Introducción a la Filosofía Platónica
La filosofía de Platón se sitúa en el siglo IV a.C., por lo que ya existía una tradición filosófica en Grecia anterior a él. Toda la corriente presocrática, la escuela pitagórica y, por supuesto, los sofistas (a quienes desprecia profundamente), influyen significativamente en su manera de filosofar.
Nacido en Atenas en el 427 a.C. en el seno de una familia aristocrática bien posicionada, sus tíos, por ejemplo, formaron parte del brutal gobierno de los Treinta Tiranos. Fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles. Sus diálogos de juventud se vieron profundamente influidos por la condena a muerte de su maestro, un hecho que lo afectó enormemente durante toda su primera etapa, ya que culpó de esa atrocidad a la propia democracia y también de la derrota de Atenas frente a Esparta en la Guerra del Peloponeso.
El Dualismo Ontológico Platónico
Platón tomó de la filosofía de Heráclito el concepto de «cambio». Aceptó sin dudar que absolutamente todo está en constante devenir, pero para resolver este problema introdujo su dualismo ontológico. En este, observamos una realidad visible, accesible a través de los sentidos y marcada por los cambios, y un mundo idealizado, de «auténtica realidad», que es estable, inmaterial, eterno y, por tanto, inmutable.
Los Dos Mundos: Sensible e Inteligible
Platón distingue, pues, dos niveles diferentes, dos mundos relacionados a través de una clara participación de las Ideas y los objetos que estas determinan. A esta división se le conoce como dualismo ontológico.
- El mundo sensible está formado por los objetos que están al alcance de nuestros sentidos, de lo que cambia; es el nivel inferior de la realidad y el mundo de las apariencias.
- El mundo inteligible, por su parte, está formado por realidades eternas, perfectas e inmutables, ocultas a la vista y solo accesibles por medio de la inteligencia; es el mundo del saber, de lo estable, eterno y permanente. Es el nivel superior de la realidad, y a este mundo pertenecen las Ideas y los objetos matemáticos.
Jerarquía de las Ideas y la Idea del Bien
Asimismo, las Ideas se hallan jerarquizadas: por una parte, podemos observar los inteligibles superiores (las Ideas) y los inferiores (los objetos matemáticos). Por encima de este ordenamiento de las Ideas se halla el Bien, que es la Idea suprema.
Estos dos mundos quedan perfectamente reflejados en el Mito de la Caverna, en el cual el Sol que ciega a aquellos que han conseguido liberarse de las cadenas, y que ilumina la escena de las Ideas, se identifica precisamente con la Idea del Bien.
Platón explica los dos grados de realidad del siguiente modo: el interior de la caverna sería el mundo sensible y el exterior el mundo inteligible. Esto se complementa con el Símil de la Línea, cuyo objetivo es mostrar los grados de realidad con una escala de menor a mayor. La realidad sensible quedaría determinada por las imágenes (seres naturales y artificiales), y la realidad inteligible por los objetos matemáticos, las Ideas en general y la Idea del Bien.
Dependencia Ontológica y el Papel del Demiurgo
Platón advierte, además, una dependencia ontológica de lo sensible frente a lo inteligible. Este hecho implica que, en el orden del ser, los objetos del mundo sensible son como son porque han sido hechos a partir del mundo de las Ideas; por tanto, se perfilan siempre como copias imperfectas de aquel.
Con el Mito del Demiurgo, esta relación queda patente, pues este modela las cosas que vemos en nuestro mundo a partir de modelos perfectos: las Ideas. El Demiurgo es un dios artífice, una inteligencia suprema, la «mano anónima» que, a partir del modelo del mundo inteligible, crea copias imperfectas de estas Ideas en el mundo sensible. La intención del Demiurgo es hacer lo más bello y lo mejor. El mundo inteligible «permite», pues, muchas copias deformadas en el mundo sensible, resaltando aún más la perfección del otro mundo, donde podemos hallar las Ideas originales en todo su esplendor.
La Teoría de las Ideas: Núcleo de la Filosofía Platónica
La ontología según Platón se fundamenta en la Teoría de las Ideas. Esta Teoría de las Ideas es el núcleo de la filosofía platónica. Tiene un carácter unificador porque agrupa la ontología, la epistemología, la educación, la estética, la ética, la antropología, la cosmología, la psicología y, por último, la política.
Las Ideas para él son realidades inmutables, inmateriales, invisibles, invariables, estables, eternas, únicas y trascendentes.
Las Ideas son la esencia de las cosas visibles. Su origen radica en la relación del mundo inteligible con el mundo sensible: el mundo inteligible es el modelo que utiliza el mundo sensible, caracterizado por la pluralidad y multiplicidad, y por la existencia de copias imperfectas.
Pero estas copias no se autorrealizan, sino que se organizan gracias al Demiurgo, la «mano anónima» que, con el modelo, plasmaba copias en el mundo sensible.
La Supremacía de la Idea del Bien
Hay que destacar, por último, la importancia de la Idea del Bien, que es lo máximo, lo que está por encima de todo. Incluso, de alguna manera, Platón piensa que es lo que otorga ser a todo lo demás. Todo lo que tiene ser, lo tiene por participación del Ser máximo de la Idea del Bien. De este modo, se puede afirmar que todo es bueno porque participa en algún grado de la Idea suprema.
Pero la Idea del Bien solo es alcanzable mediante la inteligencia, pues es meramente inteligible, lo cual implica que Platón le otorga un valor que deja lo espiritual por encima de toda la materia y a la inteligencia por encima de la sensibilidad, como hemos señalado anteriormente.
Nada tiene sentido si no es a la luz de esta Idea que se encuentra por encima de todas las demás.