Sociedad y poder político

Lamoral es el conjunto de creencias que tiene un individuo o una comunidad. También el modo en que, de acuerdo a esas creencias, se comporta un individuo o una comunidad. La moral seria la idea de bien y de mal, individual y colectiva.

La ética es la rama de la filosofía que estudia y fundamenta la moral. Lo cierto es que, habitualmente se confunden estos dos términos cuando se dice que alguien no es ético o tiene poca ética, pues lo que se debería decir en estos casos es que tiene poca (o ninguna) moral, que es inmoral o amoral. Ética solo tendrían aquellos que hubieran escrito un tratado sobre moral. La ética se pregunta cosas como por qué creemos que esto es bueno y aquello otro malo, por qué para algunos aquello es malo y esto de aquí bueno, por qué existe la moral, si es necesario que esta exista… La ética no diría que esto o aquello está bien o mal (eso lo haría la moral), la ética estudiaría el porqué de que algo este bien o mal.

Sin embargo, para que podamos pensar que existe la moral, y en consecuencia, la justicia, el bien, y un largo etcétera, hemos de partir del supuesto de que existe la libertad.
En ese sentido, no podríamos decir que una persona puede ser amoral si no es libre. Si asumimos que cualquier persona es libre, sería responsable y sus actos serian mejores o peores siempre fruto de la moralidad. Lo que sí podremos decir es que alguien es inmoral cuando se comporta mal.

Poder político


L

a complejidad creciente de las sociedades favorece la especialización del trabajo. Dado que surgen todo tipo de funciones, también aparecen grupos de personas encargadas de liderar, organizar y dirigir al grupo. Estos toman decisiones que afectan a todos los miembros y que los mismos deben acatar. De este modo el poder se entiende como un hecho natural de la condición social humana.

Toda comunidad política, como comunidad social que es, funcionará también mediante relaciones de poder. Ese poder aceptado por la sociedad organizada actuará mediante la potestad, entendíéndolo como la capacidad de poder de un órgano político o jurídico. El poder político y la potestad deben fundamentarse en el consentimiento de la sociedad.

Poder y potestad no son sinónimos de autoridad. La autoridad no deriva de la capacidad de poder coercitivo o efectivo de la persona sino de sus conocimientos


Poder político

El poder político no solo deberá ser aceptado y consentido por la sociedad a la que se aplica sino que también deberá cumplir ciertas carácterísticas:

  1. Deberá estar orientado al bien común y no al particular siendo beneficioso para el conjunto.

  2. Regulará a través del derecho y las normas jurídicas la estructura social y, en consecuencia, las actitudes individuales.

  3. Respaldado por la fuerza material, será coactivo si quiere ser efectivo. (pregunta: ¿sería posible ejercer un poder sin la fuerza durante un tiempo prolongado?)

  4. Deberá ser legal (acorde al derecho)
    Y legítimo. Será legítimo si se ajusta a los fines que pretende alcanzar o proteger como pueden ser la justicia, los derechos humanos y el bien común.

  5. Será limitado, no absoluto

    Se limitará mediante diferentes mecanismos de control: El derecho (Estado de derecho), Garantía de los derechos humanos, Temporal (mandatos limitados) y funcionalmente (división de poderes), Pluralismo político, Elecciones libres


Como conclusión podemos decir que mediante el derecho y, por tanto, las leyes, el poder político del estado moderno es la capacidad que los individuos poseen al actuar de forma coordinada para aceptar las leyes que les rigen, así como para designar los miembros que deben velar por el cumplimiento de las mismas. El que ostenta el poder puede actuar en nombre del grupo al que representa, ya que se le otorga autoridad para ello y para usar los elementos necesarios


  1. Legalidad y legitimidad del poder político

 Legitimidad es un término referente a la justicia, un gobierno es legítimo si es justo. Legitimidad es un término filosófico. Sin embargo, la legalidad hace referencia a que el gobierno actúe acorde a unas las leyes, esto es, al derecho.
Estas leyes del derecho positivo son:

  1. Convencionales: proceden del acuerdo
  2. Vinculantes: para todos los ciudadanos
  3. Coercitivas: coactivas, o se cumplen o el Estado obliga a cumplirlas.

La legitimidad va más allá de la legalidad ya que las exigencias de la justicia no son solo las exigencias de las leyes. Un gobierno también debe respetar la ley natural para ser legítimo.


Teorías de la legitimidad del poder político


Como hemos dicho, un gobierno debe ser legítimo para ser duradero y eficaz. Elementos como la violencia no son suficientes para que un pueblo considere legítimo a su gobierno, sino que se requiere de unos líderes aceptados y valorados por la sociedad. Pero, ¿cómo un sujeto logra ser legítimo para ejercer el poder político? Las diferentes respuestas posibles nos dan pie a presentar algunas de las teorías políticas más relevantes a lo largo de la historia del pensamiento.

Legitimidad según el origen:


el que ostenta el poder debe tener unas cualidades obligadas, las cuales le otorgan derecho a gobernar. Pueden ser cualidades de origen divino, cualidades de liderazgo o sabiduría, cualidades otorgadas por la tradición…

Legitimidad según los fines:


el gobierno ostenta el poder si persigue los mismos fines que su sociedad. Si el fin es el bien común, el sentimiento de identidad crece y, por tanto, el poder político también.


Política de Aristóteles:
El fin es la felicidad

El fin último del ser humano es la felicidad, la cual solo puede alcanzar realizándose de forma racional, mediante el pensamiento. El hombre es un ser social y no puede vivir fuera de la sociedad, ya que sin la sociedad no puede ejercer su capacidad propia, la racionalidad. Por tanto, solo en sociedad puede alcanzar la felicidad.

debe pues orientarse a la consecución de la felicidad individual. La acción ciudadana es fundamental para la polis, para que sus leyes mejoren la posibilidad de que sus ciudadanos sean felices. Al igual que Platón, la acción ciudadana solo puede ejercerse de forma justa, pero también virtuosa entre los extremos viciosos, siendo la virtud el término medio. Las formas de gobierno existentes pueden entonces ser justas o injustas según se aproximen más a los extremos viciosos o a la virtud.

Las formas de gobierno justas y, por tanto, legítimas, son:

Monarquía


Un individuo gobierna para el bien de todos Aristocracia:
Los mejores gobiernan para el bien de todos República:
Muchos gobiernan por el bien común …Las formas de gobierno injustas y, por tanto, ilegítimas, son:

Tiranía


Uno gobierna por el propio interés Oligarquía:
Unos pocos gobiernan por el propio interés (los ricos )

Demagogia

Muchos gobiernan por el propio interés (los pobres)

A diferencia de Platón, no propone una visión cíclica de las formas de gobierno sino que cada una corresponde a un lugar y un tiempo diferentes según las circunstancias.


Política de Platón:
La República

Concibe el Estado como un individuo de grandes dimensiones. Este individuo debe regirse en todo momento por la Idea de la Justicia, la cual debe salvaguardar siempre el Bien común.
Este bien común precisamente pretende la felicidad de sus individuos, aunque es la comunidad la prioridad absoluta.

En su República, lo que pretende es establecer un Estado aún no existente y cuya configuración guarda una estrecha relación con su Teoría de las Ideas y su concepción del alma. Este Estado justo que busca el Bien común deberá ser gobernado únicamente por aquellos que han contemplado la Idea del Bien, solo los filósofos pueden gobernar un estado justo.

Este Estado, además, contempla la división del trabajo enlazándolo con su teoría de las almas. El gobierno corresponde a los filósofos gobernantes, que mediante una educación dirigida por el Estado mantendrá la división de clases estableciendo los intereses comunes por encima de los individuales.

Esta teoría política explicada a grandes rasgos, no solo pretende la creación de un nuevo tipo de Estado (la República), sino también hacer una crítica a las formas de gobierno existentes que se repiten de forma cíclica, dado que unas degeneran en otras sucesivamente:


 Platón 2

El gobierno ideal sería la aristocracia, el gobierno de los mejores, los filósofos, los sabios.

La primera degeneración de esta es la Timocracia, el gobierno del ejército o las castas guerreras. La ambición de los hombres gobernados por su alma irascible y por sus propias pasiones se impone al elemento racional de los filósofos.

Un ejército que se expande en territorio dando rienda suelta a sus ambiciones e intereses adquiere nuevos territorios. Esta adquisición de recursos provoca que haya unos pocos más ricos que todo el resto. Es así como la Timocracia degenera en Oligarquía, forma de gobierno en la que gobiernan los ricos, los que poseen las riquezas.

Estos serán expulsados del poder de forma violenta. La tercera degeneración corresponde a la Democracia, en la que el pueblo, los pobres, expulsan a los ricos y toman el poder. Impera la libertad y el desorden dada su falta de preparación para gobernar.


Platón 3 

Ese estado caótico provoca que un individuo audaz pueda hacerse con el poder mediante la fuerza, dando lugar a la Tiranía.
Este individuo solo busca el interés personal y jamás el bien común, siendo la peor de las degeneraciones de lo que sería un estado justo y bueno. Al darnos una visión cíclica, Platón asegura que el siguiente paso sería volver a la timocracia, en la que el ejército o la casta guerrera echa al tirano del poder. De ahí que, llegados a este punto, la única solución buena para ello sería el gobierno de los filósofos, aquellos que podrían echarlo no desde la fortaleza del alma irascible sino desde la argumentación, la justicia y la equidad del alma racional que impera en ellos.


Teorías del contrato:

Son las corrientes de pensamiento que creen en un hipotético contrato como modelo explicativo del origen y la legitimación del poder político y del Estado. El individuo parte de un estado salvaje y de naturaleza en el que tiene que sobrevivir, para lo cual, se asocia con el resto de individuos por necesidad. El supuesto contrato es el que legitima el poder de los gobernantes, no así otros elementos que antes hemos citado. Estas teorías políticas y filosóficas pretenden hacer una crítica también a las diferentes formas de legitimación de poder propias de la Edad Media, intentando:

Dar más importancia al individuo, al hombre y su autonomía

Criticar la legitimación religiosa del poder político

Establecer unos derechos propios como hombres.

Los autores que, con diferentes matices, exponen este tipo de teorías en los siglos XVII y XVIII son Hobbes, Locke y Rousseau.


Thomas Hobbes:

Leviatán


“El hombre es un lobo para el hombre”

El hombre parte de un estado de naturaleza en el que debe encontrar la manera de sobrevivir.
Es egoísta y se encuentra en igualdad de condiciones que sus iguales, dado que unas diferencias se anulan con otras. Es así como vive en un estado de guerra continua por la supervivencia, de forma que su razón permanece dominada por el miedo, la preocupación y la necesidad de protegerse. Dicha razón es la que insta a la raza humana a convenir un estado de las cosas pacífico, vincular a todo hombre a un contrato en el que concede potestad a un monarca absoluto, el cual lo protege.

Así surge el Leviatán, un “monstruo”, un estado de enormes proporciones que protege y dirige a la sociedad civil creada por convenio y necesidad a cambio de parte de los derechos de cada individuo. La pérdida de libertades individuales favorece la creación de un derecho común que el Leviatán se encarga de administrar y mantener.

Este monarca está por encima de esas leyes, su poder es absoluto.
Sin embargo, si no cumple con la tarea que se le ha encomendado de proteger el derecho y la vida pacífica de los ciudadanos estos podrán buscar protección en otro estado.


John Locke:
El contrato liberal

En este caso encontramos una misma idea de fondo: la aparición de un contrato establecido por convenio entre la raza humana cuyos intereses son favorables a la misma, es decir, mantenemos una intención antropocéntrica.
Además, sigue pretendíéndose establecer un derecho común a los hombres que los regule y proteja al mismo tiempo. Sin embargo, el origen es algo diferente en Locke.

Aunque, al igual que Hobbes, partimos de un estado inicial de naturaleza, en este caso se introduce la importancia de un nuevo concepto: la propiedad privada.
El hombre sabe que tiene una vida y una salud que sus iguales deben respetar, y también es consciente de que cada hombre tiene cosas que le son propias. Es consciente de que esos tres factores son susceptibles de verse atacados por otros hombres, por ello, conviene en un estado social garante del respeto a su salud, de su vida y de su propiedad privada, es decir, de su libertad.
De ahí que hablemos de un contrato liberal, pues la sociedad civil se compromete a respetar la propiedad y libertad de todos.

Otra de las diferencias con el Leviatán de Hobbes es que en Locke no hablamos de un poder monárquico absoluto, sino de un Estado con poderes limitados cuya función sea salvaguardar la libertad y propiedad privada de sus individuos. Para limitar el poder de ese estado, postula una división de poderes entre el poder legislativo y el judicial, que será la antesala de la posterior separación de poderes en Occidente

Jean Jacques Rousseau:
El contrato social

A diferencia de los dos autores anteriores, el estado de naturaleza inicial del hombre es pacífico.
Sin embargo, es la aparición de la sociedad lo que favorece la aparición de la propiedad privada, siendo esta el mayor de los enemigos de la bondad humana, pues rompe con ese estado igualitario y de armónía. Son las desigualdades y las ambiciones por los bienes lo que crea enfrentamientos entre hombres, de modo que unos (pocos) se enriquecen y el resto se empobrece, dando lugar a relaciones desiguales y de dominio entre hombres.

De este modo, la única forma de conservar la sociedad (inseparable del concepto de hombre), de conservar el bien común y de que impere la justicia es estableciendo un contrato social.
Este contrato parte de la voluntad general, pues todo hombre está interesado en vivir pacíficamente. Es a partir de este contrato social desde el que se crea el Estado y el derecho común (antes no existía), es decir, las leyes positivas para todos.

La forma de gobierno ideal para mantener este contrato social es, para Rousseau, la democracia.


Resolución de los Derechos Humanos (DDHH)


El 10 de Diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo texto completo figura en las páginas siguientes. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera «distribuido, expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la condición política de los países o de los territorios».

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