Vida descendente Nietzsche

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La cultura occidental desde su principio, debido a Sócrates y a Platón, es una cultura racional y dogmática, decadente por ello. La tradición occidental es esa oposición a la vida, a los instintos.
Nietzsche es “pura dinamita” si atendemos a las tres directrices a la tradición occidental. Esta crítica nietzscheana debe comenzar por la crítica de la moral que la sostiene, la moral judeo-cristiana, que late incluso en los deseos de igualdad del socialismo, incluso en la “objetividad del científico”, reivindica nuestro filósofo.

Las morales pueden reducirse a dos tipos básicos: moral de señores y moral de esclavos. De estas dos morales la “moral de señores” es históricamente anterior y prevalecíó en la antigüedad. “Bueno” significa noble, superior, poderoso, orgulloso, el hombre que vive una vida elevada y afirmativa. “Malo” significa bajo, sucio, mezquino, inferior y negador. Esta moral fue invertida por la de los esclavos, que por el contrario entendían “bueno” como lo manso, sumiso, igual y “malo” como belicoso, orgulloso, etc.

En la historia el paso de una moral a otra se ha dado con el pueblo judío, que inició lo que Nietzsche llama “rebelión de los esclavos en la moral”. El cristianismo es el heredero de esta religión y quien ha hecho triunfar en Occidente los valores del pueblo judío.

Es esta la moral mediocre. Es, por tanto una forma de vida decadente la que se abre en la misma realidad de la cultura occidental. La reflexión acerca de la moral se encuentra presente en casi todas las etapas del pensamiento de Nietzsche, pero con mayor insistencia en el Zaratustra. No en vano él es el creador de los conceptos de bien y del mal en la mitología oriental, y por ello, en esta figura encuentra Nietzsche la necesidad de ir más allá de estos conceptos. Lo que ha hecho triunfar a esta “moral de esclavos” es, según Nietzsche, el resentimiento, el odio al superior, el espíritu de venganza. La moral de esclavos, es una reacción contra la vitalidad de los nobles. Localizada en el resentimiento esta fuerza creadora de los valores de la moral de esclavos, Nietzsche procede a un desenmascaramiento psicológico de esta moral.

Bajo el amor, el altruismo, compasión, bondad, hay soterrados un conjunto inconfesable ye inconsciente de odio, egoísmo, interés, vanidad…Proclamándose “buenos” los esclavos lo que pretendían estos pobres de espíritu sería arrogarse una forma cualquiera de superioridad sobre los nobles, lo que no es más que una forma de venganza. En definitiva, Nietzsche considera que la moral tradicional se caracteriza por ser “contranatural”, en tanto que se opone a la vida, establece leyes y catálogos en contra de la vida, de los instintos vitales.


La moral platónica cristiana es una condena de esos instintos. Su base filosófica es el platonismo, “mundo de las ideas”, sirve de más allá religioso para los cristianos. El centro de gravedad, entonces es ocupado por Dios, no por el hombre. Como alternativa Nietzsche propone la negación de Dios para redimir al mundo y dar sentido al hombre. En consecuencia, Nietzsche se califica a sí mismo como “el inmoralista”, al ser su moralidad anticristiana. No es amoral, sino que tan solo rechaza la moral alemana, burguesa, cristiana, idealista.

En “Humano, demasiado humano” Nietzsche define la metafísica como la ciencia que trata de los errores fundamentales del hombre, pero lo hace como si fueran las verdades. Los filósofos dogmáticos han creído siempre que las cosas de valor supremo tenían un origen distinto, que no podían derivarse de este mundo terreno y efímero, sino que venían de Dios, del otro mundo. Para justificar una serie de categorías, el filósofo inventa un mundo distinto de este.

El supremo error de la metafísica es haber admitido un “mundo Verdadero” frente a un “mundo aparente”, cuando solo este último es real. La ontología tradicional, instaurada por Platón al afirmar un mundo perfecto, considera al ser como algo fijo, estático e inmutable. Además no se deja ver en un mundo dónde todo es cambiante. Son de nuevo prejuicios de los filósofos frente a la vida.

El propio Nietzsche sintetiza en el crepúsculo de los dioses su crítica a la ilusoria distinción entre el mundo verdadero y el mundo aparente:

1. – No tenemos más realidad que la que nos parece y no las abstracciones universales

. 2.-

“Ser verdadero” signos del no ser, de la nada, en contradicción con el mundo real.

3.-

“Otro” mundo distinto de este no tiene sentido, sería calumnia, empequeñecimiento de la vida.

4

– Distinguir mundo “verdadero” y mundo “aparente” es síntoma de la vida decadente. La tesis de Nietzsche es que no existe mundo aparente y mundo verdadero, sino el devenir constante de la vida creando y destruyendo el mundo. Nietzsche niega toda ontología que implique menosprecio a la vida. El intelecto es incapaz de captar la realidad de la vida, lo que analiza en Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral.

También aquí Nietzsche sigue el método genealógico de la crítica, explicando la génesis de aquellas categorías o conceptos que comportan y significan el mayor obstáculo contra la interpretación de la realidad como devenir. Lo que llamamos racional es una actividad que consiste en la abstracción de las impresiones, convirtiéndolas en conceptos. Gracias a esta abstracción, el hombre puede hacer frente al devenir, para que no sea arrastrado por las intuiciones, sin posibilidades de sobrevivir

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