Disertacion platon educacion y politica

DIALÉCTICA Y POLÍTICA.

Introducción


1) Se nos plantea en esta redacción la relación existente entre la dialéctica y la política o, dicho con otras palabras, entre la filosofía y el gobierno de la ciudad.

Pero para aclarar la relación arriba mencionada, tendremos en cuenta que la dialéctica es la culminación de un arduo proceso educativo que consiste en la ascensión desde el mundo sensible hasta el de las ideas y su culminación para  alcanzar la idea de Bien. Alcanzada Ésta,  viene obligatoriamente la  fase descendente para ocuparse  de los asuntos del gobierno de la polis, estableciendo en ella la Justicia.


2) Por tanto no podremos obviar responder a preguntas del cariz de las que siguen: ¿cómo se realiza ese ascenso?, ¿qué función desempeña  la dialéctica en el mismo?, ¿se asciende para permanecer  feliz contemplando las  ideas y su culminación, la de Bien, o es ineludible bajar, para, a la luz de Ésta, gobernar el Estado?


3) A todas responderemos teniendo en cuenta el punto de vista de Platón  y haciendo referencia a asuntos tan notables en él con la C. VII, la teoría del filósofo gobernante y el intelectualismo moral, la teoría de las ideas, la educación y una alusión al estado ideal.

Desarrollo

Platón, abocado a la política por su posición social, pronto quedaría decepcionado, debido precisamente a las continuas injusticias cometidas por los políticos de unas y otras tendencias de su tiempo. Bien claramente lo muestra en su carta VII en la que además manifiesta sin ningún lugar a dudas que sólo si gobiernan los filósofos podrán estar bien dirigidas las ciudades. Ésta es su famosa teoría del filósofo gobernante en la que resuena el intelectualismo moral de su maestro Sócrates. En realidad no es otra cosa que la transposición a la política de este pensamiento socrático que nos viene a decir que quien conoce el bien no puede obrar mal  y que el mal obrar es fruto de la ignorancia. Por eso, los filósofos que son los únicos verdaderos sabios, serán los únicos gobernantes garantizados.

Como ya hemos apuntado, entendemos que Platón ve como único remedio a los problemas políticos de su tiempo un  gobierno regido por filósofos. Considera que sólo la filosofía puede ofrecer una visión adecuada de lo Justo y lo Bueno, principio y referencia imprescindibles para que los gobernantes se conduzcan recta y sabiamente y gobiernen con Justicia.

Además tenemos que  entender   que Platón no es precisamente un demócrata y que considera que sólo la aristocracia, la del saber y la virtud, que no la del poder y el linaje, puede librarnos de la incompetencia, ambición  y los abusos de los malos gobernantes. Esa aristocracia son los filósofos, “las mejores naturalezas” que además han tenido que seguir un arduo y prolongado y selectivo proceso educativo.

Deducimos de lo dicho la importancia que tiene la educación para los futuros gobernantes. Efectivamente, el Estado, escogidos los más capacitados por la naturaleza para el saber y la virtud, los impulsará al conocimiento de lo verdadero, bueno y justo, haciendo que su alma se vuelva de lo sensible a lo inteligible. Aquí  no podemos dejar de referirnos a su Teoría de las Ideas, núcleo central de su filosofía que, en esencia, nos dice que además de las realidades sensibles, sometidas al nacimiento, cambiantes y perecederas hay otros entes superiores: ingénitos e imperecederos, inmateriales, indivisibles, inmutables y abstractos, sólo accesibles a la inteligencia. Son éstas las Ideas, el único objeto del verdadero conocimiento que además son los modelos o arquetipos de las cosas sensibles. Se organizan las ideas en un orden jerárquico cuya culminación es la de Bien, modelo y guía de toda conducta individual y política y por tanto referencia para cualquier gobernador que pretenda ser justo. Esta consideración lleva a nuestro filósofo a rechazar de plano el relativismo y pragmatismo político de los sofistas.

Y, siguiendo nuestro raciocinio, diremos  que es en la educación donde se inserta la dialéctica: es la culminación de ésta y nos permite llegar al conocimiento de las ideas y sus relaciones y es por lo tanto el único método para alcanzar ese saber que como ya hemos señalado culmina en la  idea de Bien, fundamento de todo lo real y expresión suprema del orden racional que gobierna el mundo. A su luz el buen gobernante regirá el Estado con justicia.

Pero a la dialéctica, culminación del proceso educativo, no se puede llegar directamente, es tan compleja y abstracta que precisa de una preparación, un entrenamiento que no es otro que las matemáticas, propedéutica imprescindible para iniciar el camino dialéctico. Esta abstracción  menor es un entrenamiento absolutamente necesario para que la dialéctica transite por lo puramente abstracto.

No podemos dejar de señalar que la dialéctica tiene dos direcciones: la ascendente que,  partiendo de hipótesis como meros peldaños y no dándoles la categoría que los matemáticos dan a sus axiomas sino sometiéndolas a la más dura crítica e intentando refutarlas valiéndose únicamente de la razón y sin recurrir en absoluto a lo sensible, nos conduce a la esencia de las cosas, es decir a la idea  y de idea en idea  hasta llegar a la de Bien, fundamento de toda realidad y del buen gobierno. La descendente nos indica que el filósofo, una vez formado, tiene la obligación ineludible de ocuparse del gobierno de la polis. Así será posible la utopía platónica del estado ideal en el que cada ciudadano, de acuerdo con su condición personal que le viene dada por la parte del alma que en él predomine,  ha de cumplir la misión que le es propia y la del filósofo no es otra que la de gobernar la ciudad  guiado por la mejor referencia posible, la idea de Bien de la cual sólo él es conocedor.

Todo lo referido nos lo representa Platón en el mito de la caverna en el que el prisionero liberado inicia su ascenso desde las sombras hacia la luz hasta llegar  a la contemplación del Sol que no representa otra cosa que la idea de Bien. Pero no queda aquí cubierto su trayecto ya que desde ahí le obligaran a descender nuevamente al mundo de las sombras e implicarse en los asuntos mundanos.

Conclusión


1) Concluiremos señalando que Platón no tiene ninguna confianza en  la democracia, gobierno de la masa ignorante. Confía plenamente en  una aristocracia de la virtud y el saber que resulta de escoger las mejores naturalezas y someterlas a un largo y costoso y selectivo proceso educativo que las lleve al conocimiento de las ideas y al de la de su culminación, la idea de Bien a cuya única luz serán capaces de gobernar justamente. Eso nos dice su doctrina del filósofo gobernante.


2) Por lo que se refiere a la dialéctica, diremos que es la última fase del proceso educativo y  que nos lleva  al conocimiento de las esencias (ideas), sus relaciones y su culminación, la de Bien, modelo y guía para que el filósofo, único poseedor de esa referencia, se conduzca a sí mismo y gobierne el Estado de la única manera justa posible.

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