Platón: Fundamentos de la Teoría de las Ideas, Epistemología y la Estructura de la Polis

La Teoría del Conocimiento en Platón

Conocer, para Platón, es conocer lo universal, y lo universal son las Ideas. La posibilidad del conocimiento de las Ideas (y, por lo tanto, la teoría del conocimiento de Platón) se basa en tres aspectos esenciales:

  1. Las cosas imitan o participan de las Ideas.
  2. El alma, que es inmaterial o espiritual, es una realidad intermedia entre las cosas y las Ideas.
  3. Las Ideas están jerarquizadas, de manera que las de rango inferior participan de las superiores y todas ellas de la Idea de Bien.

Platón recurre a dos tipos de explicación para acceder a este conocimiento: una de tipo mítico, la teoría de la reminiscencia, y una explicación científica, la dialéctica.

La Reminiscencia (Explicación Mítica)

Según la teoría de la reminiscencia, conocer es recordar: el alma, al encarnarse en el cuerpo, olvida su pertenencia al mundo de las Ideas y lo que conoció allí. Sin embargo, una vez encarnada, dispone de los sentidos para percibir las cosas del mundo sensible. Debido a que aquellas son copias de las Ideas, el alma recuerda los originales (este es el momento de la anámnesis). El alma conoció las Ideas porque es afín a ellas. El conocimiento sensible da la ocasión para que se produzca el recuerdo, la anámnesis y, por lo tanto, la reducción de la multiplicidad de las sensaciones a la unidad de la Idea.

La Dialéctica (Explicación Científica)

La dialéctica es el procedimiento por el que el filósofo accede al mundo inteligible y conoce cómo las Ideas están relacionadas entre sí.

Los Grados del Conocimiento (La Línea Dividida)

Platón considera que el conocimiento de lo sensible no es auténtico conocimiento. En él distingue dos grados:

  • Conocimiento Sensible (Doxa u Opinión)
    • La Conjetura o Imaginación (Eikasía)

      Es el conocimiento de las imágenes, sombras y reflejos de las cosas sensibles, de los personajes de la mitología, de las invenciones de los poetas y ficciones en general.

    • La Creencia o Fe (Pistis)

      Es el conocimiento de las cosas sensibles directamente perceptibles, tales como las cosas de la naturaleza o los productos del arte. Estas cosas son copias imperfectas de las Ideas y no son ni demostrables ni intuibles.

  • Conocimiento Intelectual (Episteme o Ciencia)

    El conocimiento intelectual consta de dos grados:

    • La Razón Discursiva (Dianoia)

      Nos da el conocimiento de los objetos matemáticos. El conocimiento de estas entidades se da en una intuición, a través del nous (inteligencia), como las Ideas, pero también es necesario recurrir a imágenes, es decir, hay concurso de la sensibilidad. Debido a que Platón considera las entidades matemáticas a medio camino entre el mundo sensible y el inteligible, considera el conocimiento matemático como preparación para acceder al verdadero conocimiento: el conocimiento de las Ideas.

    • La Razón Intuitiva (Noesis)

      Nos da el conocimiento de las Ideas, las cuales se conocen directamente. A diferencia del matemático, que procede deductivamente y utiliza imágenes, el dialéctico no recurre a imágenes y asciende desde una Idea hasta la Idea suprema: la Idea de Bien.

La Ontología Platónica: El Mundo de las Ideas

Platón considera que hay dos mundos separados: el mundo sensible, manifiesto para los sentidos; y el mundo inteligible, solo accesible para el nous (inteligencia). Pero el único mundo propiamente real es el mundo inteligible, pues en él radican las Ideas.

Platón redujo el mundo de las Ideas y estableció clases entre ellas hasta determinar la existencia de tres fundamentales: el ser, la igualdad y la diferencia.

Las Ideas forman una unidad de estructura dialéctica que hace posible ir ascendiendo en la jerarquía hasta alcanzar la Idea de Bien.

La Concepción Platónica del Ser Humano

Para desarrollar su teoría sobre el alma, Platón recurre con frecuencia al mito. Habla de tres almas distintas que son:

  • El alma racional: Es inmortal, inteligente, de naturaleza divina y queda situada en el cerebro. La sabiduría es la virtud propia de este tipo de alma.
  • El alma irascible: Es fuente de pasiones nobles, como la valentía, está situada en el tórax y, al ser inseparable del cuerpo, es mortal. La fortaleza es la virtud propia del alma irascible, pues permite al alma superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las Ideas.
  • El alma apetitiva (o concupiscible): Es fuente de deseos y pasiones innobles, se sitúa en el abdomen y es mortal. La templanza es la virtud de esta alma.

La justicia resulta ser el equilibrio que se alcanza cuando se dan estas tres virtudes en armonía.

El cuerpo es considerado por Platón un obstáculo para el alma: la arrastra con sus pasiones y le impide la contemplación de las Ideas. Para Platón, la virtud es sabiduría: solo puede obrar bien quien conoce lo que es el bien. Gracias a la virtud, el alma se purifica.

Ética y Política en Platón: La Ciudad Justa

Platón considera que solo desde el conocimiento es posible lograr que la justicia reine en la polis y se den las condiciones para que los individuos sean justos también.

Platón considera que la sociedad ha de estar dividida en tres estamentos jerarquizados:

  • Los gobernantes (filósofos).
  • Los guardianes de la ciudad (guerreros).
  • Los productores (artesanos y agricultores).

A cada estamento le corresponde una función y una virtud específica:

  • A los gobernantes-filósofos, como al alma racional, les corresponde la virtud de la prudencia-sabiduría.
  • A los guardianes, como al alma irascible, les corresponde la fortaleza-valor.
  • Y a los artesanos-agricultores, como al alma concupiscible, les corresponde la templanza.

Para que esta ciudad ideal sea posible, Platón considera necesario cuidar de cuatro aspectos fundamentales:

  1. La educación, en la que el Estado ha de ser quien se encargue de la formación de los ciudadanos.
  2. La eugenesia, es decir, que los mejores han de tener hijos entre sí.
  3. La abolición de la familia y de la propiedad privada en los dos estamentos superiores.
  4. La igualdad de mujeres y varones.

La Noción de lo Divino y el Demiurgo

Dentro de la tradición cristiana, lo divino presenta dos aspectos: el estático y el dinámico. Dios puede ser considerado como la realidad última y también el creador de toda existencia. Sin embargo, Platón nunca llamará dioses a las Ideas, ya que para él la Idea de Bien es la existencia última.

En cuanto al aspecto dinámico de la noción de Dios, hay que decir que en el Timeo Platón introduce la figura del demiurgo (artesano divino o hacedor) para dar una explicación del origen del mundo sensible, que es perpetuo devenir. El demiurgo representa la razón divina que opera en el universo, pero nada tiene que ver con un dios creador ni es todopoderoso.

Contexto Histórico, Sociocultural y Filosófico

Tras la muerte de Pericles y la victoria de Esparta en la guerra del Peloponeso, Atenas perdió el liderazgo económico y político que había mantenido a lo largo de todo el siglo V a.C. Aunque la corruptora y cruel dictadura de los Treinta Tiranos dio paso, un año después, a un régimen democrático, este no alcanzó la estabilidad, y su decadencia concluyó con la conquista de la ciudad por Filipo de Macedonia en el año 338 a.C. Únicamente el esplendor cultural recuerda la etapa anterior, en la que en menos de un siglo coincidieron talentos como los de los poetas trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides, el comediógrafo Aristófanes, los historiadores Heródoto y Tucídides, los escultores Fidias y Praxíteles y, por supuesto, Sócrates y Platón.

Platón asiste a esta decadencia con sentimientos encontrados. Por una parte, como la mayor parte de los jóvenes atenienses, desea participar en política, pero, por otra, ni la dictadura ni una democracia que condenó a muerte a su maestro Sócrates le parecían adecuadas. Por eso, abandonó su vocación política y propuso un régimen justo en el que gobernasen los mejores. Con esos objetivos se enfrentó a los sofistas y a los políticos que utilizaban la demagogia para alcanzar sus fines.

Los sofistas, cuyas enseñanzas se centraban en el dominio del lenguaje sin importarles la verdad, transmitían un relativismo que, a juicio de Sócrates y de Platón, hacía que los ciudadanos desconfiaran de las leyes y las vieran como mera expresión de intereses particulares. Por su parte, los políticos atenienses de la época de Platón coincidían con los sofistas en su desprecio por la verdad y no tenían reparo en adular a sus votantes sin preocuparse de la justicia de sus propuestas. La filosofía platónica dará respuesta a unos y a otros, pero sobrepasará el ámbito ético y político de esa respuesta para constituirse también como explicación científica, ontológica y cosmológica.

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