La acción humana: transformación, creación y moralidad

LA ACCIÓN HUMANA

Una vez superado el tema en el que se trata al ser humano es inevitable estudiar cómo actúa. El ser humano no solo es, también actúa, incluso puede que sea lo que lo define o su condición necesaria para ser. Sólo es actuando, donde se manifiesta el ser y lo que se es, el ser humano está condenado a hacerse a sí mismo. El estudio de la acción humana lo haremos en tres sentidos: como transformador de la realidad para cubrir sus intereses, como creador en la búsqueda de la belleza y como animal moral.



EL TRABAJO

El trabajo y la técnica constituyen la forma en la que el ser humano es capaz de transformar el mundo para adaptarlo a sus necesidades. Es su relación diaria e íntima con la naturaleza, el mundo y los demás. Trabajo y técnica van de la mano, porque es inevitable que el desarrollo tecnológico esté implícito en esa transformación del mundo.

Cuando el ser humano trabaja maneja la naturaleza, necesita de ella, en la que busca realizarse y con la que obrar. Además, esta actividad productiva es al mismo tiempo individual y colectiva como modo de acción social.

Con el trabajo el ser humano satisface necesidades. El ser humano necesita comer, beber, tener seguridad, cuidarse… todas relacionadas con lo básico para sobrevivir. Pero necesita más cosas, de lo contrario sería simplemente un animal, y el trabajo sirve también para cubrir otras necesidades más allá de las puramente orgánicas.

Además, el trabajo del ser humano produce cosas, bienes, objetos duraderos en los que reconocerlo. Es un proceso de transformación donde tanto la naturaleza como el ser humano cambian. El animal produce de forma inmediata y el ser humano lo hace de forma mediata, yendo más allá de la pura necesidad física.



LA TÉCNICA

Es difícil encontrar un entorno donde no haya algo hecho por el ser humano que sirva para facilitarnos la vida. Pero en sentido más preciso y más humano podemos hablar de tecnología, como la forma de técnica ligada a un sistema de producción industrial, respaldado por la ciencia y que el ser humano controla intencionadamente.

Uno de los principales problemas planteados a partir de entonces era saber si el ser humano sería capaz de controlar lo creado. Heidegger nos dice que el ser humano ha traicionado su relación con la aletheia, siendo la técnica un modo de ocultamiento.

El desarrollo tecnológico amenaza la existencia auténtica, el ser humano debe tomar la decisión de mandar o no mandar sobre el objeto tecnificado.



EL ARTE

La filosofía se ha ocupado siempre de la actividad creativa del ser humano. Desde el comienzo de la filosofía ha sido uno de sus objetos, la belleza, fin propio de la actividad y la cultura humana desde el comienzo de las civilizaciones. La reflexión sobre esta actividad gira en torno a lo que es y a la forma en la que se manifiesta.

El arte como mímesis

El ser humano es un imitador. En el arte se da esta condición mimética junto a la experiencia placentera que conlleva. El arte, en tanto que mímesis, es recreación de lo real, es un reinventar lo real, como hacemos en el teatro, en la pintura o en otras tantas artes.

El arte como verdad

Además el arte tiene mucha relación con la verdad, es una de las formas de acercamiento del ser humano al ser. La actividad artística es una opción para iluminar el mundo, revelar un sentido y un orden de las cosas. La obra de arte se convierte habitualmente en un desvelamiento de la verdad, pero no como copia literal sino como invención de algo nuevo que enriquece y nos ayuda a entender la verdad sobre el mundo y sobre nosotros.



La obra de arte

La obra de arte es una producción humana que solo desde la perspectiva existencial concreta tiene sentido encontrarle una explicación. La naturaleza misma aparece ante nosotros como algo de lo que no podemos dudar, existe sin que ningún ser humano haya podido intervenir.

La belleza

Es habitual hablar de la diversidad de gustos y de formas de entender la belleza, seguramente no más variedad que la que hay con respecto a lo que es verdad o lo que está bien, pero la dificultad de delimitar los valores estéticos y la poca importancia vital que le damos en muchas ocasiones hacen que no le demos la importancia que se merece.

Lo que es evidente es que la belleza tiene que ver con el sujeto y con las sensaciones que este vive al contemplar la obra de arte. Tenemos en este juego de la belleza tres elementos que juegan y que se necesitan: creador, obra y espectador.

El amor a lo bello es lo que nos hace realizarlo y contemplarlo, nos hace anhelarlo y necesitarlo vitalmente. Es una mediación entre la vida contingente y lo que queremos que sea, en lo sensible vemos lo absoluto, es la forma humana de encontrarse con lo eterno de una forma efímera, intuitiva y final.



LA ÉTICA

El ser humano tiene una forma de actuar más, además de la técnica y la artística, la acción ético-moral. Ésta nos define y podemos decir que es exclusiva, nos caracteriza como seres que gobiernan su acción orientándola, argumentándola y dotándola de intención, deliberamos y tomamos decisiones cargadas de valores, criterios y justificaciones morales.



La conducta humana

La conducta es la actividad externa y observable que desarrolla un organismo vivo. Skinner dice que la conducta es algo que tienen en común las cosas vivas, pero hay un tipo de conducta que solo el ser humano puede desarrollar: la conducta moral. El ser humano nace en un estado de mayor fragilidad e indigencia.



Animal Moral

El ser humano es el animal moral. Su naturaleza crea esta segunda naturaleza dado que está caracterizado por la menesterosidad y el desvalimiento. Como su respuesta no está determinada libremente deberá elegir y preferir.

Por lo tanto, para subsistir deberá hacer uso de su inteligencia, la voluntad deberá acompañar a la decisión y así irá ajustando la vida, acotando su entorno y configurando su habitud durante toda su existencia, conformando así su segunda naturaleza. El hecho moral tiene su enraizamiento en la misma estructura bio-psíquica del ser humano. Tiene lugar con la aparición del ser racional, histórico y social, a partir del agrupamiento en colectividades primitivas y el nacimiento de la autoconsciencia.



La conducta moral

Para ver las características propias de la conducta moral pondremos tres perspectivas filosóficas sobre el asunto. Ortega y Gasset por su parte se refiere a la vida como programa vital. Según la RAE la libertad es la facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Moralmente es la capacidad de decidirse a actuar de acuerdo con la razón, si dejarse dominar por los impulsos y las inclinaciones espontáneas de la sensibilidad.



Especificidad de la conducta moral

Solo el ser que sea libre realiza acciones que pueden ser consideradas como acciones morales. Por lo tanto la acción moral tiene que tener las siguientes características:

  • Intención y motivación para obrar. Cuando actuamos moralmente nos planteamos fines, objetivos, tendemos a realizar algo, por lo que tenemos necesariamente que tener motivos para hacerlo, no puede ser ajeno a la voluntad.
  • Deliberación y decisión. Solo se puede obrar moralmente cuando contemplamos esa acción como posible, es decir, que podíamos no haberla hecho. Sobre lo necesario no hay moralidad. La elección nos hace libres al mismo tiempo que morales.
  • Responsabilidad. Hace falta alguien que realice la acción, un sujeto que responsa por lo que ha hecho, una conciencia a la que se le pueda imputar el acto. La acción moral es necesariamente responsable.
  • Justificación moral. Si la acción es al mismo tiempo una elección quiere decir que se controla las razones del acto. Por tanto debe haber justificación de lo realizado, bien por normas, principios o valores morales.



Los valores morales

Así, para entender la justificación que hay detrás de cualquier acción moral, debemos acceder a su fundamento mismo, los valores morales. Ellos sostienen los principios y las normas morales que asumimos y que guían nuestra conducta.

El término viene del latín valere, que es estar vigoroso y sano. Cuando actuamos moralmente creemos hacerlo conforma a ciertos valores, su existencia no se pone en duda, la opiniones divergen a la hora de explicar la génesis de los mismos. El problema no es su existencia o no, sino más bien su origen.

Además, los valores han cambiado con la historia de la humanidad, dependiendo de la época y la cultural en la que se han dado y defendido, aunque la cualificación como «bueno» y «malo» sí es universal.

Su iniciador fue Lotze que concibe el valor como algo irreal pero presente, porque los valores no son sino que valen. A partir de aquí se desarrollaron varias corrientes de estudio del valor. Hans Reiner desarrollaría años después una teoría de la existencia humana estrechamente relacionada con la teoría de los valores y la ética.



Teorías éticas

La ética se ha movido siempre por dos posiciones antagónicas, por un lado las teorías materiales, entre las que se encuentran las teleológicas, y las formales, que contienen a las deontológicas. Las teorías formales definen el carácter formal sin considerar su contenido.

Ética materiales

Al decir material se alude a contenido y no a lo puramente físico. De modo que lo importante es contestar a qué es lo propio de la acción moral, cuál es el contenido, en qué consiste exactamente y qué debemos hacer para alcanzarlo.



El hedonismo

Estas éticas encuentran la felicidad en el placer. Esta teoría también ha recibido el nombre de epicureísmo por ser Epicuro, filósofo griego de la época helenística, quién primero elaboró estas teorías. Será el sabio aquel que conozca las verdaderas necesidades para tal fin y que deben reducirse a lo indispensable para que no nos inquieten los deseos de conseguir más.



El eudemonismo

Aristóteles cuando planteaba que el alma debe actuar según la virtud, la excelencia de la acción propia del ser humano, solo así conseguirá ser feliz. Lo racional es lo que lo caracteriza, de forma que la actividad y la perfección de esta capacidad será la propia del ser humano.



El utilitarismo

Es un sistema ético desarrollado en Inglaterra en los siglos XVIII y XIX que establece que lo bueno es aquello que promueve la felicidad. Por lo tanto las acciones no se valoran por lo que son en sí mismas sino por sus consecuencias, se aplica un cálculo en virtud de la cantidad de felicidad que aportan. El objetivo es conseguir felicidad, Jeremy Bentham planteó que la felicidad depende de los dos soberanos que nos gobiernan: el dolor y el placer.



Éticas formales

Si una ética tiene contenido necesita de Dios para sustentarse y ser universalmente válida, por lo tanto una ética que quiera ser autónoma deberá renunciar a ese contenido y ser meramente formal.



Formalismo ético kantiano

La moral kantiana se basa en elementos a priori y responde a una de las preguntas fundamentales: ¿Qué debo hacer? Una ética solo podrá ser formal y planteada antes de la experiencia para que sea universal y necesaria. Pero al ser práctica la ley moral debe fundamentarse en el sujeto que actúa.

Actuar por deber como valor moral debe estar fundamentado en la propia naturaleza humana. Obrar por deber debe ser universal, para todos los seres humanos, y necesario. El imperativo categórico es el principio constitutivo de la moralidad porque la voluntad se impone algo a sí misma. Una de las formulaciones es «obra según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal».



Formalismo existencial

Kierkegaard resalta por encima de cualquier contenido moral la actitud, la forma, el cómo. Nietzsche por su parte propone una moral revolucionaria tras proclamar la muerte de Dios. En general la tónica habitual en la filosofía existencialista de Heidegger, Jaspers o Sartre será la renuncia a cualquier contenido moral e incluso a cualquier contenido filosófico.

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