Eudaimonia y Virtud: La Búsqueda Aristotélica de la Felicidad Suprema

Introducción a la Ética Aristotélica

El texto que nos ocupa pertenece al Libro II de la Ética a Nicómaco, una de las tres obras de contenido ético que se le atribuyen a Aristóteles, el filósofo más importante de la filosofía griega junto con Platón.

Contexto Biográfico e Intelectual de Aristóteles

Aristóteles fue un filósofo, polímata y científico nacido en la ciudad de Estagira, al norte de la Antigua Grecia. Vivió durante el siglo IV a.C. Es considerado, junto a Platón, el padre de la filosofía occidental. Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.

Fue discípulo de Platón y de otros pensadores, como Eudoxo de Cnido, durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas. Poco después de la muerte de Platón, Aristóteles abandonó Atenas para ser el preceptor de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia durante casi cinco años. A su vuelta a Atenas, fundó el Liceo, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.

Su conocimiento enciclopédico le permitió escribir sobre todos los campos del saber, que se suelen agrupar en cinco áreas principales:

  • Lógica
  • Naturaleza (Física y Biología)
  • Comportamiento humano individual o colectivo (Ética y Política)
  • Arte
  • Metafísica

Aristóteles es considerado el padre fundador de la lógica, debido a que en sus trabajos se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Fue el primer pensador en formalizar el sistema lógico, de tal forma que sus propuestas han trascendido hasta nuestros días. La lógica aristotélica es una ciencia objetiva cuyo propósito es estudiar conceptos, analizando juicios y formas de razonamiento, cuyos resultados se expresan mediante el silogismo o razonamiento deductivo categórico.

La Búsqueda del Bien Supremo: La Felicidad (Eudaimonia)

La Ética a Nicómaco afirma que toda acción humana tiene un fin, y que la acción misma es el bien que se busca. Sin embargo, las acciones hechas por el hombre son a menudo un «instrumento» para conseguir otro fin superior. Aristóteles sostiene que la felicidad (Eudaimonia) es el último bien al que aspira el hombre por naturaleza.

La naturaleza nos incita a buscar la felicidad, la cual Aristóteles identifica con la «buena vida». Pero no todos los hombres conciben de la misma manera lo que es una vida buena o la felicidad: para unos es el placer, para otros las riquezas, otros la encuentran en los honores, etc. Surge entonces la pregunta fundamental: ¿Es posible saber en qué consiste la felicidad, más allá de los prejuicios de cada uno?

La Ética como Reflexión Práctica

No se trata de buscar una definición de felicidad como hizo Platón buscando la Idea de Bien. La ética no es una ciencia teórica, sino una reflexión práctica que requiere de la acción. Por lo tanto, es en la actividad humana donde encontraremos lo que nos permita responder a esta pregunta.

El Argumento de la Función Propia del Hombre

Cada sustancia tiene una función que se determina por su naturaleza; actuar en contra de esa función es actuar en contra de nuestra propia naturaleza. Por ejemplo, una cama ha de servir para dormir, y un cuchillo para cortar: si no cumplen su función, diremos que son una «mala» cama o un «mal» cuchillo. Si la cumplen, diremos que tienen la «virtud» (areté) y que son una «buena» cama y un «buen» cuchillo. La virtud es, por tanto, la capacidad propia de una sustancia o actividad.

El hombre, al igual que cualquier sustancia, ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa función, será un «buen» hombre; si no, será un «mal» hombre. La felicidad consiste en actuar conforme a la función propia del hombre. Si esa función se realiza, el hombre alcanzará la felicidad.

Si sus actos lo conducen a realizar esa función, serán virtuosos; en caso contrario, serán vicios que le alejarán de su propia naturaleza, de lo que en ella hay de característico o excelente y, con ello, de la felicidad.

Clasificación de las Virtudes

La virtud es de dos especies: intelectual y moral.

Virtudes Dianoéticas (Intelectuales)

Si para determinar las virtudes éticas Aristóteles partía del examen de la acción humana, para determinar las virtudes dianoéticas o intelectuales partirá del análisis de las funciones de la parte racional o cognitiva del alma. Estas funciones son:

  • La función productiva.
  • La función práctica.
  • La función contemplativa o teórica.

Entre las virtudes dianoéticas más importantes están la prudencia y la sabiduría. La virtud intelectual debe su nacimiento y desarrollo sobre todo al magisterio, y por eso requiere de experiencia y de tiempo.

Virtudes Éticas (Morales)

La virtud moral (ética) es fruto de la costumbre (éthos), de la cual ha tomado su nombre por una ligera inflexión del vocablo. Las virtudes son hábitos, maneras y actitudes permanentes de comportarse en un sentido determinado.

La Doctrina del Justo Medio

Solo es virtuoso aquel comportamiento que evita el exceso y el defecto, aspirando a un justo término medio. La virtud consiste, pues, en un equilibrio entre dos extremos igualmente viciosos. Así, el valor es un justo medio entre el miedo (defecto) y la temeridad (exceso).

Legado de la Ética Aristotélica

Esta búsqueda de un bien colectivo nos recuerda a corrientes actuales como el comunitarismo y el republicanismo, y es que la ética aristotélica ha sido un gran referente en la filosofía moral.

La mayoría de las teorías éticas posteriores han tendido a uno de los dos modelos más importantes del ámbito de la filosofía moral: el de Aristóteles o el de Kant.

Contraste con la Ética Kantiana

En el otro lado de la moneda, la ética kantiana cambia de manera radical el paradigma, sustituyendo la dicotomía bueno/malo por el par debido/indebido. Este modelo sustituye el contenido material del «¿qué debo hacer?» por una moral formal en la que se responde «¿cómo debo obrar?», una moral universal y necesaria que aportó autonomía moral al propio individuo, pues a fin de cuentas, es el único e insustituible protagonista de la moral.

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