La Teoría de las Ideas de Platón: Metafísica, Epistemología y Dualismo Alma-Cuerpo

La Realidad y el Conocimiento en la Filosofía Platónica

Origen de la Teoría de las Ideas

La doctrina central de la filosofía platónica es la **Teoría de las Ideas**. Esta doctrina consiste en la afirmación de que existen entidades inmateriales, absolutas, inmutables y universales independientemente del mundo físico. De ellas derivan su ser todo lo justo, todo lo bueno, todos los hombres, y todo lo armónico y proporcionado que hay en el mundo físico. Con el término *idea* no nos referimos a conceptos, construcciones mentales u objetos sin existencia aparte de la mente que los concibe. Las ideas platónicas son realidades; más aún, son las únicas realidades en sentido pleno, ya que de ellas deriva todo lo que hay de real en el mundo físico. La concepción platónica de la realidad es, por tanto, dualista: existe el «Mundo de las Ideas», inmaterial e inmutable, y existe el mundo físico, material y sometido a cambios y a movimiento.
En la formulación de esta teoría influyen las doctrinas de los pitagóricos, la concepción de Parménides y Sócrates.

Imitación y Participación de las Ideas

Platón separó las ideas del mundo sensible. Esta «separación» del mundo físico expresa que las ideas no dependen ni en su ser, ni en su verdad ni en su permanencia de las cosas sensibles. La Teoría de las Ideas afirma la existencia de unas entidades inmateriales, absolutas, inmutables, perfectas, universales e independientes del mundo sensible.
Pero si las ideas no dependen en su ser de los seres físicos, estos sí que dependen de ellas.
Platón postulaba la existencia de dos mundos: por un lado, el mundo excelso y perenne de las ideas, y por otro, el imperfecto y fugaz mundo de las cosas sensibles.
La noción de **imitación** establece que las ideas son modelos, paradigmas que las cosas sensibles pretenden imitar, a los cuales quieren acercarse sin conseguir jamás igualarlos plenamente. Las ideas son, pues, ideales que no llegan a cumplirse perfectamente en el ámbito de lo sensible.
Al hablar de **participación**, lo que Platón quiere expresar es que las cosas sensibles deben sus rasgos o cualidades a las ideas de las que provienen, es decir, poseen alguna característica de esas ideas.

El Sistema Jerárquico de las Ideas

El Mundo de las Ideas alberga ideas de los seres físicos y también ideas matemáticas. A él pertenece también el conjunto de los ideales morales y políticos. Para Platón, las ideas constituyen un sistema en el que todas se ensamblan y coordinan en una gradación jerarquizada cuya cúspide ocupa la idea de **Bien**. El Bien, como idea primera, como principio supremo, es expresión del orden, del sentido y de la inteligibilidad de lo real.

Las Formas del Conocimiento: Saber (Episteme) y Opinión (Doxa)

A lo largo de toda su obra, Platón distingue y contrapone dos formas de conocimiento: el **saber o ciencia** (*episteme*), y la **opinión** (*doxa*).
  • Las opiniones son inestables, fáciles de cambiar, mientras que el saber es estable y firme.
  • El saber se basa en razones, mientras que las simples opiniones carecen de fundamento sólido.
  • El saber tiene como objeto las estructuras inteligibles, las ideas, mientras que la opinión tiene como objeto el mundo físico, sensible.
El conocimiento de las ideas y sus relaciones constituye el auténtico saber (*episteme*).
En *La República*, Platón aborda la dificultad de conseguir este conocimiento y señala los pasos que han de seguirse para alcanzarlo: primero, el estudio de las matemáticas; una vez logrado un conocimiento suficiente de estas y a partir de él, puede iniciarse el lento estudio del sistema total de las ideas, ascendiendo hasta su cúspide, hasta el conocimiento del Bien. A este camino de ascensión en el conocimiento se le denomina **Analogía (o Símil) de la Línea**.

Conocimiento Intelectual y Conocimiento Sensible

La oposición entre saber y opinión está esencialmente vinculada a la oposición entre el conocimiento intelectual y el sensible. Solo el conocimiento intelectual es capaz de captar las ideas, las esencias inteligibles. Los sentidos solamente nos ofrecen impresiones e imágenes cambiantes del mundo físico en constante devenir. La oposición entre saber y opinión se asocia así a la oposición entre la razón y los sentidos.

La Doctrina de la Anamnesis (Reminiscencia)

Los seres sensibles imitan las ideas, tratan de aproximarse a ellas, si bien solamente lo consiguen de un modo deficiente. También, en el ámbito del conocimiento, Platón trata de conectar el conocimiento sensible con el conocimiento racional.
Dice Platón que en nosotros, en nuestra alma, desde siempre hay, como dormidas o en estado latente, huellas o señales de las ideas. Puesto que los seres sensibles son copias imperfectas de las ideas, la visión de aquellos puede despertar el recuerdo de estas, haciendo emerger lo que ya está en nosotros. Platón afirma en distintos diálogos que aprender es, en realidad, recordar estas ideas. Esta teoría platónica se denomina **Teoría de la Reminiscencia** (*anamnesis*).

Antropología Platónica: El Dualismo Alma-Cuerpo

Este dualismo general se corresponde con el dualismo antropológico de Platón: el alma pertenece al ámbito de las ideas, al que se siente impulsada por su propia naturaleza, mientras que el cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos. El dualismo (alma frente a cuerpo) constituye el núcleo esencial de la doctrina platónica del alma.
  1. El alma, afín a las ideas y, como ellas, inmaterial y simple, es, por naturaleza, inmortal.
  2. La unión del alma con el cuerpo no es un estado esencial del alma, sino un estado accidental y transitorio. Se caracteriza como antinatural.
  3. Mientras permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es purificarse. El alma, pues, ha de oponerse al cuerpo y a sus demandas, y en esto consiste la auténtica sabiduría.

Las Tres Partes del Alma

Platón, en ocasiones, habla de tres partes del alma, mientras que otras veces habla de tres almas que dan respuesta a las diferentes actividades psíquicas y emocionales del ser humano.
Estas tres partes son el **alma racional** (o razón), el **alma irascible** (o ánimo) y el **alma concupiscible** (o apetito). A la razón corresponde controlar y ordenar el apetito. En el apetito residen los deseos irracionales y la búsqueda de los placeres, que se oponen a la razón. El ánimo es el coraje o fuerza, que a veces cede a las exigencias del apetito, pero que puede —y debe— convertirse en aliado de la razón en la tarea de someter y controlar las demandas del apetito. Platón localiza cada parte del alma en un lugar concreto de la anatomía: el alma racional se ubica en la cabeza; el alma irascible, en el pecho, y el alma concupiscible en el vientre.

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