El Humanismo Renacentista: Pilares Filosóficos y su Legado Cultural

El Humanismo Renacentista: Difusión e Impacto

Las recopilaciones de textos antiguos les permitirán comparar ediciones y estudiarlas, realizando ediciones críticas que recuperarían lo que un autor determinado habría escrito en su momento. Con la invención de la imprenta, los textos pudieron difundirse de manera mucho más general, llegando a un público más amplio.

Las Dos Direcciones de la Labor Humanista

Los humanistas orientaron su labor en dos direcciones principales:

  • Hacia sus iguales (los propios humanistas): Su objetivo era poner en conocimiento el conjunto de saberes adquiridos a través de los textos antiguos. Los humanistas se concebían como una República Litterarum, a pesar de la competencia existente en distintos lugares y cortes.
  • Hacia las élites del poder: Esta orientación tenía un doble sentido:
    • El poder permitía la difusión del humanismo hacia la sociedad.
    • Los humanistas se proponían a sí mismos como gestores en la sombra del poder, no solo como humanistas estudiosos, sino también como humanistas políticos, un grupo capaz de modificar aspectos con respecto a los patrones que enseñaba la antigüedad.

El poder debe entenderse tanto como poder político como poder religioso. Esto incluye a consejeros dentro de las repúblicas y a reformadores en la esfera religiosa, destacando reformadores cristianos como Erasmo de Róterdam, muchos de los cuales terminarían relacionados con la Reforma Protestante, como Philipp Melanchthon.

La Filosofía Moral como Eje del Pensamiento Humanista

La filosofía moral se convierte en el eje de la reflexión humanística, proponiéndose ordenar las reglas para el «bien vivir», un concepto ético y social. Frente a la orientación puramente intelectual de la filosofía tradicional, esta se orienta en un sentido práctico. A la hora de construir un ideal humano como modelo de aprendizaje, se recurre a dos medios:

  • Fuentes escritas antiguas y clásicas: Cicerón, Séneca, Plutarco, entre otros, vistos en su dimensión ética. A esto habría que añadir las reflexiones de los Padres de la Iglesia: Agustín, Jerónimo, etc.
  • Estudio directo de las personas: La observación del hombre en su faceta completa, lo que se refleja en los retratos creados en esta época, presentes en todas las artes. Es una de las épocas en las que la introspección cobra gran relevancia (a partir de Petrarca).

A partir de la introspección y la meditación sobre el lugar que le corresponde al ser humano dentro de la creación, surge un rasgo común de las primeras épocas del humanismo: el optimismo radical y una cierta conciencia de omnipotencia.

Conceptos Clave del Humanismo

Aparecen una serie de palabras clave que estarán presentes en toda la literatura humanística:

DIGNIDAD

La DIGNIDAD es el valor intrínseco del ser humano, concepto que surge en la Academia Neoplatónica Florentina. La literatura sobre la dignidad del hombre, en la que destacan textos muy importantes como la Oratio de dignitate hominis de Pico della Mirandola.

La idea de dignidad ya existía en la Edad Media, entendida como el valor intrínseco del hombre por ser creación divina. Sin embargo, se añaden dos elementos nuevos en el humanismo:

  • La participación activa del hombre en su propio desarrollo.
  • La idea de que la dignidad es una potencia que se desarrolla en función de la sociedad, buscando la semejanza con la divinidad.

La cultura domina a la naturaleza, y esto se manifiesta en la dignidad del hombre.

VIRTUS

La VIRTUS es la cualidad propia del ser humano que le permite sobreponerse y vencer a la fortuna, un concepto clave en la mentalidad medieval. Esta virtud colabora con la imagen de omnipotencia asociada a lo humano en la primera fase del humanismo. Este concepto de virtus es independiente de la cultura cristiana; es la virtud individual, mediante la cual el ser humano se reafirma frente a su entorno.

La ética tendrá como fundamento la ética aristotélica, de carácter político y social. Y dependerá del «sumo bien» que definan los humanistas, que para muchos es la divinidad, una idea platónica cristianizada. Este desarrollo tendrá su mayor expresión en Florencia, de la mano de Marsilio Ficino.

Aunque también se desarrollarán en otros lugares posturas de tipo estoico atenuado, representadas por Alberti. En esta postura, el «sumo bien» reside en el equilibrio de la existencia terrena, es decir, en tomar distancia respecto a las pasiones y buscar la felicidad en uno mismo, con independencia del mundo circundante, sin caer en un ascetismo monástico.

La Naturaleza en el Pensamiento Humanista

La idea de naturaleza, constantemente presente en los escritos de los humanistas, es vista como una fuente de belleza y armonía emanada de un ser superior, que irradia su propia belleza sobre el conjunto del universo. Naturalmente, el hombre es el destinatario de esta belleza y puede transformarla, siempre con la idea de hacer el mejor uso de este don, ya que, entre otras cosas, él también forma parte de este conjunto armónico del universo.

Montaigne, un pensador del siglo XVI, resumía esta idea diciendo que uno debe vivir estudiándose a sí mismo, conocer la naturaleza y vivir en armonía con el seno del universo, con la idea de no querer ser más que un ser humano. Esto contrasta con el discurso de la divinidad del hombre; esta es otra postura que, naturalmente, no encaja.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *