Rousseau y Kant: Fundamentos de la Filosofía Moderna sobre Sociedad, Moral y Progreso

Jean-Jacques Rousseau: Crítica al Progreso y la Sociedad

El Problema del Ser Humano: La Crítica al Ideal de Progreso

Jean-Jacques Rousseau denuncia la artificialidad de la vida social. Se propone aclarar si el progreso en la cultura, las ciencias y las artes supone un avance en la moralidad y la felicidad. En otras palabras, cuestiona si la burguesía, avanzada en los primeros aspectos, lo está también en moralidad y felicidad. Su respuesta es un rotundo NO.

Rousseau busca explicar cómo la sociedad se ha vuelto injusta y cómo debería reconstruirse, basándose en la «naturaleza del ser humano» para facilitar la comprensión de la sociedad. Considera que el ser humano, en lugar de progresar, ha degenerado moralmente.

Lo relaciona con la hipótesis del buen salvaje, donde distingue entre:

  • Estado de Naturaleza: Cómo era el ser humano antes de vivir en sociedad: bueno, piadoso, libre, independiente, feliz.
  • Estado Social: La situación actual: corrupto, dominado por el amor propio, el egoísmo, y carente de libertad.

Aunque ambos estados están claros, queda por saber cómo se ha pasado de uno a otro. Según Rousseau, el detonante es la propiedad privada. Esta deriva en desigualdad, codicia, recelo y orgullo, manifestado en expresiones como «esto es mío». De ahí surgen las clases sociales, dependiendo de quién posee más, lo que conduce al egoísmo.

Rousseau propone un cambio radical, especialmente en la educación. En su obra Emilio, o De la educación, aboga por una educación en libertad, donde el joven pueda estudiar lo que le interese, fomentando la curiosidad. Sin embargo, esta propuesta estaba inicialmente aplicada solo a los hombres, lo que fue criticado por Mary Wollstonecraft. Rousseau anhela una educación similar a la que se perdió en el cambio de «estado», contrastándola con la educación memorística actual.

Sociedad y Política: El Contrato Social

Rousseau reflexiona sobre cómo se transita del estado de naturaleza (libre, guiado por el amor sano, gozando de igualdad, relacionado con el buen salvaje; un estado que quizás nunca existió, pero que sirve para comparaciones) al estado social (situación real, movido por el amor propio, originado por el derecho a la propiedad privada y causante de desigualdades). Su objetivo es alcanzar las virtudes del primer estado sin abandonar el segundo.

La sociedad, por esencia, no es mala ni egoísta; solo que actualmente es deficiente e injusta. Por ello, Rousseau divide la sociedad en estos dos estados para distinguir lo que es originario y lo que es artificial en el ser humano.

Considera que es necesario un pacto social o contrato social que vele por el bien común, el amor sano y la voluntad general. La voluntad general implica hacer las cosas no solo por beneficio propio, sino porque verdaderamente se desean, por una convicción interna (por ejemplo, no fumar para tener más amigos, sino porque se quiere; no jugar al fútbol para parecer más masculino, sino por gusto genuino).

El contrato no establece sumisión ciega, sino que lo hace ofreciendo explicaciones, de modo que las personas puedan interpretarlas y establecer sus propias normas. Así, son libres y se obedecen únicamente a sí mismas, sometiéndose solo a la ley que ellas mismas se han dado de forma libre y racional.

En este contrato, el poder se otorga a la comunidad. La teoría política de Rousseau se basa en la soberanía popular, creando una unión social cuya expresión es la voluntad general. Rousseau contempla que, en una sociedad sin costumbres democráticas arraigadas, puede ser necesaria la figura de un legislador que interprete la voluntad general.

Los representantes de la voluntad general son solo ejecutores, pues la soberanía no puede arrebatársele al pueblo (es inalienable) y, por tanto, serían revocables. En cuanto a aquellos que, por sus intereses particulares, opinen contra la voluntad general, tienen dos opciones: someterse a las leyes comunes o el exilio.

Immanuel Kant: La Ética de la Razón Práctica

Ética: Crítica de la Razón Práctica

Kant ya había respondido a la pregunta «¿Qué puedo conocer?» en su Crítica de la razón pura. Al darse cuenta de que el ser humano no solo conoce, sino que también actúa y se vale de su razón para guiarse, se plantea la pregunta fundamental: «¿Qué debo hacer?».

Observa que existen muchas normativas éticas, pero todas ellas son éticas materiales, caracterizadas por buscar un fin (felicidad, salud, etc.), como la ética emotivista de la utilidad de David Hume. Estas éticas son:

  • A posteriori: Nos dicen qué debemos hacer o evitar a través de la experiencia, habiendo comprobado que son conductas correctas para alcanzar el objetivo propuesto. Establecen un camino para lograr nuestro bien.
  • Interesadas: Las acciones que promueven tienen sentido en función de la recompensa que se obtiene de su cumplimiento.
  • Heterónomas: Justifican una serie de normas en función de fines que dependen de intereses personales y ajenos a la razón.

Todas estas normas constituyen la ética material, por lo que no puede ser universal.

La Ética Formal Kantiana

Kant busca una ética universal, alcanzable para todo ser humano, autónoma, basada en la libertad, desinteresada y auténtica: la ética formal. Esta no nos dice qué hacer, sino cómo debemos hacerlo.

Kant distingue tres tipos de acciones:

  1. Contrarias al deber: Acciones incorrectas desde el punto de vista moral (ej., robar, ser infiel).
  2. Conformes al deber: Acciones correctas, pero realizadas por motivos externos o para sentirse bien con uno mismo (ej., peinarse, arreglarse).
  3. Por deber: Acciones correctas que se hacen con una intención puramente moral, por respeto a la ley (ej., ayudar a una persona de la tercera edad sin esperar nada a cambio).

Kant considera que una voluntad es buena cuando respeta estrictamente la ley moral, de modo que alcanzar la virtud conduce a la felicidad. Sin embargo, Kant duda que seamos capaces de cumplir con todas estas normas, pues a veces el deber puede ir en nuestra contra, trayendo consecuencias desastrosas. Por ello, no es fácil que exista una voluntad verdaderamente buena en todo momento.

El Imperativo Categórico

El principio fundamental que la razón práctica establece para la acción moral se denomina imperativo categórico. Su formulación más conocida es: «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal». Esta formulación se refiere al carácter de universalidad de la ley moral.

Postulados de la Razón Práctica: ¿Qué me cabe esperar?

Comportarse éticamente no garantiza la felicidad, pero sí nos hace dignos de ser felices. Por lo tanto, podemos tener una esperanza basada en los postulados de la razón práctica (libertad, inmortalidad del alma y existencia de Dios), ya que son necesarios desde el punto de vista de la moralidad para que la virtud y la felicidad puedan coincidir en un mundo ideal.

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