaleza racional.
Según Aristóteles, el principal representante del eudemonismo, la esencia humana se define por dos características principales: la racionalidad y la animalidad. La felicidad se logra a través del ejercicio de la razón y la práctica de las virtudes (éticas e intelectuales), buscando siempre el justo medio.
5.2. El Estoicismo: La Ataraxia y la Conformidad con la Naturaleza
El estoicismo defiende que la felicidad se obtiene de modo autosuficiente, viviendo en conformidad con la naturaleza y la razón universal (logos). Para los estoicos, la virtud es el único bien y el vicio el único mal. La felicidad (ataraxia, imperturbabilidad del alma) se alcanza aceptando el destino, controlando las pasiones y viviendo de acuerdo con la razón, sin dejarse afectar por los acontecimientos externos.
5.3. El Hedonismo y el Utilitarismo: La Felicidad como Placer
Tanto el hedonismo como el utilitarismo identifican la felicidad con el placer, aunque con diferencias significativas:
- El Hedonismo: Busca un placer individual y la ausencia de dolor como fin supremo.
- El Utilitarismo: Persigue el mayor placer o bienestar para el mayor número de personas (placer social).
5.3.1. El Hedonismo de Epicuro
La teoría hedonista más célebre fue la propuesta por Epicuro en el siglo III a.C., quien sostuvo que la felicidad consiste en la ausencia de dolor corporal (aponia) y de perturbación en el alma (ataraxia). Epicuro no abogaba por un placer desenfrenado, sino por la búsqueda de placeres moderados y duraderos. Según su origen, distinguió tres tipos de placeres:
- Placeres naturales y necesarios: Aquellos que satisfacen necesidades básicas y son fáciles de conseguir (ej. comer cuando se tiene hambre).
- Placeres naturales pero no necesarios: Aquellos que, aunque naturales, no son indispensables para la vida y pueden generar dependencia (ej. comer manjares exquisitos).
- Placeres no naturales ni necesarios: Aquellos que son vanos y difíciles de satisfacer, a menudo fuente de perturbación (ej. la fama, la riqueza excesiva).
5.3.2. El Utilitarismo de Bentham y Mill
El utilitarismo se desarrolló como corriente ética en el siglo XIX. Los ingleses Jeremy Bentham y John Stuart Mill fueron sus principales representantes. El utilitarismo sostiene que una acción es moralmente correcta si produce la mayor felicidad para el mayor número de personas. Se basa en el principio de utilidad, que busca maximizar el bienestar general. Mientras Bentham se centró en una cuantificación del placer, Mill introdujo la distinción entre placeres cualitativamente superiores e inferiores.
6. Éticas Modernas y Contemporáneas
6.1. La Ética Formal de Immanuel Kant: El Deber y el Imperativo Categórico
La reflexión ética de Immanuel Kant (siglo XVIII) busca construir una ética universal basada únicamente en la razón, independiente de cualquier fin o consecuencia. Kant afirma que una ética de este tipo únicamente nos debe decir cómo debemos actuar (la forma de la acción), no qué objetivo debemos perseguir (el contenido). Para Kant, el valor moral de una acción reside en la voluntad con la que se realiza, es decir, en actuar por deber.
Kant distingue tres tipos de acciones en relación con el deber:
- Acción contraria al deber: Aquella que viola una norma moral (ej. mentir).
- Acción conforme al deber: Aquella que cumple la norma, pero por una inclinación o interés (ej. no mentir para mantener una buena reputación).
- Acción por deber: Aquella que se realiza únicamente por respeto a la ley moral, sin ninguna otra motivación (ej. no mentir porque es lo correcto, independientemente de las consecuencias). Solo esta última tiene valor moral.
El principio fundamental de la ética kantiana es el Imperativo Categórico, que tiene varias formulaciones. Una de las más conocidas es:
«Obra de tal modo que quieras por tu voluntad que el principio de tu acción se convierta en ley universal.»
Esto significa que solo debemos actuar según máximas que podamos desear que se conviertan en leyes aplicables a todos los seres racionales en cualquier situación.
6.2. La Ética Dialógica: El Consenso y la Comunicación
Los principales defensores de la ética dialógica son Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel (siglo XX). Para la ética dialógica, las decisiones morales no deben ser impuestas, sino que deben adoptarse a través de un proceso de diálogo racional y argumentación entre todos los afectados por ellas. La validez de las normas morales se establece mediante el consenso alcanzado en una situación ideal de habla, donde todos los participantes tienen las mismas oportunidades de argumentar y ser escuchados. La moralidad se construye intersubjetivamente a través de la comunicación.