La Evolución Histórica de la Moralidad: Sistemas Éticos y la Crítica Radical de Nietzsche

La Historia de la Moralidad a Través de las Eras

La Moral en la Antigüedad

El mundo antiguo se caracteriza por la descomposición del régimen comunal de las sociedades primitivas y la aparición de la propiedad privada, lo que permitió atisbar las primeras divisiones entre hombres libres y esclavos. Esta división en dos clases antagónicas se tradujo en una división de la moral. De hecho, aparecieron en aquellos momentos dos tipos de moral:

  • Moral Dominante: La de los hombres libres, que era la única que se tenía por verdadera.
  • Moral Secundaria: La de los esclavos, quienes internamente rechazaban los principios y normas morales vigentes.

Dos morales enfrentadas, aunque la que representaba al poder era la dominante o la legítima. Esta moral dominante consideraba que unos hombres eran libres y otros esclavos por naturaleza, y que esta definición era justa y útil.

La Moral en el Feudalismo

Con el hundimiento del mundo antiguo y la aparición de la sociedad feudal, aparece también un cambio en la moral de los hombres. La sociedad feudal trajo cambios económicos y sociales que se tradujeron en una división de la sociedad en dos clases fundamentales: la de los señores feudales y la de los campesinos siervos.

Ya no se trata de una sociedad esclavista, sino que se da entre los hombres una relación de vasallaje. Los señores feudales poseían absolutamente la tierra y gozaban de una propiedad relativa sobre los siervos adscritos de por vida a ella. Los siervos estaban obligados a trabajar para su señor y, a cambio de ello, podían disponer de una parte de los frutos de su trabajo. Aunque su situación seguía siendo muy dura, dejaron de ser considerados cosas para elevarse su condición a la de humanos.

La moral de esta sociedad responde a sus características económico-sociales y espirituales, y está impregnada de un alto contenido religioso, debido al papel preeminente de la Iglesia en la vida espiritual de la sociedad. Puesto que el poder de la Iglesia era aceptado por todos los miembros de la comunidad, dicho contenido aseguraba una cierta unidad moral de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, y debido a las rígidas divisiones sociales en estamentos y corporaciones, se daba una estratificación moral, es decir, una pluralidad de códigos morales.

La Moral Judeocristiana

En esta época se fragua la moral judeocristiana, que evidentemente es una moral vinculada a la religión y, por tanto, llena de connotaciones religiosas sobre lo que está bien o está mal, a imagen de los mandamientos. Es una moral basada en la Biblia, la moral del pecado, del arrepentimiento y la culpa. Quien ha pecado ha de ser castigado. Además, promueve el sacrificio en aras de un bien superior tras la muerte.

La Moral en la Edad Moderna

Con el surgimiento de la burguesía como nueva clase social, apareció también un nuevo modo de regular las relaciones entre los individuos, con lo que se gestaba un cambio importante en la moral. Desaparecieron las trabas feudales para crear un mercado nacional único y un Estado centralizado que acabaran con la fragmentación económica y política.

En esta época, la de las grandes revoluciones liberales que alcanza su expresión clásica a mediados del siglo XIX, se tenía como ley fundamental la ley de la producción de plusvalía. Esta ley, cuyo único fin es buscar el máximo beneficio, generará una moral propia, en la que el culto al dinero y la tendencia a acumular los mayores beneficios constituirán el caldo de cultivo para que entre los individuos florezcan sentimientos de egoísmo, hipocresía, cinismo e individualismo exacerbado.

Con la entrada del siglo XIX, se pasa de métodos brutales de explotación en el trabajo a métodos más racionalizados y científicos, como los del trabajo en cadena. Se intenta inculcar en el obrero la idea de que, como ser humano, forma parte de la empresa, haciendo así que se olvide de la solidaridad con sus compañeros de clase, conjugando sus intereses personales con los de su empresa.

La Moral en la Posmodernidad

La moral actual. Se señala que la época posmoderna vigente es también una época posmoral debido a que la libertad humana individual, favorecida por el liberalismo económico y la ausencia de una referencia religiosa única, propicia la existencia de multiplicidad de criterios morales y, por tanto, pocas coincidencias de orden moral compartidas de forma global.

Como señala Giner: “la muerte del pecado (tan presente en la moral judeocristiana como representación de la ausencia de moral o del comportamiento inmoral) no tenía por qué entrañar peligro alguno para la responsabilidad moral de los humanos, sin embargo, la extinción del uno (pecado) ha entrañado el socavamiento posterior de la otra (moral)”.

La culpa, el sentimiento de culpa, se desvanecen. También el sentimiento de la responsabilidad: los asesinos son enfermos; “el delincuente es una víctima de la sociedad”.

Una sociedad que Moles definió como sociedad “mosaico”, muy fragmentada, en la que todo vale y donde no se fijan criterios morales de excelencia, conduce al relativismo moral: cada uno actúa según su propia moral. Algunos teóricos no solo han estudiado la moral, sino que han ido más allá para negar su validez. Uno de los mayores estudiosos y críticos de la moral es Nietzsche, al que podríamos definir como un escéptico moral.

Relaciones de Poder y la Moral Imperante

Buena parte de las relaciones sociales son relaciones de poder o dominación:

  • De uno o unos hombres sobre otros.
  • De una clase social sobre otra.
  • Del jefe sobre el empleado.
  • De un país sobre otro.
  • De una religión dominante sobre una minoritaria.
  • De una etnia sobre otra.

Si se acepta ese principio, tendremos que aceptar la idea de que la moral imperante en esa sociedad será la moral del dominador, la moral de la clase dominante, del país colonizador, de la religión que se haya impuesto, etc.

Esto es lo que ha venido sucediendo a través de la historia de la humanidad: las ideas o la moral de los más fuertes, de los “superiores”, se ha impuesto sobre la moral de los más “débiles”. Esto no quiere decir que estos últimos no hayan tenido una moral propia, sino que sus valores se han visto ensombrecidos por la moral de aquellos que dominaban, y solo cuando los débiles han conseguido imponerse han cambiado los criterios morales.

La Crítica de Nietzsche: Moral de Señores y Moral de Siervos

Nietzsche pensaba que había dos clases de hombres: los señores y los siervos, que han dado distinto sentido a la moral. La división a la que aspira la moral, a señalar qué es bueno y qué es malo (el binomio «bien-mal»), en esta moral equivale a «noble-despreciable».

La Moral de los Señores

Los señores aprecian como bueno todo lo superior y altivo, fuerte y dominador, el poder del dinero, de las posesiones materiales. La moral de los señores se basa en la fe en sí mismos, el orgullo propio, el poder y el dominio como sinónimo de lo que naturalmente les pertenece por sus cualidades personales, por su herencia familiar o por tradición.

La Moral de los Siervos

Por el contrario, la moral de los siervos nace de los oprimidos y débiles, y comienza por condenar como malos los valores y las cualidades de los poderosos: el orgullo, el poder, la dominación, el acaparamiento, los privilegios de clase, incluso el dinero o la ostentación.

Una vez denigrado el poderío, el dominio y la gloria de los señores, los siervos inventan una moral que haga más llevadera su condición de esclavos, puesto que jamás van a conseguir las características de los poderosos. Así, el esclavo procede a decretar como «buenas» las cualidades que Nietzsche denomina de los débiles:

  • La humildad, la sobriedad, la sencillez, el conformismo.
  • La paciencia, la similitud con los otros, el sometimiento a un destino.

Como tienen que obedecer a los señores, los siervos aceptan que la obediencia es buena y que el orgullo es malo. Como los esclavos son débiles, promueven valores como la mansedumbre y la misericordia; en cambio, critican el egoísmo y la fuerza. Nietzsche rechaza la conducta gregaria: detesta la moral del rebaño, la conducta de los que siguen a la mayoría.

Nietzsche y la Moral Religiosa

Para Nietzsche, la moral religiosa, cualquier moral religiosa, es una moral de siervos porque toda religión nace del miedo, de la incapacidad de asumir la vida y sus desafíos. El hombre recurre inmediatamente a una entidad superior (Dios) que le descarga de responsabilidades y evita que luche por lo que quiere. Por tanto, es fruto de hombres menores y hace una crítica feroz a los sacerdotes.

En general, Nietzsche evidentemente niega la religión, la existencia de Dios, de cualquier dios. Entiende que la moral tradicional (la judeocristiana) es antinatural, pues presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida; es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural. El eje de la crítica a la moral cristiana es su carácter contranatural. Se trata de una moral contraria a la vida, a la naturaleza, a los instintos, mientras que la apuesta de Nietzsche es a favor de la fuerza, la creatividad y el expansionismo.

La moral cristiana fomenta los valores de la “moral de esclavos” (humildad, sometimiento, debilidad, mediocridad), los valores mezquinos (obediencia, sacrificio, compasión) y la idea de culpabilidad, de pecado; es la moral vulgar, de resentimiento contra lo elevado, noble y singular. Para Nietzsche, los valores morales los crean las personas, son proyecciones de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses, pero que se hacen pasar por «verdaderos» y «universales».

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