Aportaciones del cristianismo a la filosofia

Principales rasgos novedosos de la cosmovisión cristiana:-
Dios es un ser personal, creador del mundo, omnipotente y providente

La existencia del mundo es contingente (depende de la voluntad divina)

Aparece una nueva noción del tiempo: tiempo histórico

– Una nueva antropología: el concepto de persona y de responsabilidad personal

– La búsqueda de la verdad frente a La Verdad
El encuentro histórico entre la filosofía y el Cristianismo: (s. I-IV d.d. C.)
Parece evidente que el primer encuentro tuvo lugar desde el momento en que se produjeron las primeras conversiones al Cristianismo, a lo que en un principio no era más que una secta judía, mal vista por la Ortodoxia judía y perseguida incluso fuera de sus propias fronteras. Aunque ya con anterioridad se aprecian influencias de la filosofía griega: por ejemplo. en el Evangelio de San Juan se dice  que «en el principio era el Verbo», o bien, en las cartas de San Pablo se describe cómo «el Verbo se hizo Hombre». (Recordad qué significaba «Logos» para la filosofía griega). Lo cierto fue que se produjo una rápida asimilación de la filosofía griega. ¿Qué factores se unieron para que esto fuera posible?: -El uso de la lengua griega por parte de los Apóstoles; así penetraron en el mensaje cristiano, conceptos y categorías griegos; -No hay que olvidar que los judíos ya estaban bastante helenizados en tiempos de S. Pablo-Además existe un cierto paralelismo entre la estructura y la función de las escuelas filosóficas helenísticas de la época (estoicismo o epicureismo) y la «escuela» cristiana:  su orientación hacia la ética y la soteriología. Podríamos señalar dos etapas en las relaciones entre la filosofía griega -en la que predomina la investigación racional del mundo- y la religión-filosofía cristiana -en la que predomina la perspectiva de la fe-, que marcaron el rumbo de las relaciones en los siglos posteriores

La relación fe-razón


 S. Agustín representa la culminación de la tendencia a no distinguir entre fe y razón. Esta relación aparece de manera aproblemática. Ambas colaboran al esclarecimiento de la verdad. ¿Cómo es posible esta conciliación de elementos tan dispares?. Para ello veamos los supuestos en los que se basa ésta actitud:

La verdad es única y al hombre le interesa esclarecerla por todos los medios. Dios es la fuente de la verdad y de la felicidad, la filosofía busca la verdad, por tanto la filosofía también se encamina al conocimiento de Dios. Pero esto no significa que haya que dejar que la razón siga su propio curso de investigación: «si no creyerais no entenderéis». Este fue el resultado al que llegó en su vida después de pasar por distintas fases como el escepticismo y el maniqueismo-El entendimiento humano puede llegar a conocer la verdad divina (en esta idea se manifiestan influencias neoplatónicas). El alma es capaz de alcanzar las verdades de la ciencia pero para lograrlo hace falta alcanzar La Verdad (divina) y de esto es incapaz la razón humana; hace falta el «sol» que la ilumine en esta tarea que la sobrepasa. Dios sería esa luz que nos ilumina para que no erremos. Por otro lado, esta sintonía entre el alma humana (purificada) y Dios no es de extrañar, pues es Él quien la ha creado. Aquí podéis ver la fuerte influencia de la teoría del conocimiento platónica. Sólo será posible pensar en límites irrebasables de la razón y por tanto en la necesidad de distinguir claramente entre fe y razón cuando se parta de una teoría del conocimiento en donde éste tenga su origen en la experiencia sensible (Aristóteles).

La Ciudad de Dios

En San Agustín encontramos la primera filosofía tiene en cuenta la historicidad de la existencia humana. Algunos episodios de su tiempo, como la caída del Imperio Romano le llevaron a esta idea ajena a la filosofía griega. Tal como él lo veía, y de ahí pasó a la tradición cristiana, la Historia era el escenario en donde Dios se manifestaba con sus obras al hombre. Además, se entendía la historia como una pugna entre dos tipos de «ciudades», o más bien entre dos tipos de hombres: «aquellos que se aman a sí mismos hasta llegar al desprecio de Dios» (Ciudad Terrena) y «aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos» (Ciudad de Dios). Esta última, además, debe ser el ideal hacia el cual debe avanzar la historia de la humanidad. Todo ello además tiene implicaciones de tipo político: el papel del Estado debe estar supeditado a la Iglesia, se reduce sólo a organizar los asuntos terrenales propiciando el orden y la paz.

La recepción de la filosofía aristotélica en la Edad Media


Durante bastantes siglos la obra de Aristóteles fue desconocida en Europa, pero cuando se recuperaron y se conocieron a través de los árabes sus textos principales, supuso un gran empuje para el florecimiento y el enriquecimiento cultural del Medievo. Hasta el s. IX, sólo se conocía su «Organon», e incluso se le atribuían falsamente algunas obras neoplatónicas. Lo que quiere decir que el Aristóteles conocido  era escaso y muy platonizado, de modo que también fue considerado un filósofo apto para la «causa» cristiana.Pero, a partir de lo siglo XII y primera mitad del XIII, este panorama cambió con la traducción de sus obras fundamentales: «De anima», «Física», «Metafísica». Las consecuencias fueron diversas. Por un lado, como hemos dicho, el mundo medieval se vio enriquecido: su obra contiene estudios científicos, sobre la felicidad humana, métodos para razonar con corrección y, además, también encontramos un estudio de la realidad en su conjunto, interpretada exclusivamente desde el punto de vista racional, en la que no se necesita de ningún Dios al estilo cristiano. Platón era más ambiguo, más interpretable, pero Aristóteles es claro y conciso en su discurso. Aristóteles no se dejaba «bautizar» tan fácilmente. Los problemas para asimilar su filosofía eran mucho más complejos. El mérito de haberlo logrado se debe a Sto. Tomás, aunque muchas veces se hizo a costa de forzar en exceso el pensamiento aristotélico. Veámoslo a través de un ejemplo.

Problemas de asimilación de la filosofía aristotélica


Las incompatibilidades entre los dogmas de fe y la filosofía de Aristóteles habían surgido ya antes cuando los árabes la contrastaron con su propia religión mahometana (es famoso el caso de Algacel que abandonó su cátedra y su familia para dedicarse a la vida contemplativa como única salida al conflicto personal que le planteó el estudio de Aristóteles). Los problemas surgían, sobre todo, al abordar dos temas fundamentales: a) la contingencia del mundoy b) la dignidad incomparableentre Dios y sus creaturas.Si recordáis, para ARISTÓTELES, el mundo era eterno, y Dios de ninguna manera ha sido su creador, todo lo más lo mueve y hace que cada ser busque su propia realización, su propio bien -causa final. Además, allí donde se da una forma en una materia, hay realidad en acto, tenemos un ser plenamente existente: por tanto, hay muchos seres con existencia propia y no contingente o necesaria, no sólo Dios.Ante esta descripción del mundo, y para salvar sus doctrinas religiosas, tuvieron que distinguir entre esencia y existencia:Para AVICENA, todos los seres son necesarios; sin embargo, hay seres cuya esencia implica su existencia (Dios), y que, además, son necesarios por sí mismos y no por otro.STO. TOMÁS recogerá este hallazgo de la filosofía árabe, pero eliminará todo tipo de necesidad de los seres finitos (que nacen y mueren) y restaurará plenamente la noción de creación divina desde la nada. La unión de materia y forma no es más que la esencia de un ser, una mera potencia de ser; para que un ser existaen la realidad hace falta que su esencia pase a estar en acto, y esto se produce solamente por un acto de intervención divina. De este modo, el tipo de existencia de Dios y la de sus creaturas es radicalmente distinta. El ser es análogo. Los seres creados participan de la existencia, en grados diferentes según su propia naturaleza o esencia.

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