Relación de Kant con Hume

TEMA VI.- Hume (1711-1776)


  1. Contexto histórico, sociocultural y filosófico

Esquema

  • Ámbito temporal y geográfico de la Ilustración.
  • La crisis del Antiguo Régimen y el advenimiento de la economía industrial.
  • La filosofía moderna: Racionalismo y Empirismo.

Desarrollo

La vida de Hume se desarrolla en el Siglo XVIII, en plena Ilustración británica. La Ilustración tiene lugar en la época de las revoluciones liberales burguesas: desde la inglesa de 1688 a la revolución francesa de 1789. Los países en los que la Ilustración tuvo mayor fuerza y relieve fueron Inglaterra, en donde propiamente se inició; Francia, que es donde adquiríó mayor brillantez y donde se convirtió en foco de irradiación, y Alemania, a donde pasó desde Francia.

El Siglo XVIII significa la crisis de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Excepto en Gran Bretaña, la  forma de organización del Estado es la monarquía absoluta, que se sirve cada vez más de una amplia burocracia. Francia y Gran Bretaña ejercen el predominio en Europa, al mismo tiempo que surgen dos potencias nuevas: Prusia y Rusia.

La economía sigue siendo fundamentalmente agrícola, pero hay grandes cambios en el sistema de producción y a partir de mediados de siglo se puede hablar de revolución industrial, especialmente en Gran Bretaña.

 Junto al Racionalismo, el Empirismo es una de las grandes corrientes filosóficas de la modernidad. Éste se desarrolla en Gran Bretaña, fundamentalmente en el Siglo XVIII, y tiene como representantes más relevantes, además de a Hume, a Locke y a Berkeley. Las dos corrientes de la filosofía moderna comparten muchos aspectos: la confianza en la razón, la afirmación de su autonomía, el considerar que el problema de la naturaleza y alcance del conocimiento es fundamental. Se diferencian en lo que se refiere a dónde colocan el origen del conocimiento y en las consecuencias que de ello se derivan, una metafísica en toda regla, un sistema de la realidad, en el Racionalismo, y una filosofía mucho más crítica, acorde con el espíritu de la Ilustración en la que se desarrolla, en el caso de los empiristas.

  1. El conocimiento

Esquema

  • Introducción
  • Los elementos del conocimiento: impresiones e ideas           
  • Relaciones de ideas y cuestiones de hecho
  • La justificación del conocimiento:
    1. Nuestras evidencias sobre las cuestiones de hecho cuando van más allá de la experiencia se basan en una relación causal.
    2. La relación causal no produce una certeza racional, sino una creencia.
    3. En consecuencia, la ciencia natural es únicamente probable y el conocimiento de las causas metafísicas está totalmente fuera del alcance de la razón (escepticismo).

Desarrollo

La vida de Hume se desarrolla en el Siglo XVIII, en plena Ilustración británica. Junto al Racionalismo, el Empirismo es una de las grandes corrientes filosóficas de la modernidad. Éste se desarrolla en Gran Bretaña, fundamentalmente en el Siglo XVIII, y tiene como representantes más relevantes a Locke y a Hume. Las dos corrientes de la filosofía moderna comparten muchos aspectos: la confianza en la razón, la afirmación de su autonomía, el considerar que el problema de la naturaleza y alcance del conocimiento es fundamental. Se diferencian en lo que se refiere a dónde colocan el origen del conocimiento y en las consecuencias que de ello se derivan, una metafísica en toda regla, un sistema de la realidad, en el Racionalismo, y una filosofía mucho más crítica, acorde con el espíritu de la Ilustración en la que se desarrolla, en el caso de los empiristas.

Las percepciones, así llama a los elementos del conocimiento, pueden ser bien impresiones o bien ideas. Las impresiones son los conocimientos que recibimos de los sentidos. Las ideas son copias de las impresiones y proceden de ellas.  La distinción entre impresiones e ideas se basa en esta fuerza o vivacidad con la que se me presentan. Que las impresiones sean causadas por las cosas o sustancias, como el sentido común nos dice, es un prejuicio metafísico que está por demostrar. Y de hecho, dirá Hume, es indemostrable.

Así pues, las impresiones son todos los materiales con los que cuenta nuestro conocimiento,  son el origen de nuestro conocimiento y su límite en extensión y certeza.

Además de los elementos del conocimiento, impresiones e ideas, distingue entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Todo aquello que conocemos es o bien una relación de ideas o bien una cuestión de hecho. Las relaciones de ideas son conocimientos que se formulan en proposiciones necesarias, regidas por el principio de contradicción, donde lo contrario a lo que en ellas se enuncia es imposible. De este modo averiguamos su verdad por una operación del pensamiento, sin contar con la experiencia. Conocimientos así son las proposiciones de la matemática y la lógica. Las cuestiones de hecho, en cambio, son todo aquello que no puede ser averiguado del mismo modo, pues lo contrario a lo que afirman es igualmente posible, y dependen por entero de las impresiones.

Las evidencias acerca de las relaciones de ideas no plantean dificultad de justificación, pues lo contrario a lo que afirman es imposible. Pero las evidencias que tenemos acerca de cuestiones de hecho sí la plantean, por cuanto que nuestro pretendido conocimiento de hechos habitualmente implica cierto conocimiento que excede la experiencia que realmente hemos tenido. Ocurre esto en nuestras evidencias más cotidianas y también en las de la ciencia (salvo la lógica y la matemática) y la filosofía.

Según Hume estas evidencias se basan en una conexión que suponemos necesaria entre lo que llamamos causa y lo que lamamos efecto, de modo que habiendo tenido experiencia de la causa tenemos evidencia del efecto, y viceversa. Se propone entonces revisar el fundamento de la evidencia que nos proporciona la relación causal, análisis que sigue estos pasos:

  • A la relación que se establece entre lo que decimos causa y lo que decimos efecto en ningún caso puede llegarse mediante un razonamiento a priori: el efecto es totalmente distinto de la causa y no se puede descubrir desde ella mediante una mera operación del pensamiento, sin contar con la experiencia.
  • El conocimiento de que tal relación se ha producido en el pasado no es conocimiento de una conexión necesaria entre causa y efecto que justifique su aplicación a la experiencia que aún no hemos tenido. Lo único observado es continuidad en tiempo y lugar y repetición constante en casos semejantes, no una conexión necesaria entre ellos.
  • La aplicación de ese argumento no se basa, así, en un argumento de carácter demostrativo, sino en la semejanza con los casos precedentes y la presunción indemostrable de que la naturaleza se comporta de un modo regular. La evidencia que nos proporciona no se fundamenta en la razón, sino en el hábito, en la costumbre, que produce una conexión de la causa y el efecto en nuestro pensamiento, pero es indemostrable que tal conexión se produzca también fuera de él.
  • El resultado no es una certeza racional, sino lo que denomina una creencia. Estas creencias se imponen a la mente y las empleamos como una guía de nuestras acciones que resulta eficaz. Pero como no hay manera de demostrarlas, resulta que no es la razón sino esta especie de instinto natural el que nos guía.

Las consecuencias de este análisis llevan su filosofía a un escepticismo inevitable y a un fenomenismo, en el sentido de que son los fenómenos conocidos en las impresiones, y no la cosa que supuestamente soporta los fenómenos, lo que legítimamente nos es posible conocer.

Ciertamente, aquellos conocimientos que son relaciones de ideas, la matemática y la lógica, no plantean problemas de justificación. Pero no ocurre así con el resto de conocimientos, que son cuestiones de hecho, con la física y, en especial, con la metafísica

La física, en efecto, versa sobre hechos, pero asocia estos mediante relaciones causales, que como se ha visto no constituyen certezas demostrativas. Estrictamente hablando lo único que hay son hechos normalmente contiguos en el pasado que han adquirido conexión en nuestro pensamiento; junto con la suposición, indemostrable, de que la naturaleza se comporta de modo regular y la eficacia que esos conocimientos tienen para manipular la realidad. En consecuencia, no hay necesidad en las leyes físicas, sino sólo probabilidad.

La aplicación del razonamiento causal es especialmente inaceptable cuando pretendemos pasar no de un hecho a otro hecho, proyectando más allá de las impresiones habidas la experiencia continuada de esa relación (como ocurre en la física), sino de impresiones a aquello de lo la experiencia no es posible. Este es el caso de la metafísica, del pretendido conocimiento de realidades substanciales: Dios, mundo, yo.

  1. La ética

Esquema

  • Introducción
  • El emotivismo moral:
  1. Los juicios morales se basan en cómo es de hecho nuestra naturaleza, que despliega un sentimiento por la felicidad del género humano.
  2. La razón sólo nos indica la estrategia para conseguir mejor los fines que queremos.
  3. El sentimiento que despliega nuestra naturaleza y en función del cual alabamos o censuramos moralmente las acciones es un sentimiento por la felicidad del género humano y un resentimiento por su miseria.
  4. Hume y la falacia naturalista.

Desarrollo

La vida de Hume se desarrolla en el Siglo XVIII, en plena Ilustración británica. Junto al Racionalismo, el Empirismo es una de las grandes corrientes filosóficas de la modernidad. Éste se desarrolla en Gran Bretaña, fundamentalmente en el Siglo XVIII, y tiene como representantes más relevantes a Locke y a Hume. Las dos corrientes de la filosofía moderna comparten muchos aspectos: la confianza en la razón, la afirmación de su autonomía, el considerar que el problema de la naturaleza y alcance del conocimiento es fundamental. Se diferencian en lo que se refiere a dónde colocan el origen del conocimiento y en las consecuencias que de ello se derivan, una metafísica en toda regla, un sistema de la realidad, en el Racionalismo, y una filosofía mucho más crítica, acorde con el espíritu de la Ilustración en la que se desarrolla, en el caso de los empiristas.

El propósito general de la obra de Hume consiste en realizar con el hombre algo semejante a lo que hizo Newton con la Naturaleza, esto es, elaborar una ciencia integral del hombre basada en el método experimental. Sin duda es su teoría del conocimiento la parte más conocida, pero también es importante su aportación a la ética, la política o a la religión.


Hume rechaza los intentos de fundar la ética en la razón, su teoría ética es un emotivismo moral: la aprobación y la censura morales no se fundan en la razón, sino en el sentimiento. La aprobación o reprobación no depende de determinadas propiedades de las conductas que puedan ser descubiertas por la razón, sino en la psicología del propio hombre, en el sentimiento, que se convierte en la fuerza que nos lleva a obrar de acuerdo con lo que aquél aprueba.

No quiero decir esto que la razón no tenga ninguna función en la moral. La razón determina cuáles son los mejores medios para alcanzar los fines que queremos. Pero querer los fines no es función del entendimiento, sino de ese sentimiento moral del que venimos hablando. Tal sentimiento que despliega nuestra naturaleza y en función del cual alabamos o censuramos moralmente las acciones (en función del cual hablamos de virtud o de vicio) es un sentimiento por la felicidad del género humano y un resentimiento por su miseria. Es así, de hecho, un sentimiento desinteresado de tipo utilitarista, que juzga la conducta en función de lo que contribuye a la felicidad de la sociedad.

Hume denuncia en las doctrinas éticas tradicionales lo que más adelante se conocerá como falacia naturalista, un modo de argumentar en el que de considerar cómo son las cosas, el orden natural, se pretende concluir el modo como debemos actuar. Pues bien, los juicios morales nos mueven a obrar de determinada forma, pero la razón no puede determinar ni impedir una conducta. Ésta puede establecer cómo son las cosas, pero no cómo debemos actuar.

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