Sociedad ilustrada

Thomas Hobbes y el Estado Absoluto. El dilema del prisionero puede aplicarse a la ciencia política para formalizar la teoría del contrato de Thomas Hobbes. Según este autor el estado de naturaleza del ser humano, dominado por el instinto de conservación, es la ’guerra de todos contra todos’ 
  Según Hobbes la única manera de alcanzar la cooperación entre individuos egoístas es instaurando una autoridad central autoritaria que imponga el orden. Pero el análisis liberal de ese juego busca fundamentar esa cooperación en los intereses de los jugadores a través del mercado. Los problemas para fundamentar ese paso han sido analizados por Domènech en su libro sobre la filosofía política. En síntesis la situación de cooperación que se alcanza es inestable, porque el individuo egoísta siempre tenderá a aprovecharse de la cooperación. Podemos comprender que la interacción social basada en el egoísmo de los individuos, la propuesta liberal para la organización social fundada en el mercado, es subóptima, 


y solo puede superarse a través del Estado, capaz de ordenar las relaciones entre individuos egoístas de forma autoritaria. Este es en definitiva el planteamiento de la filosofía del derecho de Hegel,que el joven Marx critica para explicar la naturaleza humana sobre la base de la cooperación.

El origen de las clases en Hegel


Las distintas teorías políticas pueden ser formalizadas por otros juegos con diferentes presupuestos y resultados. Hay un famoso pasaje de la Fenomenología del espíritu de Hegel donde se explica el origen de las clases sociales, la dialéctica del Señor y del Siervo –también se denomina dialéctica del Amo y el Esclavo-. Los hombres en estado de naturaleza se enfrentan a muerte por la situación de guerra generalizada; pero uno de ellos se rinde ante el terror y se somete al otro, transformándose en el siervo o el esclavo. El otro jugador triunfa enfrentando la muerte y se convierte en el señor. Esta dialéctica es estructuralmente idéntica a un teorema de nuestra teoría y puede formalizarse a través 


 juego del gallina. La estrategia dominante es mixta: hacer lo contrario que el otro, y no tiene solución racional. Lo que suceda vendrá dado por razones de carácter emocional, o tal vez simplemente azarosas. Matriz de pagos de la dialéctica del Señor y del Siervo.  La estrategia mixta ‘hacer lo contrario que el otro’ lleva a situaciones que originan una jerarquía social en la sociedad de clases, y se produce también en el juego que hemos llamado la ‘guerra de los sexos’ y que conduce al patriarcado. Una personalidad se construye como carácter fuerte y ejerce la autoridad; la otra como carácter débil se somete. Otra posibilidad consiste en modificar las preferencias y superar el condicionamiento objetivo de la situación a través del diálogo y el compromiso, y entonces las preferencias sociales de segundo orden dominan a las preferencias naturales objetivas


La teoría de las clases en el marxismo


A partir de la situación original planteada por Hegel se crean las clases sociales.La experiencia del enfrentamiento a muerte ha modificado sus comportamientos básicos: uno de ellos elige la cooperación antes de que enfrentar la muerte, de tal modo que CC suponga un mejor resultado que AC para él. Entonces podemos entender las preferencias del siervo como un cambio de actitud –formación adaptativa de las preferencias-, representada por la siguiente modificación en su esquema de preferencias: CC>AC>CA>AA. Este esquema tiene una estrategia pura dominante que es cooperar incondicionalmente, hacer siempre C. 
  Por otro lado, el señor mantiene su actitud egoísta, esto es, un dilema del prisionero, con estrategia pura dominante hacer siempre A. Tenemos un juego donde los sujetos tienen esquemas de preferencias diferentes y con estrategias puras distintas y opuestas. El resultado del juego es obvio; será AC para el señor, su mejor resultado, y CA para el siervo.


A partir de esa explicación desarrollaron Marx y Engels su teoría de las clases y las luchas de clases: una clase dominante egoísta y explotadora, frente a una clase subalterna cooperativa y explotada. En la teoría marxista las actitudes de las clases no tienen cualificación moral, sino estructural –si bien el marxismo contiene una evaluación moral de las clases. Los sujetos realizan el papel que le corresponde según su lugar en la estructura social. La irracionalidad de esa estructura se muestra por múltiples conflictos internos y externos de las sociedades de clases. Desde el punto de vista moral cualificamos de injustas esas relaciones sociales y alcanzar la justicia constituye una fuerte motivación para la conducta humana. Además esa intuición se corresponde con las necesidades prácticas de la vida social. La desaparición de la clase dominante es la condición para conseguir un desarrollo racional de la especie humana, acabando con las guerras y los conflictos de la historia. Estudiemos esta pretensión con la teoría de juegos.


El hombre natural y el hombre civilizado en Rousseau


En teoría marxista el dilema del prisionero es un esquema de preferencias propio de la clase dominante; cuando esas preferencias se consideran como válidas para todo ser humano, como hace Hobbes, es una ideología al servicio de la justificación del orden clasista existente. El punto de vista de los subalternos es otro, como se deduce por el esquema de preferencias que hemos encontrado a partir de la primitiva lucha de clases. Interpretamos esas preferencias a partir de la teoría del contrato de Rousseau, según la cual el hombre por naturaleza tiene buenos sentimientos que le hacen comportarse de modo altruista con los demás: piedad, solidaridad, compasión, generosidad,… Es decir, para Rousseau todos los seres humanos tienen preferencias cooperativas por naturaleza y solo se vuelven egoístas a través del desarrollo económico conseguido por la sociedad.


Este autor nos explica que cuando la sociedad se desarrolla el ‘amor de sí’ se transforma en ‘amor propio’, por la competencia entre los agentes sociales. Ese amor propio da lugar a la apropiación privada de la riqueza y da origen a las clases sociales. Interpretamos el ciego amor propio como una modificación de las preferencias en la que el egoísmo pasa por delante de la cooperación: AC>CC. La transformación operada en la personalidad humana por la riqueza obtenida gracias a la cooperación, da como resultado una caída en el dilema del prisionero o en el juego del gallina, que nos explicaba el surgimiento de las clases sociales. En términos de la teoría de juegos, la riqueza elimina constricciones económicas, ampliando el conjunto de oportunidad del individuo que consigue una adaptación a las nuevas circunstancias modificando sus preferencias o deseos. Esta comprensión del fenómeno humano por Rousseau tiene una raíz evangélica por la condena de la riqueza. 


La lucha de clases


Hemos observado que la teoría política nos informa de los cambios de preferencias en los sujetos que interactúan a través de determinadas experiencias. En Hobbes la reflexión inteligente lleva a los hombres a asociarse superando el egoísmo natural, para formar el estado que garantiza la cooperación social. Esa transformación se hace posible porque el estado restringe el conjunto de oportunidades de los súbditos a través de las normas legales. Según Hegel, el pánico ante la muerte crea al siervo o al esclavo, y de la indiferencia ante la muerte surge el señor o el amo. Para Rousseau, el amor propio y la riqueza crean al egoísta dominante en la sociedad civilizada. Sin embargo, consideramos que las preferencias egoístas de la clase dominante no serán modificadas en el curso histórico. La explicación es sencilla: con esas preferencias el dominante obtiene siempre los mejores resultados como nos lo ha mostrado el análisis de las teorías políticas. Tenemos, pues, explicada la primitiva formación de clases, desde distintas perspectivas de la teoría política, correspondientes a las dos clases sociales que constituyen la estructura básica del modo de producción. La teoría del contrato de Hobbes nos explica el punto de vista de la clase dominante; la de Rousseau, el de la subalterna. Pero una vez establecidas las clases, solo el subalterno va cambiando sus preferencias en los diferentes sistemas sociales clasistas o modos de producción, porque obtiene resultados insatisfactorios en la interacción social. Para cambiar su situación, necesita modificar sus preferencias. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *