Filosofia escolastica representantes

1-HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL:


Si atendemos a criterios de orden cronológico, solamente podemos llamar filosofía medieval a la Escolástica que aparece a finales del siglo VIII. Sin embargo, los cuatro primeros siglos de filosofía Escolástica están constituidos sobre la base doctrinal que suponen los casi ocho siglos de filosofía Patrística que preceden a la aparición de la Escolástica.
Llamamos Patrística a la obra de aquellos autores cristianos que durante los primeros siglos de nuestra era fijaron la práctica y doctrina cristianas y que se conocen por ello como Padres de la Iglesia. En el mundo aún pagano del Imperio Romano, los primeros autores cristianos se encontraron con la necesidad de emprender la doble tarea de dar fundamento racional al cristianismo y de defender su verdad frente a: primero, la amenaza externa del paganismo y, segundo, aquellas concepciones equivocadas del cristianismo que amenazaban la unidad de los cristianos y que llamamos herejías.
En esta doble tarea los Padres de la Iglesia no disponían de más instrumentos intelectuales que los provenientes de la tradición pagana de origen griego, de tal manera que se encontraron con la necesidad de conciliar la verdad cristiana con los conceptos y doctrinas de una filosofía que había sido concebida al margen de esa verdad. Ese ejercicio de armonización es una tarea de al menos cinco siglos de duración y encuentra su culminación en la obra de San Agustín de Hipona (354-430), cuya síntesis de neoplatonismo y cristianismo permitió afirmar la unidad fundamental de la verdad de la razón y la de la fe, y fijó el marco teórico en el que se movió de modo exclusivo la filosofía medieval hasta el siglo XIII.
El origen de la Escolástica debe remontarse hasta el Renacimiento Carolingio de finales del siglo VIII. La administración del Imperio Carolingio era una tarea compleja que requería de individuos con cierta formación. Con el fin de procurarla, Carlomagno fundó la Escuela Palatina, que fue el modelo de las escuelas monacales y catedralicias en las que apareció la Escolástica.
Desde el comienzo hasta el siglo XIII la Escolástica es fundamentalmente agustiniana. Se mantiene con pocos matices la tesis de San Agustín de la complementariedad entre la razón y la fe de acuerdo con la cual la fe es necesaria para conocer y la razón esclarece y ayuda a conocer la fe. Esa es, al menos, la posición de los grandes autores de estos siglos, Juan Escoto Eriúgena (s. IX), San Anselmo de Canterbury (s. XI) y Pedro Abelardo (s. XII), que son, por lo demás, quien dan su forma inicial a los grandes problemas alrededor de los cuales quedará articulado el discurso filosófico de la Escolástica: las relaciones entre la razón y la fe y entre la Iglesia y el Estado y las cuestiones del libre albedrío y la naturaleza de los universales y su relación con la omnisciencia y omnipotencia divinas.
El siglo XIII comienza con el redescubrimiento del aristotelismo en Occidente. Hasta entonces sólo se conocían los escritos de lógica de Aristóteles que había traducido Boecio (s. VI) En el siglo X los árabes conquistan Siria y encuentran allí textos de Aristóteles en lengua siríaca. Estos textos son traducidos al árabe y comienza una escolástica árabe-aristotélica que resulta en un aristotelismo neoplatonizante obra de Avicena (s. XI) y produce una serie de comentarios que, junto con los propios textos aristotélicos, son vertidos al latín en la Escuela de Traductores de Toledo. Esto supone la entrada del aristotelismo en el mundo cristiano.

El aristotelismo y la interpretación de Aristóteles de Averroes, el llamado averroísmo, supusieron una conmoción intelectual muy importante en el Occidente agustiniano, fundamentalmente porque el averroísmo contenía ciertas tesis (universalidad del principio de necesidad, eternidad del mundo e hipóstasis del entendimiento agente) que eran abiertamente incompatibles con ciertas creencias básicas del cristianismo. Esto suscitó tres tipos de reacciones.
Primero, el averroísmo latino, cuyo autor más relevante es Siger de Brabante, asumió la doctrina de Averroes en su completud e intentó conciliarla con el dogma cristiano a través de la teoría de la doble verdad. Segundo, como reacción frente a los errores del averroísmo, aparece una corriente, cuyos nombres más destacados son Alejandro de Hales, San Buenaventura y Roberto Grosseteste, que propone un retorno a las raíces (agustinianas) de la filosofía cristiana.
En tercer lugar, ciertos autores intentaron desprenderse de la interpretación averroísta de Aristóteles y rescatar un aristotelismo más puro que fuese susceptible de ser conciliado con el cristianismo. El primer intento de dar carta de naturaleza al aristotelismo en la filosofía cristiana fue el de San Alberto Magno, que fue capaz de mostrar que las grandes teorías aristotélicas no son incompatibles con el dogma cristiano. Pero quien consuma la síntesis entre aristotelismo y cristianismo es un discípulo de San Alberto Magno cuya doctrina es el producto más perdurable de la filosofía medieval: Santo Tomás de Aquino.
El siglo XIV supone la última fase de la Escolástica. Es el siglo de la disolución de los grandes problemas que habían dado unidad la Escolástica, que quedarán desarrollados del modo que podrán en el siglo siguiente ser finalmente abandonados o relegados a la condición de pseudo problemas. Sus dos grandes nombres son Juan Duns Escoto y Guillermo de Ockham. En Escoto comienza un proceso de desvinculación entre la razón y la fe que Ockham culminará a través de la apelación a la experiencia como un punto de partida de todo conocimiento. Esto significa que el límite de la razón se encuentra en aquello que puede ser conocido y verificado empíricamente y que, en consecuencia, cuestiones propias de la teología como la naturaleza de Dios y sus atributos resultan inaccesibles a la razón. Esta concepción del conocimiento racional hará posible la aparición de la Ciencia Moderna conforme se presenta en, por ejemplo, Galileo.

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