Biografía de Karl Marx
Karl Marx (1818-1883) nació en Tréveris en una familia judía liberal. Estudió Derecho y Filosofía y se doctoró con una tesis sobre Epicuro. Fue uno de los filósofos más importantes de la era contemporánea, ya que desarrolló una antropología filosófica de la que surgieron una corriente política, una teoría económica y una concepción de la historia.
Su primer ambiente cultural fue el de la izquierda hegeliana, influido por el materialismo de Feuerbach y Bauer. Fue editor de una revista radical con influencias hegelianas, socialistas y liberales. Sus artículos periodísticos le llevaron al exilio (1843) y a refugiarse en París (1844), donde entró en contacto con Friedrich Engels y se unieron al grupo clandestino «Liga de los Comunistas», que les encargó escribir «El Manifiesto Comunista» (1848).
Su amistad fue un hecho central en su vida; Engels fue el continuador de su obra y quien se ocupó de la difícil situación económica que arrastraba su familia. Tras el fracaso de la Revolución de 1848, el gobierno alemán presionó para que Marx fuera expulsado de Francia, y se vio obligado a exiliarse en Londres, donde viviría prácticamente toda su vida entregado al estudio y a la organización revolucionaria.
Marx dedicó su vida al estudio del capitalismo, pero era incapaz de regular sus propias finanzas. Dependía de las ayudas que le hacía llegar su amigo Engels y pasó épocas de vida muy duras y miserables. Su labor intelectual es una de las más importantes de su siglo, y la relevancia del marxismo perdura hasta la actualidad.
La Dialéctica Hegeliana
Jorge Guillermo Friedrich Hegel
Hegel es considerado uno de los pensadores más complejos de la historia de la filosofía. No obstante, es fundamental comprender su concepto de dialéctica, que se articula en dos puntos clave:
- La realidad es dinámica y se transforma siguiendo un proceso dialéctico cuyo motor es la negación.
- La historia, entendida como transformación de la realidad, tiene un final cuando se han resuelto todas las contradicciones.
El Concepto de Dialéctica
La realidad, el Todo, posee un carácter histórico y dialéctico; evoluciona a través del tiempo y de la historia gracias a la negatividad, que es el motor del cambio. Los conflictos, contradicciones y oposiciones son la ley de la vida. Todas las cosas contienen en sí mismas su contrario, su negación.
La dialéctica proviene del diálogo, de la contraposición de razones. Heráclito, el filósofo del cambio, tenía una visión dialéctica del mundo, pues lo concebía como un fluir constante, un eterno movimiento. Sin embargo, para Heráclito, el cambio era eterno; en contraste, para Hegel, el cambio tiene un final. Las fases del cambio dialéctico son tres: tesis, antítesis y síntesis.
El Ser Humano en Marx
Platón y Aristóteles habían definido al ser humano como un ser teórico. Según Marx, la concepción del ser humano como un ser «teórico» debe superarse, ya que es un reflejo de su sociedad: la esclavitud.
El rasgo principal del ser humano es la actividad, siendo el trabajo su manifestación más importante, ya que mediante este, el hombre puede transformar la naturaleza. El trabajo es una necesidad humana, una expresión de su deseo, y posee valor por sí mismo porque es la expresión de la libertad para desarrollar su propio potencial creador.
La naturaleza no es exterior al ser humano, sino que forma parte de sí mismo: es, por un lado, su «cuerpo inorgánico» y, por otro, su obra. La sociedad y la naturaleza son producto del trabajo humano. Y como vive en sociedad, las relaciones que se establecen entre los individuos son decisivas para su definición.
Por tanto, dado que la historia humana es un proceso cambiante, Marx no hablará de una esencia humana abstracta e invariable, sino que definirá a cada individuo como el conjunto de sus relaciones sociales. En resumen, podemos afirmar que el ser humano se construye a sí mismo a lo largo de la historia, en sociedad y transformando la naturaleza.
La Concepción Materialista de la Historia
Marx compartía con Hegel la idea de que la realidad no es estática, sino dinámica y cambiante. Sin embargo, influido por Feuerbach, entendió que este dinamismo es producto de las fuerzas y relaciones materiales que se manifiestan en la realidad. De Hegel toma el dinamismo y de Feuerbach, el materialismo.
Según Marx, cada sociedad concreta evoluciona siguiendo unas «leyes de desarrollo» propias, que son el reflejo de la actuación de leyes más generales que rigen toda la historia humana. Por ejemplo, el capitalismo evoluciona de acuerdo con las «leyes de desarrollo del capitalismo».
En definitiva, para Marx, no existe ninguna diferencia entre la historia y las ciencias naturales, pues el objetivo de ambas es explicar y predecir (fenómenos naturales o sociales, según el caso).
La concepción materialista de Marx se articula en dos tesis fundamentales:
El Materialismo Histórico
Sostiene que la estructura económica (el conjunto de las relaciones de producción) determina la superestructura ideológica, política y jurídica. De ahí que, con el cambio de la «base económica» que se produce al pasar de una etapa histórica a otra, se transforme también toda la superestructura (el sistema jurídico, las creencias políticas, la religión, la filosofía, etc.).
El Materialismo Dialéctico
Explica que el paso de una etapa histórica a otra, o de un modo de producción a otro, se produce porque llega un momento en que las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción dentro de las cuales se habían desarrollado hasta entonces, abriéndose así un período de «revolución social» que desemboca en un cambio de la estructura económica y en la aparición de una nueva etapa histórica.
Para Marx, la ciencia social por excelencia es la economía. Sin embargo, a diferencia de la economía contemporánea, el centro de atención de la economía marxiana son las actividades laborales de los seres humanos, el funcionamiento del sistema de producción y las relaciones de las distintas clases en el seno de dicho sistema.
La Alienación según Marx
Según Marx, Feuerbach intentó solucionar el problema de por qué el ser humano crea la religión, pero no lo consiguió. Los seres humanos se «transportan» a un ser proyectándose en un Dios imaginario solo cuando su existencia real no les permite realizarse y desarrollarse plenamente como seres humanos. Como consecuencia de ello, para superar la enajenación religiosa no es suficiente con denunciarla, sino que es necesario cambiar las condiciones de vida que permiten que surja y prospere la «quimera celestial».
En definitiva, la labor de la filosofía es eliminar la enajenación radical del ser humano. Según Marx, el ser humano se construye a sí mismo a lo largo de la historia, en sociedad y transformando la naturaleza; es decir, mediante el trabajo. Por tanto, si el ser humano se realiza en el trabajo, la enajenación del ser humano de sí mismo será, a su vez, consecuencia de la enajenación del ser humano en su trabajo.
Según Marx, el ser humano se encuentra sometido a cuatro formas de alienación principales:
- Respecto al producto del trabajo: El resultado que produce el trabajador en la fábrica es la «objetivación de su trabajo». Sin embargo, al convertirse en capital para los burgueses, se presenta al trabajador como «un ser extraño, como un poder independiente» que él no posee ni domina. El trabajador no se siente reconocido en el producto. Cuanto más produce el trabajador, más dominado y explotado se encuentra. El producto se convierte en su enemigo.
- Respecto al proceso de producción: Cuando el trabajador realiza su labor, no se pertenece a sí mismo, sino que pertenece a su explotador. Vende su tiempo y su esfuerzo como una mercancía, y otro se beneficia de ello. Esto genera una gran paradoja: la esencia del ser humano es el trabajo, pero el trabajador solo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo se siente fuera de sí.
- Respecto a la naturaleza: La naturaleza es el «cuerpo inorgánico» del ser humano porque el trabajo (su función esencial) consiste en transformarla. Si no hay naturaleza, no puede haber trabajo. Sin embargo, en el trabajo enajenado, el trabajador no transforma la naturaleza de forma auténtica y, como consecuencia, no se realiza. La percibe como un objeto de explotación.
- Hacia los otros seres humanos: La humanidad se divide en dos grupos opuestos. Debido a la enajenación en el trabajo, los individuos se relacionan entre ellos solo como explotadores y como explotados. La familia, la escuela y todas las instituciones sociales se enmarcan en este tipo de relaciones de explotación y opresión.
Podemos observar que la alienación respecto a la naturaleza y respecto a los demás seres humanos no son hechos económicos puros, sino situaciones que resultan de las condiciones económicas del trabajo enajenado. Según Marx, esta situación en la que el ser humano se deshumaniza y no puede vivir humanizando la naturaleza de acuerdo con sus necesidades e ideas, junto con el resto de seres humanos, se superará mediante la lucha de clases. Solo el comunismo, entendido como supresión de la propiedad privada (es decir, del capital), permitirá la eliminación de todas las enajenaciones y la humanización plena del ser humano.
El Capitalismo como Etapa Histórica: Modos de Producción
Para Marx y Engels, el desarrollo histórico de las sociedades humanas se caracteriza por cinco etapas principales, cada una con tecnologías de producción y relaciones de clase distintas:
- El comunismo primitivo: En esta etapa, cazadores y recolectores se servían de los recursos naturales. No existía propiedad privada exclusiva y, por tanto, no había estructura de clases. Esta fase se considera una sociedad sin clases.
- La esclavitud (modo de producción antiguo): Caracterizado por el aumento de la capacidad productiva y por la aparición de la diferenciación de clases: dueño y esclavo. Surge la propiedad privada de los medios de producción y la explotación de una clase por otra.
- El feudalismo (modo de producción feudal): En este modo de producción, el trabajador no es propiedad del señor, pero está vinculado por las normas de servidumbre.
- El capitalismo (modo de producción capitalista): El sistema actual. Clases: obreros y burgueses (o capitalistas). El trabajador sin propiedad ya no es un esclavo o un siervo; vende su fuerza de trabajo en un mercado libre, pero es explotado de todos modos. Esta explotación no terminará hasta que llegue la siguiente etapa.
- El comunismo avanzado: En esta etapa, no hay propiedad privada de los medios de producción y, por tanto, no hay tampoco diferenciación de clases.
La Lucha de Clases
Para Marx y Engels, la lucha de clases es el motor de la historia. La relación entre opresores y oprimidos constituye la esencia de la historia humana en su totalidad. Esta lucha es la responsable de que las distintas épocas históricas (o modos de producción) hayan ido sucediéndose. Los opresores han explotado a los oprimidos hasta que estos se han rebelado, causando una crisis que ha llevado al cambio social.
Pero Marx se propone demostrar que la existencia de clases solo está vinculada a fases históricas específicas. Su objetivo era demostrar que la estructura jerárquica no es esencial para el orden social. En la sociedad capitalista, solo habrá dos clases: capitalistas y trabajadores; es decir, quienes poseen los medios de producción y quienes no los poseen. Los terratenientes y burgueses son lo mismo, y los agricultores y trabajadores también.
Legalmente, un trabajador y un burgués tienen los mismos derechos. Sin embargo, los derechos y las leyes son parte de la superestructura, y para entender la sociedad debemos fijarnos en la infraestructura. La sociedad se divide en dos clases opuestas entre sí: burguesía y proletariado.
Precisamente por la ley de la dialéctica, el capitalismo ha engendrado al proletariado, y esta contradicción se superará con la aparición del comunismo. El fin último es «desvelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna» y, con ella, la inevitabilidad de la caída del capitalismo. Pero, si el antagonismo de clases es tan evidente, ¿por qué no ha caído todavía el capitalismo? ¿Por qué el proletariado no se ha rebelado aún? Marx responde que, en parte, se debe a la función de la ideología.
Crítica al Concepto de Ideología
¿Qué es una ideología?
Las ideologías ofrecen una explicación de la realidad, pero según Marx, toda ideología es una distorsión de la realidad que expresa una «falsa conciencia». La ideología forma parte de la superestructura, se desprende de la infraestructura y está determinada por esta. Estas doctrinas (ideas) son un reflejo del orden social (material) que las ha creado.
¿Qué función cumple una ideología?
Su función es legitimar el orden social y permitir a las clases dominantes ejercer su poder pacíficamente, sin violencia. Por eso, el estudio de la ideología va unido al estudio de la desigualdad social y del conflicto de clases, por lo que se la considera una «falsa conciencia»: no nos dice la verdad, no es científica, es interesada y es parte del poder de la clase dominante.
Un ejemplo es el liberalismo económico, donde, según Marx y Engels, las leyes del mercado que defienden los liberales son una forma de legitimar el poder de la sociedad burguesa. Es una construcción teórica que proporciona argumentos de por qué debe ser así. Imaginemos al propietario de una fábrica de sillas: «Si no hay demanda de sillas, tendré que producir la mitad y tendré que despedir a la mitad de los trabajadores. De hecho, solo quedarán los trabajadores que estén dispuestos a trabajar por el menor sueldo. No es mi culpa, son las leyes del mercado: si tú no quieres trabajar por un sueldo miserable, algún otro trabajador (demandante de trabajo) lo hará».
¿Qué casualidad que todos los burgueses sean liberales, verdad? La ideología en el modo de producción capitalista es sobre todo económica y religiosa, y es lo que frena la emancipación del proletariado. La religión hace que el creyente busque un paraíso ficticio en el más allá, huyendo de la miseria del mundo real, donde en lugar de transformar su entorno, se evade. Por eso, Marx dice que la religión es el opio del pueblo.
¿Por qué la teoría de Marx es diferente?
Marx considera que su teoría del materialismo histórico es científica porque solo considera los elementos materiales del desarrollo histórico. Además, no tiene como objetivo perpetuar la opresión de una clase, sino llegar a la emancipación de los oprimidos. Gracias a su crítica de la ideología, Marx es considerado uno de los tres «filósofos de la sospecha», junto con Freud y Nietzsche.
Comparación de Marx con Platón
Para comparar a ambos autores, debemos tener en cuenta que ambos se preocupan por realizar un examen social de su época: Platón en La República, donde expone la necesidad de crear una sociedad más perfecta, y Marx a lo largo de toda su obra, donde propone también un cambio social significativo. Para ambos, la sociedad en la que viven es injusta: Platón observa cómo su maestro Sócrates es condenado por una democracia que él rechazaba y consideraba injusta, y Marx opinaba que la sociedad capitalista en la que vivía explotaba al obrero.
En este sentido, podemos afirmar que ambos autores realizan una crítica de la sociedad de su época y muestran su descontento con la situación existente; de ahí que también ambos elaboren sendas teorías sobre cómo mejorar la sociedad en la que se encuentran.
Antropológicamente
Platón necesitaba justificar la existencia de un alma eterna que vivía en el mundo sensible para poder desarrollar después su epistemología; es justo todo lo contrario a Marx, que era partidario de un monismo antropológico, donde el ser humano es un ser material que va construyendo o produciendo su vida en sociedad. Si bien para Platón la reencarnación del alma determinaba la clase de vida que llevaría el alma encerrada en un cuerpo, para Marx será el sistema de producción el que condicione y determine la clase de vida que llevará el ser humano.
Éticamente
Ética y moralmente, tampoco parecen guardar muchas similitudes. Para Platón, el Bien era una idea universal y eterna y estaba relacionado con el conocimiento, pues solo el conocimiento puede acercarnos a la idea de Bien. Para Marx, por el contrario, la moral es parte de la superestructura social y, por lo tanto, está condicionada por la ideología, dominada por los grupos que ostentan el poder. La moral está ideologizada por parte de los poderosos, quienes intentan imponerla a favor de sus propios intereses.
Políticamente
En Platón, la idea de justicia ocupaba uno de los escalafones principales en la jerarquía de las ideas. En política, la justicia implicaba el ideal a seguir, y todo el mundo debía colaborar en perfecta sintonía con el Estado. Tanto es así que todos se benefician de todos en este Estado ideal de Platón, y a los gobernantes se les impide tener posesiones. A diferencia de Marx, Platón sí contempla distintas clases sociales en función de las cualidades de cada uno y realiza una división del trabajo muy determinante.
Para Marx, era la producción la que marcaba el paso de la estratificación social, de modo que la infraestructura condicionaba la idea de justicia y la ideología del pueblo. Por eso, según Marx, es necesario un cambio en la economía, en el sistema productivo, para poder efectuar una transformación en la sociedad y en su ideología.
Si bien es cierto que ambos autores divergen mucho en torno a la organización de la sociedad y a la estructuración de la misma, tenemos que decir, por el contrario, que la sociedad que perfilan ambos autores como ideal no deja de tener intenciones muy parecidas: son sociedades justas donde todos pueden sentirse beneficiados y donde se cubren las necesidades vitales del ser humano, que no padece ni sufre para poder desarrollarse como tal. Tanto en Platón como en Marx, la actividad era un elemento definitorio del ser humano; de ahí que ambos concedan mucha importancia al trabajo o actividad que el sujeto desarrolla en la sociedad.
La Revolución Socialista
El marxismo no se limita a descubrir la fuente de la explotación económica y a examinar sus consecuencias, sino que también revela las condiciones de su desaparición: la revolución socialista. Por eso, es una filosofía de la acción política, de la transformación social y no una simple interpretación de la realidad.
En estas revoluciones, unas nuevas minorías se apoderaban de los instrumentos de producción y, como consecuencia del cambio de personas en el poder, ocurrían cambios violentos en la sociedad, pero la explotación no desaparecía. La revolución socialista debía ser una revolución total; por eso, debe llevarla a cabo el proletariado, que es una clase universal, la de todos los oprimidos y explotados del mundo: de ahí proviene el famoso lema «¡Proletarios de todos los países, uníos!».
Marx veía en el nacionalismo burgués un poderoso enemigo de los ideales comunistas revolucionarios. En nombre de la patria, intentaban ocultar sus verdaderos intereses económicos y políticos: perpetuar su propiedad y explotación. Y si la propiedad privada de los medios de producción es el origen de la explotación y de la creación de las clases sociales, el acto esencial de esta revolución total será la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, lo que eliminará las clases.
Destrucción de la Sociedad Capitalista
Marx estudia la sociedad capitalista y muestra cómo este sistema económico revela una contradicción que lo llevará al fracaso. La dinámica de la sociedad capitalista provoca una acumulación progresiva de capital y una pauperización creciente del proletariado, lo que siempre conduce a crisis. Las crisis del capitalismo generan la destrucción inherente del sistema. La revolución solo acelera el proceso de la caída del sistema capitalista, pero esta es igualmente inevitable.
La Dictadura del Proletariado
De la abolición de la propiedad privada nacerá la sociedad comunista, en la que no habrá clases. Pero hay una etapa intermedia entre el capitalismo y el comunismo: la dictadura del proletariado, donde este deberá ser la clase dirigente y ejercer una dictadura sobre todo el cuerpo social. Marx y Engels consideran necesaria esta etapa, que se convierte así en el primer objetivo práctico de la revolución socialista.
Esta etapa es necesaria porque la sociedad comunista necesita un tiempo para poder borrar sus huellas. Esta etapa tendrá una misión triple:
- Desarrollar la industria.
- Aniquilar los privilegios y la resistencia de la antigua clase dirigente.
- Educar a las masas.
La Sociedad Comunista
A medida que se vayan cumpliendo estos objetivos, el Estado proletario se irá debilitando hasta desaparecer, puesto que el Estado es una expresión más de la lucha de clases que se da en el cuerpo social. Para Marx, la historia de la lucha de clases conduce a la abolición de las clases y a la implantación de una nueva sociedad, la comunista, en la que el ser humano será feliz.
Los rasgos de esta sociedad serán:
- No habrá esclavización ni oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual.
- El trabajo dejará de ser un medio de vida para convertirse en una necesidad y permitirá al trabajador realizarse plenamente.
- Habrá riqueza colectiva abundante, y cada persona trabajará de acuerdo con sus capacidades y recibirá un salario que corresponda con sus necesidades.
Este sería, según Marx, el auténtico comunismo. El comunismo auténtico es el último paso en el desarrollo de la historia. Es un modo de producción que no implica contradicción alguna. Por tanto, no se podrá superar porque solo la negación, el conflicto y la oposición hacen que una etapa se supere. Para Marx, el motor de la historia era la lucha de clases, pero en esa sociedad no la habrá. Por eso, ningún conflicto producirá el cambio social y no se podrá dar un cambio de modo de producción. Será un momento de paz, igualdad y libertad. Habremos llegado al Fin de la Historia.