Introducción: El Problema del Conocimiento
Gracias a la teoría de las Ideas, Platón ha encontrado un objeto estable y permanente para la ciencia. Pero, ¿cómo podemos conocer las Ideas si pertenecen a otro mundo distinto del nuestro? ¿Cómo se relaciona el Mundo de las Ideas con el ser humano que habita el mundo sensible? A través de tres formas: la reminiscencia, la dialéctica y el amor.
La Reminiscencia
La Idea no está «contenida» en las cosas sensibles que participan de ella o la imitan: la Idea es una realidad separada. Por tanto, la percepción de las cosas sensibles no puede darnos a conocer la Idea como tal; las Ideas sólo pueden ser conocidas por contemplación directa en el Mundo Inteligible. Pero el alma humana ha morado en ese Mundo y ha contemplado allí las Ideas. Al entrar en el mundo sensible y unirse al cuerpo, olvida las Ideas, pero al contemplar las cosas puede recordarlas porque el mundo sensible es copia del Mundo de las Ideas. El conocimiento sensible no carece por tanto de valor, sino que sirve de ocasión para el recuerdo. Por eso dice Platón que el conocimiento es reminiscencia, recuerdo.
La Dialéctica
La dialéctica ascendente es el método propio de la filosofía que permite el acceso al Mundo de las Ideas. Es un proceso hacia la Idea y luego de Idea en Idea hasta la Idea suprema: proceso de lo múltiple a lo uno (la Idea de Bien). También hay una dialéctica descendente que permite establecer la comunicación entre las Ideas. En algunos de sus diálogos, Platón identifica la dialéctica con la filosofía misma, y la considera constituida por dos movimientos lógicos inversos: el primero de ellos es la composición o unificación, que consiste en captar la esencia inmutable (Idea) de las cosas mediante una elevación progresiva desde los objetos de experiencia sensible hasta los conceptos más generales; es decir, lo que comúnmente llamamos abstracción o universalización a partir de lo particular. El segundo es la división (o particularización), mediante el cual se llega a lo particular siguiendo las diferencias internas de los distintos géneros; por ejemplo, de «animal» pasamos a «animal bípedo», y de aquí a «animal bípedo sin plumas», que constituye una posible definición de hombre y, por lo tanto, una particularización de este en el marco de «lo animal» en general. En sus diálogos tardíos (*Parménides*, *Sofista*), Platón presenta la dialéctica como la ciencia que sabe distinguir qué ideas están relacionadas entre sí y cuáles no lo están.
La Dialéctica y el Mito de la Caverna
La dialéctica es ejemplificada por Platón en el Mito de la Caverna, donde los prisioneros captan las imágenes y sombras. El prisionero que logra liberarse capta los objetos propiamente dichos gracias a la luz de un pequeño fuego, el mismo que proyectaba esas sombras e imágenes. Luego accede a la boca de la caverna y descubre, con esfuerzo, la luz del sol, que representa alegóricamente a la Idea del Bien. Luego, regresa al fondo de la caverna e intenta compartir sus conocimientos con los demás.
La Alegoría de la Línea y los Tipos de Conocimiento
En su ascenso dialéctico, Platón habla de un trayecto de conocimientos –la alegoría de la línea– que se debe llevar a cabo para llegar finalmente a la Idea de Bien. Platón distingue dos tipos de conocimiento que representa en la doxa o conocimiento sensible y noesis o conocimiento intelectual. La doxa u opinión comienza con la percepción de las imágenes: eikasia, nos permite elaborar una creencia sobre el mundo que percibimos que se ocupa de los seres sensibles: pistis, es la opinión sobre el mundo sensible, cambiante, imperfecto. No puede ser un conocimiento universal ni perfecto. La noesis o conocimiento intelectual es capaz de llevarnos a la verdad. En ella somos capaces de “ver” con la inteligencia prescindiendo de lo sensible. En el conocimiento llamado dianoia somos capaces de pensar las figuras geométricas a partir de las figuras sensibles y la episteme permite conocer las ideas, es el verdadero conocimiento científico, universal y necesario. Las matemáticas son la preparación para ascender al Mundo de las Ideas, «dan un fuerte impulso hacia la región superior» ya que arrancan del mundo del devenir e introducen en la contemplación de los objetos inteligibles. Las matemáticas tratan con objetos inmutables, igual que las Ideas, pero en el mundo sensible.
El Amor
Este ascenso al Mundo de las Ideas no sólo es un ascenso intelectual, sino que está apoyado por el amor. En el *Banquete* y en el *Fedro* expone que el alma que ha caído a este mundo después de contemplar el Mundo de las Ideas, al acordarse de ese Mundo es impulsada por el amor que le une a él: el amor es el deseo de algo que no se posee pero de lo que se tiene necesidad. Cuando se siente, se convierte en guía del alma hacia el mundo intelectual.