Maquiavelo: Realismo Político, El Príncipe y la Razón de Estado

La Filosofía Política de Maquiavelo: Estado, Virtud y Realismo

Niccolò Maquiavelo, un humanista influyente, tomó la república romana como modelo para sus reflexiones políticas. Aunque El Príncipe fue su obra más importante, también dedicó extensos estudios a la política romana.

La Preocupación por Italia y la Naturaleza de los Regímenes Políticos

Maquiavelo estaba profundamente preocupado por la situación política de Italia, cuya fragmentación la hacía vulnerable y, según él, necesitaba un nuevo príncipe para unificarla. Concebía los regímenes políticos como seres vivos: tienen una época de esplendor y luego decaen, debiendo ser sustituidos.

Aunque su ideal político era la república, consideraba que en situaciones de decadencia y corrupción era preferible una monarquía absoluta. A pesar de tener su ideal, Maquiavelo se preocupaba más por la situación real y no se movía por su ideal. Así, excluyó lo que ‘debería ser’ (la moral) para centrarse en ‘lo que es’.

Principios Universales del Pensamiento Maquiavélico

Estableció dos principios universales fundamentales:

  • La invariabilidad de la naturaleza humana: el hombre no ha cambiado nunca.
  • La maldad intrínseca de los seres humanos.

El Estado y el Príncipe: Pragmatismo Político

En cuanto a la política y el Estado, Maquiavelo concibe el Estado como un organismo autónomo cuyo fin primordial es su propia supervivencia y expansión. El príncipe se identifica plenamente con los intereses del Estado y debe atenerse exclusivamente a ellos. Para él, la famosa máxima de que «el fin justifica los medios» y la idea de que «el éxito justifica las acciones» resumen su pragmatismo político.

El príncipe ideal ha de tener cualidades esenciales como:

  • Virtud: entendida como vitalidad, fuerza y decisión para actuar.
  • Prudencia: que implica sagacidad y astucia.

Con estas cualidades, el gobernante puede minimizar los posibles efectos de la fortuna.

Política y Religión en la Visión Maquiavélica

Maquiavelo reconocía que la religión siempre había sido un factor crucial de cohesión social. Sin embargo, criticó duramente al Papa por los efectos desastrosos de su influencia en la política italiana.

Además, censuró al cristianismo por defender virtudes pasivas (como la resignación y la paciencia), en contraste con la virtud activa (vitalidad, fuerza y decisión), a la que consideraba la cualidad política por excelencia.

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