Texto argumentativo del príncipe de Maquiavelo

Comentario de texto Maquiavelo:

UBICAR AL AUTOR EN SU CONTEXTO:

Nícolás de Maquiavelo es un autor florentino que vivíó entre los siglos XV y XVI y que pertenecíó al pensamiento renacentista, concretamente al pensamiento político. Él quiso hacer de la política una ciencia como la Física o la Medicina y para ello era necesario separarla de cualquier tipo de consideración moral o religiosa. Por todo ello, su postura ha recibido el nombre de Realismo político  quedando plasmado en una de sus obras fundamentales, ‘El Príncipe’.

TEMA DEL TEXTO

Maquiavelo recomienda  en este texto que para mantener el poder, un Príncipe debe estar dispuesto a prescindir de consideraciones morales y a ‘no ser bueno’ o dejar de serlo si las circunstancias así lo requieren.

IDEAS DEL TEXTO:1

Para poder dar consejos útiles sobre política es mejor considerar el estado de cosas real y no un estado de cosas imaginario, como muchos han hecho.
2.Existe mucha distancia entre cómo se vive y cómo se debería vivir, por lo que si alguien tan sólo tiene en consideración lo que se debería hacer, aprenderá antes su ruina que su preservación.
3.Un hombre que quiera hacer profesión de bueno no logrará el poder sino la ruina ya que el resto de los hombres no se comporta con bondad.
4.Es necesario, pues, un príncipe que si quiere mantener el poder deje a un lado la bondad y la moralidad si las circunstancias así lo requieren.

RELACIÓN ENTRE LAS IDEAS

El texto de Maquiavelo parte de una premisa fundamental, en política hay que partir de lo que ocurre y no de lo que debería ocurrir, como muchos autores han hecho.
Para explicar y avalar esta primera premisa expone que nada tiene que ver el ‘cómo se vive’ con el ‘cómo se debería vivir’y el que tan sólo tome en consideración esto último no logrará preservarse en el poder.
La razón de ello es que el hombre que hace profesión de bueno entre tantos que no lo son se estará labrando su ruina política.
Por todo esto, Maquiavelo concluye que un príncipe debe estar dispuesto a prescindir de la moralidad si las circunstancias así lo requiriesen.

EXPLICACIÓN DE LAS IDEAS

Como ya se ha dicho, Maquiavelo en este texto parte de una tesis fundamental que  lo convertirá en el padre de la ciencia política y es que en esta disciplina si se pretende dar consejos de utilidad hay que partir de lo que ha sucedido en realidad y no de lo que debería suceder. Con esta primera idea queda patente el  Realismo político  del autor que se aleja de la línea de pensamiento utópico inaugurado por Platón y continuado por un contemporáneo suyo, Tomás Moro. Nuestro autor opina que en política se debe operar como en otras ciencias, recopilando datos y explicándolos mediante principios hipotéticos. Se trata de un proceso científico que debe prescindir de consideraciones morales tal y como se afirma al final del texto.


Apoyando esta primera tesis, el autor afirma que poco tiene que ver la realidad de ‘cómo se vive’ con la consideración de ‘cómo se debería vivir’. Así, Maquiavelo se aleja de la tradición medieval que daba consejos moralizantes sobre cómo se debía gobernar, no olvidemos por ejemplo la postura de S. Agustín que propónía los preceptos del Cristianismo como guía de la justicia en el Estado. Al florentino, por el contrario, le interesa exponer cómo se gobierna efectivamente un Estado y de qué modo se comportan los príncipes que llevan con éxito su cometido. En política como en la Naturaleza, los hechos guardan una regularidad, por lo que ante acciones políticas similares cabe esperar consecuencias también similares. El gobernante que no tenga en cuenta esta consideración, no podrá perpetuarse en el poder ni preservar el orden en el Estado.

Así, vuelve a afirmar en el texto, que el príncipe que quiera hacer profesión de bueno entre tantos que no lo son no estará sino labrando su ruina política. El pensamiento político de nuestro autor parte de dos principios, uno al que ya he aludido en el párrafo anterior y que parte del hecho de que la naturaleza humana es siempre la misma en todo tiempo y lugar, por lo que se puede aprender de lo ocurrido; pero también el Realismo político de Maquiavelo echa mano de un segundo principio, la existencia en el ser humano de una tendencia hacia la maldad cuando no existe límite alguno que la condicione. La consecuencia que el aprendiz de príncipe debe obtener de esta segunda afirmación es que, como se señala en el texto, el gobernante no debe presuponer  bondad sino inclinación hacia el mal en el género humano, para así prevenirlo o combatirlo si llegara el caso.

Por todo lo afirmado y por la tendencia de muchos hombres a dejarse arrastrar por la maldad y no por el bien del Estado, el Príncipe deberá aprender a separar la política de la ética y dar prioridad a la estabilidad y orden del Estado. Para ello deberá estar dispuesto a dejar de ser bondadoso cuando las circunstancias así lo requieran, por lo que el fin (siempre de urgencia) justificaría los medios empleados.

Un buen príncipe, por tanto, para Maquiavelo debe reunir dos cualidades, la virtud y la prudencia. Para ello tendrá que poseer el vigor y la determinación de un león para tomar decisiones y aplicarlas, pero también la astucia de un zorro para comprender las circunstancias esquivando y protegíéndose de las trampas. No todos los hombres poseen estas cualidades por lo que no todos están preparados para gobernar.

De todas formas hay que matizar que las propuestas maquiavélicas de la obra a la que pertenece este texto, ‘El Príncipe’, se escriben con un fin fundamental: ofrecer las técnicas más eficaces para instaurar y preservar un Estado en caso de alarma y urgencia política como la que se vivía en Italia en tiempos de Maquiavelo. El autor se inspiró así en sus aprendizajes como diplomático fuera de Florencia y en la figura de César Borgia, entre otros, para diseñar un modelo de monarca carente de prejuicios morales y religiosos y que pudiera conseguir reunificar y reorganizar una nacíón italiana dividida y expuesta a constantes amenazas externas como las de Francia y España. Maquiavelo, pues, nunca justificó el uso de la crueldad y de la ausencia de moral en cualquier estado de cosas sino tan sólo en situaciones límite donde la integridad y seguridad del Estado estuviera en serio peligro.

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