Cosmovisión filosófica

1. La filosofía de la naturaleza


La filosofía de la naturaleza es la reflexión filosófica acerca del mundo natural. La filosofía siempre hasido motivo de admiración y de reflexión; de hecho, a los primeros filósofos se suele denominar “físicos”, pues su investigación fundamental se dirige a la naturaleza, entendida como el universo en su totalidad.La filosofía de la naturaleza se pregunta por el origen y futuro del universo así como por su realidad actual. Así, se plantea preguntas como: ¿Es el universo eterno o tuvo un origen y tendrá un final? ¿Tiene el universo una finalidad? ¿Está ordenado o reina el caos? ¿Por qué existe el universo?La filosofía de la naturaleza parte en su reflexión de las aportaciones de la ciencia, pero trata de ir más allá de ellas. Reflexiona sobre cuestiones para las que la ciencia no tiene respuesta.

2. Cosmología, cosmogonía y cosmovisión

Todas las culturas disponen de una forma de ver o de comprender el universo. Estos tres términos abarcan los diferentes tipos de visiones que han elaborado • Cosmología.
Se usa en la actualidad para referirse a una disciplina científica que se ocupa de construir modelos del universo que sean coherentes con los datos astronómicos y físicos

.• Cosmogonía

Visión del universo que implica elementos míticos o aportaciones religiosas. Cada cultura ha elaborado una cosmogonía diferente. Por ejemplo, en el antiguo Egipto se veneraba a Nut, la diosa cuyo cuerpo era la bóveda celeste y asu marido, Geb, que representaba la Tierra.

• Cosmovisión

En sentido amplio es una interpretación coherente y sistemática del mundo, es decir, una forma de ver y comprender la realidad en su conjunto. Para Thomas S. Kuhn, cada cosmovisión incluye un paradigma, pues no es solo un conjunto de teorías científicas sino que incluye una serie de supuestos (creencias, valores, formas de resolver problemas, etc.) compartidos por los científicos y el resto de ciudadanos en esa cultura y época concreta.

3. Cosmovisión teleológica

Es una cosmovisión teleológica. Una cosmovisión es teleológica cuando considera que todos los seres del universo, y también el universo como unidad, tienden a un fin. Todo lo que sucede es el resultado de procesos que apuntan al logro de determinados objetivos.

3.1. Cosmovisión aristotélica

Para Aristóteles, el universo es finito y eterno. Es un universo geocéntrico: la Tierra está en el centro del cosmos y a su alrededor giran la Luna, el Sol y los demás planetas, así como las estrellas. Para explicar el movimiento de los astros, Aristóteles supuso que cada uno de ellos está engarzado a una esfera cristalina que giraba alrededor de la Tierra. La primera esfera es la de la Luna, a continuación las esferas del Sol y de los planetas. La última esfera contiene a las estrellas y marca el límite del cosmos. Mas allá de la esfera de las estrellas no hay nada, ni siquiera espacio vacío. En total, ocho esferas principales, concéntricas, contenidas unas dentro de otras. Aristóteles creía que el universo era heterogéneo, dividido en dos regiones bien diferenciadas:

• El mundo supralunar,
formado por las esferas de los planetas conocidos, la esfera del Sol y la de las estrellas fijas. Esta regíón del universo está formada por éter, el quinto elemento, invisible e incorruptible. Los planetas son cuerpos geométricos perfectos. Su movimiento es circular y uniforme, el más perfecto de los movimientos. Este sistema de esferas precisa, según Aristóteles, de un agente que sea causa del movimiento, aunque él mismo no se mueva. Es lo que se denomina motor inmóvil, un ser absolutamente perfecto que se identifica con Dios. Como la esfera supralunar es perfecta, en ella no puede haber cambios,   por lo que todos los astros de esta regíón son inmutables y eternos• El mundo sublunar se extiende desde la esfera de la Luna hasta el centro, donde se encuentra la Tierra. Esta esfera está formada por los cuatro elementos de Empédocles (fuego, agua, aire y tierra) que se colocan ordenadamente en capas según su peso: tierra agua aire fuego. Cada elemento tiene su lugar natural, al que tiende a regresar espontáneamente. Por eso, si levantamos una piedra, esta tiende a bajar al suelo, que es su lugar natural. También explica por que el fuego siempre asciende. Sólo en esta esfera se dan los movimientos rectilíneos y acelerados. En este mundo sublunar reina el cambio, los seres nacen y mueren, y la imperfección. Según Aristóteles, todos los seres naturales tienden a realizarse de acuerdo al fin que la naturaleza les impone. El propio universo, es como un gran organismo que posee su finalidad, la cual se manifiesta a través de una especie de fuerza natural que actúa desde el interior de cada uno de los seres individuales. Es una cosmovisión que también podemos calificar de organicista. Así, el renacuajo contiene una fuerza interior que el impulsa a convertirse en rana. La cosmovisión geocéntrica de Aristóteles fue reforzada por las teorías de Ptolomeo que aplicó los conocimientos de la geometría de Euclides para dar un soporte matemático al sistema de las esferas.

3.2. Cosmovisión medieval

La forma aristotélica de entender la teleología del universo es reinterpretada en la Edad Media por diversos pensadores que la incorporan a la visión religiosa del judaísmo, del islám y del cristianismo. Estos autores consideran que la finalidad no es solo interna al universo. También existe una finalidad más importante porque es trascendente. La finalidad última de todo lo que hay es Dios, entendido como agente externo al mundo. Dios es la causa primera y última del universo. Este Dios además es un ser personal, con el que es posible comunicarnos y que está interesado por los asuntos de los hombres. En la cosmovisión aristotélica, el universo es geocéntrico, finito, eterno, heterogéneo y teleológic.

4. La cosmovisión mecanicista

En esta cosmovisión se considera la naturaleza como una máquina cuyo comportamiento estaría regido por un pequeño número de leyes sencillas e inmutables. Está visión del mundo está relacionada con la aparición de la ciencia moderna en los siglos XVI y XVII y empieza a ser cuestionada en el Siglo XIX. Esta etapa, conocida como revolución científica, se caracteriza por una nueva forma de mirar la naturaleza: la mera observación y la razón no bastan, ahora se incorpora la experimentación y la matematización para tratar de explicar como funciona el universo. Nícolás Copérnico (1473-1543) propone un cambio revolucionario al considerar que el Sol, y no la Tierra, es el centro del universo. Es el llamado modelo heliocéntrico del universo, muy parecido por lo demás al modelo aristotélico. Galileo Galilei (1564-1642), establecerá el método científico moderno y aportará pruebas en favor del modelo heliocéntrico, como la observación de los cráteres de la Luna o los satélites de Júpiter. Keppler (1571-1630) describirá las órbitas elípticas de los planetas. Y finalmente Newton, con su ley de la gravitación universal, ofrecerá una teoría física capaz de explicar, al mismo tiempo, los fenómenos celestes (movimiento de los astros) y los terrestres (caída de los cuerpos). Para Newton el espacio y el tiempo son sistemas de referencia absolutos.

El llamado giro copernicano
supone un cambio radical en la concepción del universo y también en la del ser humano: dado que la Tierra ya no es el centro del universo, el ser humano, tampoco. Esto introduce una dosis de inseguridad vital pues muchas convicciones tradicionales, así como el poder de la Iglesia, son cuestionadas. Las leyes descritas por Newton van a permitir calcular la posición de los astros con gran precisión. Por este motivo, el universo es a menudo comparado con el mecanismo de un reloj. Esta cosmovisión de la física clásica, además de mecanicista, es también determinista, porque establece que todo en el cosmos está sujeto a movimientos que se pueden predecir con exactitud. En esta cosmovisión moderna no se presta atención a la causa final. El cosmos ya no persigue ningún propósito. Descartes (1596-1650) distinguirá la sustancia extensa o res extensa, que forma el mundo físico, de la sustancia pensante o res cogitans que forma el mundo espiritual. El atributo básico de la res extensa es la extensión, y en ella reina un absoluto determinismo. Esto resulta aplicable a los seres vivos y al cuerpo humano, que son máquinas en movimiento sometidas a las leyes físicas. Pero el alma humana, y por supuesto Dios (la sustancia infinita) estarían libres del mecanicismo. Descartes no logra explicar de forma convincente como, si todo en el universo está predeterminado, se mantenga la libertad humana.

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