Tipos de organización organicista y mecanicista

2.4 REALIDAD CONOCIMIENTO Y VERDAD SEGÚN Aristóteles

A) Aristóteles como ejemplo de realista gnoseológico

Los realistas gnoseológicos son aquellos filósofos que consideran que la realidad es independiente del sujeto que la conoce y que se puede conocer tal y como es en sí misma.  Aristóteles viene a sostener que el conocimiento, y por tanto la verdad, es posible porque el alma forma en sí copias de la realidad externa ya que es como un espejo en el que se refleja la realidad.

B) La estructura de la realidad

Según Aristóteles, el mundo está compuesto de cosas individuales que tienen realidad por sí mismas y a los que llama sustancias.  Las sustancias llevan insertadas ciertas cualidades a las que se denomina accidentes. Los accidentes son cosas tales como los colores, los olores, el tamaño, etc. Las sustancias están compuestas, a su vez, de dos principios: la materia primera, que es eterna y absolutamente indeterminada, y la forma sustancial, que es el principio que estructura, que organiza, a la materia primera, y que es universal, es decir, es común a todos los individuos de una misma especie.

C) Los diversos tipos de almas

A las formas sustanciales que estructuran la materia de los seres vivos las llama Aristóteles almas. Todos los seres vivos tienen, pues, un alma. Ahora bien, dentro de los seres vivos hay diversos niveles de complejidad; ello se debe a que poseen distintos tipos de almas con distintas capacidades. Aristóteles distingue entre tres tipos de almas: vegetativas, sensitivas y racionales.

Las almas racionales son las propias de los seres humanos e incluyen las capacidades de las almas vegetativas y sensitivas. Entre las capacidades de las almas sensitivas está la de obtener conocimiento sensible, y entre las capacidades de las almas racionales está la de obtener conocimiento racional Por tanto, el ser humano posee la capacidad de conocimiento sensible, y la capacidad de conocimiento racional. Veamos en los siguientes apartados cómo funcionan.


D) El conocimiento sensible

Todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos. Aristóteles distingue entre los sentidos externos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y los sentidos internos (sentido común, memoria, imaginación y estimulación). A través de nuestros sentidos externos recibimos sensaciones provenientes del exterior: colores, olores, texturas. Según Aristóteles, el alma, a nivel sensible, tiene capacidad para ser accidental de cualquier forma accidental. 

Una vez que esas cualidades o formas accidentales están ya en el alma, interviene el sentido común, que es capacidad que nos permite distinguir entre las cualidades provenientes de diversos sentidos y además nos permite agrupar cualidades diversas formando una imagen única de un objeto.  A partir de aquí intervienen la imaginación y la memoria, que nos permiten evocar las imágenes de los individuos una vez ya elaboradas. Con esto se acaban las posibilidades del conocimiento puramente sensible. Pero el ser humano tiene además la capacidad del conocimiento intelectual, racional.

 El conocimiento intelectual

El conocimiento intelectual es el conocimiento de lo universal, frente al conocimiento sensible, que trata solo de cosas particulares. Pero lo que hay de universal en las cosas es su forma sustancial. De ahí que un conocimiento será universal cuando sea conocimiento de las formas sustanciales El conocimiento de las formas es llevado a cabo por el entendimiento a través de un complicado proceso:

1. El entendimiento tiene la capacidad de ser cualquier forma sustancial (tiene esa capacidad «en potencia»>)

2. Cuando el entendimiento detecta una imagen en la memoria o la imaginación opera sobre ella eliminando sus componentes sensibles y se queda con su estructura, su esencia, es decir, con la forma sustancial subyacente. A este proceso se le denominará abstracción.

3. De ese modo, el entendimiento pasa a ser esa forma sustancial en acto, adopta esa forma sustancial en acto. A esta forma sustancial en el entendimiento es a lo que nosotros llamamos concepto.

Una vez en posesión de determinados conceptos el entendimiento se vuelve otra vez a las imágenes sensibles del alma y aplica estos conceptos a esas imágenes. Así elabora juicios del tipo: «Esto es blanco» o «Las vacas son rumiantes>>.


2.4.2. Realidad, conocimiento y verdad según Descartes

A) Descartes como ejemplo de pensador idealista y racionalista

Descartes es un filósofo clave en el desarrollo del pensamiento moderno. Con Descartes hacen su aparición las gnoseologías idealistas y la corriente racionalista que dominará el panorama filosófico de la Europa continental durante los siglos XVI y XVII.

B) El punto de partida: el escepticismo radical

Descartes convierte la teoría del conocimiento en el eje en tomo al cual desarrollará su sistema filosófico. Comienza por plantearse si el conocimiento es posible, si puede, frente a lo que opinan los escépticos, fundamentar el conocimiento. Para fundamentar el conocimiento habrá que encontrar un punto de partida, un primer principio. Que sea cierto, evidente. Es decir, del que no se pueda dudar. Para encontrar ese primer principio, Descartes se comportará como un escéptico radical. Someterá a análisis todo supuesto conocimiento y rechazará aquel del que quepa la más mínima duda. A este procedimiento de dudar sistemáticamente de todo para ver si queda algo en pie se lo conoce como duda metódica.

C) La duda metódica

Vamos, pues, a someter al proceso de duda todos nuestros conocimientos. Esto nos llevará a seguir tres pasos:

1. Dudar de los sentidos. Los sentidos constituyen la primera fuente de información acerca de la realidad. Pero no podemos fiarnos de ellos: existen alucinaciones, distorsiones ópticas, errores de perspectiva, etc.. 

2. Dudar de la realidad. Una vez rechazados los sentidos como fuente de información segura, nos encontramos con otro conocimiento aparente: que vivimos instalados en un mundo real. Pero también eso es cuestionable No hay forma de asegurar que, por ejemplo, lo que creemos real no sea fruto de un sueño, que nuestra vida entera no sea un sueño prolongado.

3 Dudar del entendimiento. Rechazada la información que viene de los sentidos, me encuentro con otro tipo de información en mi mente. Aquellas ideas o proposiciones construidas por el propio entendimiento con independencia de los sentidos. Estas ideas, al no proceder de los sentidos, no pueden estar compuestas de rasgos cualitativos tales como colores, olores, sones, etc. Por ello, las ideas y proposiciones elaboradas por el entendimiento serán de carácter cuantitativo, es decir, matemático


B) El espacio, el tiempo y las categorías del entendimiento

A los datos que proceden de fuera del sujeto que conoce los llama Kant Impresiones Pero para que eso que viene de fuera del sujeto pueda ser captado por el sujeto tiene que responder a algún orden, a alguna forma (al igual que, por ejemplo, para que laluz pueda ser vista tiene que ser captada en forma de color)
. Ese orden tiene que valer para toda impresión, dado que estamos tratando de analizar cómo funciona nuestra capacidad de tener sensaciones en general.

Kant descubre que tal orden viene establecido por el espacio, el tiempo y las categorías del entendimiento. Las categorías del entendimiento son dos conceptos: que el sujeto emplea para ordenar la experiencia.
Son: unidad, pluralidad, totalidad, relación, negación, limitación, sustancia-accidente, causalidad, comunidad, posibilidad, existencia y necesidad.

Veamos algunos ejemplos de cómo intervienen el espacio y el tiempo en la organización de la experiencia: 

-Si percibimos una mancha de color amarillo y una textura lisa ocupando el mismo «espacios, las atribuimos al mismo objeto. Nunca recibiremos el mismo objeto ocupando dos lugares distintos en el «espacio» al mismo tiempo». Supuesto que veamos dos objetos (dos dados, por ejemplo), exactamente iguales, pero en dos sitios distintos a la vez, no se nos ocurrirá decir que son el mismo dado. Porque nuestra manera de organizar las cosas en el espacio y el tiempo nos impide considerarlo así; y concluimos que, aunque sean exactamente iguales, son dos dados diferentes>>


¿Podemos dudar de las ideas o proposiciones de carácter matemático? Ciertamente, no podemos. Ni en sueños somos capaces de imaginar una realidad donde dos más dos no sea igual a cuatro, por ejemplo.

Ahora bien, aunque no podamos dudar de las verdades matemáticas, podemos dudar de que estas verdades describan correctamente el mundo externo a mi mente. El entendimiento podría estar mal hecho, hecho por un Dios malvado que se divirtió viendo cómo me equivoco en mis cálculos.

D) El primer principio

Después de llevar la duda a todos los terrenos me encuentro con que, pese a todo, me queda una verdad segura, indudable, evidente: que dudo Pero dudar es una forma de pensar. Esto me permite formular un primer principio, una verdad absoluta que ninguna duda puede derribar: «Pienso, luego existo».

E) Dios garantiza que lo cierto es verdadero

Una vez garantizado que existo como ser pensante, analizo mi pensamiento y encuentro en él diversos tipos de ideas. Algunas de estas ideas son creadas por mi propio entendimiento. Entre estas, la idea de infinitud o perfección. O, lo que es lo mismo, la idea de Dios.

Pero un ser perfecto no puede no existir. De modo que ya tengo dos cosas seguras: que existo como ser pensante y que existe un ser perfecto: Dios.

Pero si existe Dios, entonces el tercer paso de la duda no tiene sentido. Un ser perfecto no podría tolerar que mi entendimiento estuviera mal hecho, hecho para equivocarme. Por tanto, si no puedo dudar del entendimiento, las ideas y proposiciones elaboradas por este, aquellas de carácter matemático, también serán seguras. Esto quiere decir que cuando describo matemáticamente el mundo puedo estar seguro de que lo estoy describiendo correctamente.

F) El mundo es extensión

Aquello que es medible, que es extenso aquellas realidades que no se pueden describir en términos matemáticos, que no se pueden reducir a cantidades y no son auténticas realidades, son sólo modos de ser afectado el sujeto, son realidades subjetivas, pero no objetivas.

Para Descartes, y para la ciencia moderna, la realidad entera se reduce a movimientos de cuerpos que empujan, golpean o tiran de otros cuerpos. Dado que, tanto los cuerpos (que se pueden descomponer en figuras) como sus movimientos pueden describirse en términos cuantitativos, matemáticos.


2.4.3. Realidad, conocimiento y verdad según Kant

Kant lleva los planteamientos idealistas un poco más lejos, no se limita a decir que la realidad no es independiente de nuestro modo de conocerla, sino que sostiene, además, que el mundo de la experiencia es, en parte, una construcción del propio sujeto Por eso puede haber una concordancia entre el pensamiento y la realidad, porque está, para ser conocida, tiene que adecuarse a las condiciones que impone de antemano el sujeto. Lo vamos a desarrollar en los siguientes apartados.

A) La construcción de la experiencia: consideraciones previas

Antes de comenzar a explicar la teoría del conocimiento de Kant vamos a plantearnos qué es algo más sencillo. Por ejemplo. ¿cómo percibimos un color? Aristóteles y otros pensadores antiguos creían que el color es una propiedad de las cosas (en terminología aristotélica, un color sería una forma accidental que se da en una determinada sustancia).

Nosotros sabemos que eso no es así. Nosotros sabemos que el color es el resultado de la interacción de algo que viene de fuera (la luz, con ciertas longitudes de onda) con nuestro sistema visual.

De modo que la luz estimula las células fotorreceptoras de la retina, que transmiten un impulso a través del nervio óptico, a ciertas áreas del cerebro que interpretan la información que le llega como «color verde», «color rojo», etc. No es del todo correcto, por tanto, decir que el color es algo «que está en las cosas». Como tampoco es correcto decir que el color es algo que está en mi cerebro». El color es fruto de la interacción de algo que viene de fuera (la luz), con algo que pone el sujeto que percibe (un determinado sistema nervioso).

Ahora bien, el problema que se plantea Kant es de índole más radical (se trata de un problema filosófico, no fisiológico, biológico o psicológico). Lo que trata de descubrir Kant es cómo puede algo, en general, ser captado. Cómo puede algo en general, en abstracto, convertirse en objeto de experiencia. Pero el proceso es similar: se trata de descubrir qué datos vienen de fuera en cualquier tipo de sensación, y qué pone el sujeto de antemano para que haya sensación.


B) El espacio, el tiempo y las categorías del entendimiento

A los datos que proceden de fuera del sujeto que conoce los llama Kant Impresiones Pero para que eso que viene de fuera del sujeto pueda ser captado por el sujeto tiene que responder a algún orden, a alguna forma (al igual que, por ejemplo, para que laluz pueda ser vista tiene que ser captada en forma de color). Ese orden tiene que valer para toda impresión, dado que estamos tratando de analizar cómo funciona nuestra capacidad de tener sensaciones en general.

Kant descubre que tal orden viene establecido por el espacio, el tiempo y las categorías del entendimiento. Las categorías del entendimiento son dos conceptos: que el sujeto emplea para ordenar la experiencia. Son: unidad, pluralidad, totalidad, relación, negación, limitación, sustancia-accidente, causalidad, comunidad, posibilidad, existencia y necesidad.

Veamos algunos ejemplos de cómo intervienen el espacio y el tiempo en la organización de la experiencia: 

-Si percibimos una mancha de color amarillo y una textura lisa ocupando el mismo «espacios, las atribuimos al mismo objeto. Nunca recibiremos el mismo objeto ocupando dos lugares distintos en el «espacio» al mismo tiempo». Supuesto que veamos dos objetos (dos dados, por ejemplo), exactamente iguales, pero en dos sitios distintos a la vez, no se nos ocurrirá decir que son el mismo dado. Porque nuestra manera de organizar las cosas en el espacio y el tiempo nos impide considerarlo así; y concluimos que, aunque sean exactamente iguales, son dos dados diferentes>>

Veamos ahora algunos ejemplos de cómo las categorías del entendimiento intervienen en la organización de la experiencia:

Cuando captamos una mesa lisa de color verde, diferencianos de antemano entre la cosa (la mesa) y sus propiedades (ser lesa, ser verde) Es decir, estamos aplicando la categoría sustancia accidentes para organizar nuestras impresiones.

Cuando golpeamos una bola de billar con otra y esta se desplaza, no nos limitamos a pensar que la primera alcanza a la segunda y acto seguido la segunda se pone en movimiento, que es lo que realmente vemos, sino que, de antemano nuestro entendimiento organiza las impresiones aplicando la categoría de causalidad y damos por sentado que el golpe de la primera es la causa del movimiento de la segunda.


C) Los elementos a priori y a posteriori en la experiencia

De las impresiones, es decir, de los datos que vienen de fuera, Kant dice que constituyen la materia de la experiencia. Al orden que imponemos a esos datos para poder captarlos (Kant dice «instruirlos») lo llama forma de la experiencia.

La forma de la experiencia es una condición para que pueda haber cualquier experiencia Cualquier dato que no respete el orden que imponen espacio, tiempo y categorías no puede ser objeto de la experiencia (y, por tanto, no constituye dato alguno).

Pero si espacio, tiempo y categorías son la condición para que pueda haber experiencia, no pueden proceder ellos mismos de la experiencia Son, por tanto, elementos a priori (anteriores a la experiencia). Son elementos que el sujeto encuentra en sí y pone en la experiencia para ordenarla.

Además, para que haya experiencia tiene que haber algo sobre lo que aplicar espacio, tiempo y categorías. Ese algo son las impresiones que, como no proceden del sujeto sino de la realidad, son elementos a posteriori (posteriores a la experiencia) Pues solo pueden ser captadas después de que el sujeto les haya aplicado espacio, tiempo y categorías

El problema de cómo pueda lo pensado por el sujeto adecuarse a la realidad queda resuelto en la concepción kantiana del conocimiento porque la realidad (la experiencia) sólo existe como tal en la medida en que se ajuste a las condiciones que establece a priori el propio sujeto.


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