Distintas Cosmovisiones a lo Largo de la Historia
A lo largo de la historia se han sucedido distintas cosmovisiones, desde la teoría de las ideas de Platón hasta las visiones influenciadas por la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica del siglo XX, pasando por el universo mecanicista de Newton.
La cosmovisión aristotélica, muy influida por la metafísica del filósofo debido a la nula separación entre filosofía y ciencia en la Grecia antigua, estuvo en vigor durante casi dos mil años.
Esta cosmovisión era además teleológica, ya que Aristóteles consideraba que todos los procesos tienen una finalidad, que todo lo que existe persigue un propósito. Aristóteles creía que el universo es comparable a un enorme ser viviente formado por innumerables partes que persiguen sus propias metas.
Este universo tiene como centro la Tierra, alrededor de la cual giran la Luna, el Sol y los demás planetas. Como buen filósofo griego, Aristóteles pensaba que el universo siempre había existido y que era eterno en el tiempo. También pensaba que era un universo finito, es decir, con un límite en el espacio.
El universo de Aristóteles también era heterogéneo, puesto que estaba dividido en dos «espacios»: el sublunar y el supralunar.
Espacio Sublunar
Situado debajo de la Luna (incluyendo, por lo tanto, la Tierra), este espacio está formado por los cuatro elementos de Empédocles (aire, agua, tierra y fuego), los cuales tienen un lugar natural al que regresan espontáneamente si se les mueve. La tierra es el elemento más pesado, y por lo tanto le corresponde estar debajo de todo lo demás. El agua iría justo encima de la tierra; el aire, encima del agua; y sobre este último iría el fuego.
Espacio Supralunar
Espacio situado sobre la Luna compuesto por esferas de éter (el quinto elemento) que en su interior contienen al Sol, a las estrellas y a los planetas. Los cuerpos del mundo supralunar, a diferencia de los del sublunar, son incorruptibles, no se deshacen. Los movimientos en este mundo son circulares, forma considerada perfecta en el mundo griego. Estos movimientos se iban transmitiendo de esfera a esfera, con la primera esfera siendo movida por el théos, que actuaba como una especie de «primer motor» necesario para el cosmos.
La Modernidad y las filosofías modernas están definidas por la revolución científica que se dio en el siglo XVII y que llevó a la aparición del método científico.
Científicos como Galileo, Kepler o Newton ayudaron a cambiar por completo la visión que tenía la humanidad del cosmos, mientras que Copérnico desmontó la teoría aristotélica del geocentrismo y propuso su modelo heliocéntrico según el cual era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra.
El uso de nuevos inventos como el telescopio también permitió a la humanidad determinar que el universo es ilimitado en el espacio y finito en el tiempo, a diferencia de lo que creía Aristóteles. Los científicos modernos tampoco creían que el universo persiguiera ningún propósito; para ellos, el movimiento dentro del universo podía ser explicado mediante las leyes de la física.
Científicos como Newton veían al universo como algo perfectamente cognoscible por las leyes matemáticas, además de homogéneo, siendo incluso comparable a un reloj en su mecanicismo y determinismo (el universo es predecible, lo que «ha hecho» en el pasado nos ayuda a predecir con gran grado de exactitud cómo «actuará» en el futuro).
Durante esta época también se creía que en la naturaleza existían ciertas propiedades fundamentales y magnitudes que se mantenían constantes en el tiempo y nunca cambiaban. Para describir esta estabilidad usaban los denominados «principios de conservación«.
La visión mecanicista del universo propia de la Edad Moderna se mantuvo vigente hasta finales del siglo XX, cuando diversos experimentos demostraron que el universo no era exactamente como lo habían concebido Newton y sus contemporáneos. A raíz de esto surgieron nuevas cosmovisiones basadas en la teoría de la relatividad y en la mecánica cuántica.
Teoría de la Relatividad
Propuesta por Albert Einstein en 1905, esta teoría establece que la velocidad de la luz debe ser idéntica para cualquier observador y que, por lo tanto, el espacio y el tiempo son relativos y dependen en gran medida del observador, que cobra aquí una importancia que no tenía siglos atrás. El espacio-tiempo de Einstein era como una cuarta dimensión que se curvaba como si fuese una malla. La teoría de la relatividad indica que la masa y la energía son dos manifestaciones de una misma realidad, por lo que pueden transformarse la una en la otra.
Mecánica Cuántica
Revolución en la física que desmontó la visión leibniziana de una naturaleza que no da saltos y donde la materia y la energía son continuas. Experimentos a principios de siglo demostraron que eso no era así y se tuvo que hacer la suposición de que la energía no es continua, sino que solo puede intercambiarse en forma de «paquetes de energía» llamados «cuantos«. La mecánica cuántica también afirma que las partículas participan de un comportamiento ondulatorio.
Principio de Indeterminación
Principio establecido por la mecánica cuántica que dicta que es imposible conocer al mismo tiempo y con total certeza la posición y la velocidad de una partícula. Es, por lo tanto, imposible conocer la trayectoria exacta de, por ejemplo, un electrón.
Azar
La mecánica cuántica también introduce un elemento de azar en nuestra cosmovisión, ya que esta nunca nos va a poder decir con total certeza dónde está, por ejemplo, un electrón; solo nos puede decir la probabilidad de que esté o no en un lugar determinado.
El Observador
La mecánica cuántica también afirma que el observador altera inevitablemente la realidad y que, por lo tanto, nos es imposible estudiar la realidad en sí misma. Se desmonta, pues, el presupuesto de un observador epistemológicamente neutro, capaz de acceder a un objeto sin afectarlo.