La Alienación en Marx: Desentrañando la Condición Humana y el Trabajo

La Alienación en Marx: Desentrañando la Condición Humana y el Trabajo

1. Introducción a la Alienación

Recordemos que la palabra alienación viene de alienus, que significa algo ajeno o extraño. Es el acto por el cual se traspasa la propiedad de una cosa. En la filosofía idealista alemana, la palabra adquiere un sentido nuevo, algo así como el alejamiento del hombre respecto de sí mismo, perdiendo su autenticidad. En definitiva, el hombre se convierte en un ser extraño o ajeno para sí mismo: deviene otro.

2. La Alienación según Karl Marx

Para Marx, el hombre es un ser concreto que se siente alienado al ser desposeído del producto de su trabajo, convirtiéndose en mercancía, como el producto que produce. El trabajador no se reconoce en el producto de su trabajo porque no es dueño del mismo, sino que este se le expropia por parte del capitalista. El trabajador es considerado como una mera fuerza de trabajo que participa en el mercado, es decir, como mera mercancía. El resultado es un trabajo frustrado y frustrante. Esta alienación, la económica, es la causa de todas las demás alienaciones o desnaturalizaciones del ser humano:

  • 2.1. Alienación Social y Política

    Existen diferentes clases sociales aun cuando todos los hombres son iguales. Existe una disociación entre sociedad y Estado. La dependencia del Estado respecto a la sociedad burguesa dista de ser una relación jurídica neutra, es decir, que concierna solo a los intereses generales, sino que esconde una situación de dominación de una parte de la sociedad. El Estado moderno es “paulatinamente comprado, en rigor, por los propietarios privados, entregado completamente a estos por el sistema de la deuda pública y cuya existencia, como revela el alza y la baja de los valores del Estado en la Bolsa, depende enteramente del crédito comercial que le conceden los propietarios privados, los burgueses.

  • 2.2. Alienación Ideológica

    Para Marx, la ideología adquiere el significado de una deformación de la realidad que sirve como justificación de las contradicciones de la sociedad, enmascarándolas e impidiendo así cualquier transformación. Dentro de la alienación ideológica hay que distinguir entre:

    • 2.2.1. Alienación Religiosa

      La religión sirve de justificación de la injusticia social, promoviendo un mundo de felicidad ilusorio a través de la resignación. El hombre se pierde en la ilusión de un mundo trascendente como consecuencia del estado de miseria en que se encuentra; es como un consuelo, un alivio, el suspiro de la criatura oprimida. Marx acepta la tesis de Feuerbach: el hombre necesita conocerse, saber quién es. Para lograrlo, se enfrenta consigo mismo y se propone como objeto de su conocimiento. ¿Cómo lo consigue? Proyectando fuera de sí un conjunto de cualidades que le pertenecen (justicia, verdad, bondad…). Todas esas cualidades las sitúa en un ser externo, lo crea y lo llama Dios. Dios es, simplemente, una pura proyección del hombre.

      La religión vacía de sustancia humana al ser humano y rellena su continente con contenidos imaginarios.

      “El hombre hace la religión, la religión no hace al hombre.”

      La miseria religiosa, dice Marx, es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo.

    • 2.2.2. Alienación Filosófica

      La filosofía se limita a interpretar y justificar la realidad, impidiendo su transformación.

3. El Trabajo y la Propiedad Privada en la Alienación

Para Marx, el sujeto de la historia es el hombre, el hombre concreto, real, viviente, que intenta realizarse en su trabajo. El trabajo es la actividad creadora del hombre: el trabajo productivo de bienes materiales.

El hombre vive alienado, pero la alienación religiosa es una alienación secundaria, derivada; esta desaparecerá cuando se elimine la alienación económica, que es la raíz de las demás alienaciones. El hombre no es conocimiento ni contemplación, sino trabajo productivo, trabajo creador. El hombre trabajador se crea a sí mismo, se hace, se desarrolla y se potencia transformando la naturaleza, desarrollando su personalidad al dominarla mediante el trabajo.

El hombre, al trabajar, al desarrollar su actividad productora mediante el trabajo, se proyecta sobre los productos de su trabajo: pone en cada producto algo de su ser, toda su energía humana, sus cualidades… En definitiva, el producto es una objetivación del trabajador.

Es en el trabajo donde el hombre, en principio, debería realizarse plenamente. Pero en las condiciones del trabajo asalariado sucede exactamente lo contrario: la alienación del hombre. Si esta separación entre el trabajador y el trabajo, necesaria para que haya trabajo, no se suprime, si estas distancias no se acortan, no hay reencuentro; el trabajador queda alienado, separado de sí mismo, porque el producto del trabajo es él mismo, el hombre trabajador convertido en una mercancía que se vende en el mercado.

La interacción entre propiedad privada y trabajo desnaturaliza a este último hasta convertirlo en algo extraño, ajeno al ser humano. El trabajo bajo las condiciones de propiedad privada se convierte en una simple mercancía, tanto menos valiosa cuanta mayor es la cantidad de ellas en circulación. En el trabajo enajenado, el producto ha perdido la capacidad de expresar la personalidad del trabajador.

El hombre va por un lado y los productos van por otro distinto. Los productos elaborados por el trabajador no han retornado a él; se han quedado en manos de unos pocos: los propietarios de los medios de producción.

Al considerar los productos de su trabajo como una cosa distinta de él, como una realidad ajena al trabajador, se produce un distanciamiento de sí mismo, un desgarramiento de su propia actividad personal y productiva; un desdoblamiento entre él y sus productos.

El trabajador vende su fuerza de trabajo a otro ser distinto de él, quien utiliza esa fuerza para fines lucrativos. Como el ser humano se crea a sí mismo mediante la actividad productiva, al tener que vender a otro su propia actividad, lo que hace es venderle su propia personalidad, convirtiéndose así en instrumento de otro hombre.

El propietario de los medios de producción manipula la personalidad del trabajador para su propio lucro y, por tanto, el trabajador es cosificado.

El trabajador vende su fuerza productiva, su personalidad, para que los propietarios de los medios de producción manipulen su actividad productiva. Al vender su fuerza de trabajo a otro, su trabajo se considera una mercancía, una cosa que es entregada a cambio de un salario. El patrón paga todo esto como paga el aceite de una máquina, la maquinaria o las materias primas. Y de la misma manera que intenta ahorrar costes en estas, hace lo mismo con el

4. Consecuencias de la Alienación

Las relaciones humanas que se establecen entre dos personas se convierten en relaciones conflictivas. Se forman dos clases sociales antagónicas cuya oposición es irreductible: la burguesía y el proletariado.

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