La Teoría del Contrato Social
El Origen Contractual de la Sociedad
En contraste con lo que pensaba Aristóteles, la teoría del contrato social afirma que la sociedad no es natural, sino que es una creación artificial, tal y como pensaban los sofistas. Según esta teoría, para entender el origen de la organización social debemos comenzar por imaginarnos cómo vivían los seres humanos antes de que existiera la sociedad. Esa situación anterior a la creación de la sociedad es lo que se denomina «estado de naturaleza”. Las personas en estado de naturaleza vivían aisladas unas de otras, tratando de sobrevivir de forma independiente. Sin embargo, esta situación presentaba numerosas desventajas. Al cabo del tiempo, los seres humanos se dieron cuenta de que sus vidas podrían mejorar notablemente si aceptaban vivir juntos. Por eso decidieron establecer un pacto social para crear la sociedad y disfrutar de las ventajas que la vida en común les podía proporcionar.
El Pacto Social como Hipótesis
Según la teoría del contrato social, la sociedad no es natural, sino que es producto de un acuerdo. El pacto social permitió a los seres humanos abandonar el estado de naturaleza y fundar la vida en común. Para entender adecuadamente lo que esto significa, conviene hacer una aclaración importante. El pacto social del que hablan los defensores de la teoría contractualista no debe interpretarse como una situación real que haya tenido lugar en algún momento histórico concreto. La idea del contrato debe interpretarse más bien como una hipótesis teórica que puede servirnos para entender cómo funciona la sociedad. Esta visión pretende explicar el origen convencional y artificial de la sociedad, que según estos autores solo puede existir gracias al acuerdo entre sus miembros.
Principales Filósofos Contractualistas
Thomas Hobbes
El filósofo inglés Thomas Hobbes consideraba que el ser humano en estado de naturaleza es egoísta y vive en guerra con los demás hombres por su supervivencia. En estas condiciones la vida humana es precaria, breve, solitaria e insegura. Por eso surgió la necesidad de superar esta situación mediante un acuerdo que garantizase la paz y la tranquilidad de las personas. Según Hobbes, el pacto social fue posible cuando todos los individuos renunciaron a la guerra de unos contra otros y aceptaron someterse a un único poder supremo capaz de poner fin a la continua inseguridad del estado de naturaleza. Este poder supremo es lo que caracteriza al soberano, que es quien crea las leyes y las hace cumplir. Para aclarar el significado de su teoría, Hobbes comparó el poder del Estado con el Leviatán, un monstruo terrible que se menciona en la Biblia y cuyo nombre sirve de título para su obra más famosa. De acuerdo con la teoría de Hobbes, el soberano está por encima de las leyes porque él es quien posee el poder absoluto. Por eso esta propuesta política justifica la legitimidad de la monarquía absoluta. Sin embargo, la autoridad del soberano se basa en su capacidad para proporcionar seguridad a sus súbditos. De modo que si no es capaz de imponer la paz social, es justo que sea depuesto y sustituido por otro gobernante más eficaz.
John Locke
Frente a la teoría de Hobbes, John Locke creía que el ser humano está dotado de una serie de derechos naturales que son válidos incluso en el estado de naturaleza. Todos tienen derecho a disfrutar plenamente de la vida, la libertad y la propiedad. Sin embargo, en el estado de naturaleza estos derechos no siempre eran respetados. Por eso fue necesario establecer un acuerdo para organizar la vida en común. De acuerdo con Locke, el contrato social permitió crear una comunidad para proteger la libertad y la propiedad frente a la ambición y el egoísmo de unos pocos. Este contrato implica delegar el poder en unos representantes que deben ejercerlo al servicio del bien común. Si los gobernantes incumplen el pacto, los ciudadanos tienen derecho a destituir al gobierno. Locke piensa que el poder del gobernante no es absoluto porque nadie, ni siquiera el rey, debe estar por encima de la ley. La teoría de Locke permite de este modo justificar la legitimidad de una monarquía parlamentaria, en la que el poder del rey esté controlado por los representantes del pueblo.
Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau tampoco compartía la visión pesimista del estado de naturaleza propuesta por Hobbes. Rousseau pensaba que el ser humano en su estado de naturaleza era bondadoso y feliz. Lamentablemente, con la creación de la sociedad apareció la propiedad privada, que hizo surgir la envidia y la codicia, y que originó el enfrentamiento entre los seres humanos. Para remediar esta situación sería necesario refundar la sociedad, estableciendo un pacto social adecuado para que triunfe la justicia. El contrato social debe servir para que el poder se oriente por la voluntad general, que persigue el bien del pueblo en su conjunto. Por eso el único soberano legítimo es el pueblo, que debe tener la posibilidad de participar directamente en los asuntos políticos. Los gobernantes solo son agentes encargados de realizar la voluntad general. Por eso, si no cumplen con el mandato recibido, pueden ser sustituidos por otros. De este modo, la teoría de Rousseau sirve para fundamentar la legitimidad de un sistema político democrático, en el que la soberanía esté en manos del pueblo.
Immanuel Kant
Immanuel Kant pensaba que los hombres tienen por un lado una sociabilidad natural, pero por otro una tendencia al egoísmo y el enfrentamiento. Kant se refiere a esta paradójica situación hablando de «la insociable sociabilidad humana”. Para organizar esta difícil convivencia el hombre ha de regirse por principios universales de la razón, que deben ser el fundamento de las leyes. Los hombres forman la sociedad dando su consentimiento al contrato originario, de forma que cada cual solo se somete a las leyes que libremente ha aceptado. La sociedad se convierte de este modo en el ámbito de la autonomía y la participación de los ciudadanos, a la vez que es una garantía para el uso de la libertad individual.
Relevancia Actual de la Teoría Contractualista
Más allá de las distintas formulaciones que se hicieron de ella en la Edad Moderna, la teoría contractualista ha mantenido su vigor hasta nuestros días como herramienta para reflexionar acerca de la sociedad. Algunas propuestas recientes de gran interés, como la teoría de la justicia de John Rawls o la ética dialógica de Jürgen Habermas, están claramente inspiradas en el modelo del contrato social.