Lacan y Descartes

seguridad en el obrar, algo que no puede permanecer en suspenso. En efecto, se puede vivir con la suspensión del juicio teórico, pero no es posible sin unas normas morales que dirijan nuestra acción con los otros hombres. Es una moral de la buena conciencia, hacemos aquello que la razón nos dice que es lo mejor, aunque sepamos que no poseemos todos los elementos o razones para llegar a ese juicio sin posibilidades de error. En suma, hemos hecho lo mejor que podíamos en las circunstancias en que nos encontrábamos, los arrepentimientos y remordimientos sólo pueden contribuir a desorientarnos de nuevo. La paz de conciencia consiste en la certeza sobre la bondad de las propias acciones, y se consigue considerando que nuestras decisiones han sido tomadas basándonos en las mejores razones que teníamos en el momento. De esta manera evitaremos el arrepentimiento y el remordimiento. Descartes sostuvo que nada está enteramente en nuestro poder, excepto nuestros pensamientos. La felicidad puede conseguirse conformándonos con las circunstancias, procurando cambiarnos nosotros, esto es, nuestros deseos, antes que intentar cambiar el mundo.
Esta tercera máxima está influenciada por el estoicismo y, en concreto, por Epicteto, para el cual lo único que está realmente en nuestro poder son nuestros pensamientos. Por el contrario, si gobernamos nuestros pensamientos conseguiremos la felicidad, y el argumento que ha de convencernos es que todo aquello que no hemos conseguido después de obrar lo mejor que hemos podido, es imposible, y por tanto inútil el desearlo. La felicidad depende del buen gobierno de nuestros pensamientos y consiste en conformarnos con nuestros bienes y no desear más que aquello que podemos alcanzar. El control de nuestros deseos debe realizarse mediante la razón. Los ingredientes estoicos son abundantes en la moral cartesiana. De hecho, en el Renacimiento se había producido un “neoestoicismo” bastante generalizado. Como conclusión y a modo de resumen, se puede afirmar que Descartes en la filosofía práctica busca la felicidad: “vivir lo más felizmente que pudiese». Su objeto son las acciones: “ver claro en mis acciones y andar seguro por la vida”. Es necesario, pues, una “moral provisional” mientras buscamos la moral perfecta. . Su objeto son las verdades científicas y metafísicas. Se debe suspender el juicio en estos asuntos mientras no descubramos la verdad. No conformarse con verdades provisionales, sino con verdades evidentes indudables. No admitir lo dudoso ni lo probable. Su concepción de la Ciencia es una, precisamente porque la Razón humana es una, aunque se aplique a objetos distintos. Ha sido necesario elaborar la moral provisional antes de poner en práctica la duda metódica para tener seguridad en el obrar, algo que no puede permanecer en suspenso.

consciente de la estrechísima relación entre ambas. Descartes nos dice que están tan unidos que es como si formaran una misma cosa. El entendimiento concibe inicialmente mi cuerpo como un cuerpo más; son los sentimientos de dolor, de sed, de hambre, etc. Los que posibilitan que yo comprenda que este cuerpo es mi cuerpo. ¿Cómo explicar esta estrecha relación? Descartes nos explica que en el centro, en la parte más baja del cerebro se encuentra una glándula, llamada pineal, que es donde tendría lugar la interacción cuerpo-alma. Esta explicación es claramente insatisfactoria y está considerada como uno de los puntos más débiles de la filosofía cartesiana. Las pasiones son percepciones, sentimientos o emociones que se dan en nosotros y que afectan al alma, pero cuyo origen es el cuerpo . La fuerza del alma consistirá en tratar de controlar y dirigir las pasiones. Para Descartes las pasiones no son siempre malas, pero exige que sean satisfechas de forma inmediata. En realidad, las pasiones no son en sí ni buenas ni malas, lo bueno o malo es el uso que se haga de ellas, por lo que se ha de aprender a controlarlas. La razón es la encargada de proporcionar el conocimiento y los juicios para que la voluntad pueda conducir adecuadamente las acciones de la vida. En esta lucha por controlar y encauzar las pasiones es donde interviene la libertad. La libertad es la capacidad de elegir entre diversas opciones que se nos presentan. Sólo cuando el entendimiento tiene ideas claras y distintas sobre lo bueno, lo verdadero y lo falso, la voluntad puede elegir con plena libertad. Porque la libertad consiste precisamente en que la voluntad elija aquello que el entendimiento le presenta con claridad y distinción como lo bueno y lo verdadero. La libertad, consiste en someter la voluntad al entendimiento. Para Descartes la libertad sólo puede residir en el alma, porque al no ser sustancia extensa no está sometida a las leyes necesarias de la mecánica. El alma tiene dos funciones: el entendimiento y la voluntad. El entendimiento es la facultad de pensar, de tener intuiciones de las verdades claras y distintas. La voluntad es la facultad de afirmar o negar, y Descartes la identifica con la libertad. Descartes sostiene que la existencia de la libertad es algo evidente, y es además la máxima perfección del hombre. La libertad es la carácterística esencial de la voluntad y es ella la que nos puede llevar a la verdad o al error, al bien o al mal, según cómo la utilicemos.


En el caso del ser humano, el cuerpo. Así pues, en el ser humano, ambas sustancias, la pensante y la material están juntas y se comunican, según Descartes, mediante la glándula pineal. Sin embargo, en el proceso lógico de demostración de las sustancias, Dios ocupa el segundo lugar. El primero lo ocupa el cogito, ya que a menos que afirmemos primero la existencia de un sujeto pensante, no es posible pensar si siquiera en la idea de Dios. Por ello, Descartes necesita la idea de un sujeto pensante, porque para que pueda existir el sujeto pensante, Descartes deduce que es necesaria la existencia de Dios.

objetos diferentes. Las ideas que representan cosas materiales, como una piedra, poseen más realidad objetiva que aquellas otras que representan cualidades de las cosas, como el color o el olor, que serán denominadas como cualidades secundarias que no pertenecen a las cosas, sino a nuestro modo de percibirlas. A mayor o menor luz, por ejemplo, los objetos varían de color. Descartes distingue tres tipos de ideas: a) Ideas adventicias: son ideas extrañas que provienen de los sentidos. Siendo su causa la percepción sensible. Ejemplos de estas ideas son el calor, el color, la dureza… b) Ideas facticias: son aquellas que la mente construye a partir de otras. Podemos decir que son ideas creadas por la imaginación, por ejemplo, la idea de centauro o la idea de sirena. Estos dos tipos de ideas, adventicias y facticias, son obviamente rechazadas por Descartes como punto de partida para demostrar la realidad extramental c) Ideas innatas: son ideas que están en la conciencia sin que ésta sea su causa. Son ideas que están en mi mente pero que no pueden proceder de mí, dado que me exceden, y así, hay que concluir que proceden de otro ser externo y proporcionado a ellas, es decir, Dios. Estas ideas innatas puedo conocerlas por reflexión . Una idea presupone necesariamente la otra. La idea de Infinito, por tanto, debe ser una idea innata. Y si la idea de infinito es la idea de Dios, pues es el único ser del que se puede concebir tal predicado, concluye que la idea de Dios es una idea innata. Pero la idea de Dios, no es Dios, lo mismo que la idea de infinito, no es infinita en nuestro pensamiento finito. Y sin embargo, ellas nos permiten deducir que, si existen en nuestra mente, alguien «proporcionado» a tal idea tiene que haberlas colocado allí. «A tal señor, tal honor» podría decirse. Así pues, la idea de perfección, no la hemos concebido nosotros porque no somos perfectos, tampoco podemos haberla obtenido del exterior donde todo es imperfecto, luego solo Dios, sumamente Perfecto la puede haber colocado en nuestra mente. Este punto es crucial en la deducción cartesiana pues, partiendo de la Idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior queda abierto. Las ideas sobre las cosas serán verdaderas porque Dios, que es bueno, no permitirá que yo me engañe y esas ideas no se correspondan con nada en la realidad. No obstante, el mundo que nos queda es un mundo matematizado, un mundo solo accesible mediante la aplicación del método, un mundo de cantidades medibles.

3 perfecciones en estado máximo, porque la idea de perfección la tiene que crear un ser perfecto.
Y ese ser es Dios. – El último argumento que utiliza Descartes para demostrar la existencia de Dios es el argumento ontológico. Dios se define como ser perfecto y un ser perfecto incluye todas las perfecciones en su grado máximo y como la existencia es una perfección, para que Dios sea perfecto, tiene que existir como mínimo, por lo que el ser perfecto tendrá que existir. Por ultimo Descartes demuestra la existencia del mundo porque parte de la existencia de Dios. Al ser Dios un ser perfecto, Dios tiene que ser bondadoso porque Dios es bueno y bondadoso. Si Dios es bueno, no me engaña y no permite que me equivoque, por tanto, el mundo existe. Para Descartes, Dios es el autor de todo lo que esta en nosotros, Dios es su creador, por lo que es su garantía de verdad: las ideas innatas, las verdades eternas de la matemáticas o la lógica, etc. Son creaciones divinas y están en nosotros porque el las ha puesto, y si se nos presentan con total claridad y distinción, son verdaderas. La perfección de Dios, pues, es el origen y la garantía de todo conocimiento verdadero porque al ser creador del mundo es el origen y garantía de todo lo que hay en el.

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