Sócrates y los Sofistas
Introducción
Un nuevo punto de vista emerge, preocupado por las cuestiones prácticas, aquellas que afectan a la vida diaria del hombre. Los sofistas y Sócrates inician la filosofía moral y política, donde se recogen las preocupaciones que los ciudadanos atenienses manifiestan en las plazas públicas. Con esto se da un giro radical en los temas de interés del nuevo pensamiento, ya que se inicia una reflexión sobre las estructuras políticas y jurídicas y sobre los comportamientos de los ciudadanos.
1. La Sofística: El Desplazamiento del Eje de la Búsqueda Filosófica desde el Cosmos hasta el Hombre
1.1. Orígenes, Naturaleza y Finalidad del Movimiento Sofista
Con el término sofista se designa comúnmente a un conjunto de pensadores que asumen el protagonismo intelectual en Atenas durante la instauración de la democracia.
- Sofos significa sabiduría, y sofistas son todos los sabios de la época. El sabio enseña y educa a los demás. El sabio es un ser político. Hicieron del saber un proceso educativo donde les pagaban. Son especialistas en hablar bien y tienen mucho poder de convicción. Se presentan en las plazas de los pueblos, hablando, debatiendo para así ser elegidos por las personas que les necesiten para impartir sus enseñanzas.
- Llevan a cabo una revolución del pensamiento y desplazan el eje de la reflexión filosófica desde la Physis y el cosmos hasta el hombre. Este cambio se debe a dos causas: se agotaron todas las posibilidades de la filosofía de la Physis, y en el siglo V tuvieron lugar fenómenos sociales, económicos y culturales que permitieron el desarrollo de la sofística.
Características de los Sofistas:
- Adoptan una actitud relativista e incluso escéptica. Dicen que el bien es para cada cual. Convierten en doctrina lo que han vivido. Se impone la verdad: “Si convences, vences”.
- Buscan el saber y atienden a cuestiones prácticas, para lo cual necesitaban obligatoriamente alumnos. El problema educativo y el afán pedagógico pasan a un primer plano con un nuevo significado. La idea es que la virtud se basa en el saber.
- Exigen dinero por sus enseñanzas (a los antiguos no les gusta) y convierten el saber en oficio.
- A los sofistas se les reprochó su carácter errante y su poco apego a la propia ciudad, que para los griegos era una especie de dogma ético. Ellos se sintieron ciudadanos de la Hélade.
- Fueron llamados “ilustrados griegos” por su libertad de espíritu con respecto a la tradición, las normas y las conductas tipificadas, y mostraron una confianza limitada en las posibilidades de la razón. Dos principios clave: la “búsqueda del placer” y “el dominio del más fuerte”.
- No constituyeron un bloque compacto de pensadores. Se desarrollan independientemente y satisfacen idénticas necesidades relacionadas con la educación para el éxito en la vida política, recurriendo para ello a medios similares.
- Extraen las últimas consecuencias de la filosofía de los atomistas respecto a la naturaleza. Apoyan el azar (todo gira en el vacío). Reconocen que es imposible conocer sus procesos, reglas y leyes.
1.2. El Relativismo de los Sofistas a Través de Protágoras (481-401 a. de C.)
“El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son en aquello que son, y de las que no son en aquello que no son.”
Se ha interpretado desde un punto de vista individual (la persona) y desde un punto de vista colectivo (el ser humano).
Mediante este principio, Protágoras quería negar la existencia de un criterio absoluto que discrimine entre el ser y el no-ser, entre verdadero y falso, o el bien y el mal. El único criterio es el hombre individual: “Las cosas son para mí tal y como se me aparecen y las cosas son para ti tal y como se te aparecen a ti.”
Otra interpretación es considerar al hombre desde un punto de vista genérico: el ser humano en tanto que especie que mide y valora su realidad desde el punto de vista de lo humano, en cuanto a sus intereses y necesidades como especie, y en diferencia con las demás especies.
En las antilogías, Protágoras dice que para cada cosa hay dos razonamientos que se contraponen. Con esto nos enseña a discutir y criticar.
Todo es relativo: no existe una verdad absoluta. Existe algo que es más útil, más conveniente, y el sabio es aquel que conoce aquello relativo que es más útil, conveniente y oportuno, y que sabe convencer a los demás para que también lo reconozcan y lo pongan en práctica.
1.3. El Escepticismo de los Sofistas a Través de Gorgias (483-385 a. de C.)
Gorgias lleva el relativismo más allá, hasta el escepticismo, que es la postura que mantiene siempre la duda permanente.
En su obra Sobre la naturaleza y sobre el no-ser, expone las tres tesis siguientes:
- No existe el Ser, esto es, nada existe. En esta misma línea, y al igual que Parménides identifica el ser y la verdad, podríamos decir que no existe la verdad.
- Si existiese el Ser, no podría ser cognoscible; hay una ruptura entre pensamiento y ser. Hay una desconfianza del conocimiento humano que no puede acceder a nada que esté más allá de las necesidades y de los intereses humanos.
- Si existiese el Ser, sería inexpresable con nuestro lenguaje. El lenguaje pierde su valor como vehículo de la expresión de ideas verdaderas y se convierte en un elemento para convencer, de manipulación. Quien lo domine puede dirigir a los demás.
Es imposible conocer la realidad, la verdad, y si esto es imposible, más imposible es difundirla; ninguna opinión puede ser contrastada, así que ninguna es falsa o cualquiera podría ser verdadera.
2. Sócrates (Atenas, 470-399 a. de C.)
Su padre era picapedrero fino o, según algunos, escultor; su madre, “excelente y tremenda partera”, pertenecientes a un grupo social poco distinguido, pero en pleno auge frente a la decadencia de la aristocracia ateniense.
Como la mayoría de los atenienses, fue hoplita (soldado de infantería), miembro de un Jurado y senador. No hay datos de él hasta los cincuenta años; desconocemos su oficio. De gran fortaleza física pero poco agraciado; conversador empedernido que no sale a pasear al campo porque “nada le enseñan los árboles y las flores sino los hombres y la polis”, desconcertando a sus interlocutores con su ironía.
Controvertido y crítico, tuvo problemas tanto con el gobierno de los demócratas, a los que considera ineptos y demagogos, como con los aristócratas, a los que acusa de defender sus intereses de clase hasta la corrupción. Con todo, respeta y acepta la ley de su ciudad hasta el punto de acatar la sentencia que lo condena a muerte acusado de no creer en los dioses de la ciudad, introducir nuevos dioses y corromper a la juventud. Sus seguidores intentan persuadirlo inútilmente de que abandone la ciudad, pero huir suponía renunciar a lo que consideraba la máxima gloria de ser griego (“un griego no es nada si se separa de su ciudad y la vida solo tiene sentido dentro de las actividades propias de la sociedad”). Cuarenta días más tarde bebía la cicuta rodeado de su mujer, sus hijos y sus más fieles seguidores, tras un último diálogo sobre la inmortalidad del alma que recoge Platón en el Fedón.
Sócrates no escribió nada; consideraba que el mensaje debía comunicarse a través de la palabra viva, a través del diálogo. Su pensamiento nos ha sido legado principalmente por Platón, quien lo presenta como el interlocutor principal de sus diálogos.
2.1. La Ética, Tarea Fundamental
Sócrates centró su investigación en temas de ética. La sabiduría viene del propio hombre, de su mente (NOUS). La realidad del hombre no es de índole cosmológica, sino que es, ante todo, un ser moral.
Esto le llevó a fuertes luchas dialécticas contra los sofistas, pues para ellos los valores morales (bueno, malo, justo, injusto) había que entenderlos de un modo distinto para cada persona, y en todas suponían la misma validez. Estas afirmaciones, pensaba Sócrates, imposibilitaban la comunicación y el entendimiento entre los hombres. La primera tarea para Sócrates había de ser la de restaurar el valor del lenguaje como un vehículo de significado para toda la comunidad humana. Hay que definir los conceptos con exactitud.
Sócrates afirma que el hombre es su ALMA. Este alma es nuestra RAZÓN.
Si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa cuidar el alma. El educador tiene que enseñar a los hombres a cuidar el alma.
2.2. El Intelectualismo Moral
La virtud (areté) significa aquella actividad y modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola ser aquello que debe ser. La virtud del hombre es lo que hace que el alma sea como debe ser, buena y perfecta.
Los verdaderos valores no son aquellos que están ligados a las cosas exteriores, ni los que están ligados al cuerpo, sino los valores del alma que se hallan todos incluidos en el conocimiento.
Para Sócrates, la virtud es ciencia y el vicio es ignorancia, y quien hace el mal lo hace por ignorancia del bien. Este planteamiento ha sido calificado como “intelectualismo moral”, porque reduce el bien moral a un hecho de conocimiento, considerando como algo imposible conocer el bien y no hacerlo. En Sócrates no hay lugar a la idea de pecado ni a la de culpabilidad; se trata, más bien, de un error de la razón que obra por ignorancia del verdadero bien. Tampoco hay justificación para el castigo, ya que la única solución no es otra que la educación.
2.3. El Método Socrático
Sócrates piensa que la verdad no es enseñable, sino que está dentro de nosotros mismos. Es posible que alguien ayude a otro a descubrir la verdad de la que cada uno es portador.
Los fines del método socrático son de naturaleza ética y educativa; pretende que su interlocutor descubra por sí mismo la verdad que lleva dentro. El diálogo con Sócrates dirigía a un examen del alma que descubría la propia vida; un examen moral encaminado a descubrir la verdad interior.
Este método dialéctico para la búsqueda de la verdad consta de dos momentos fundamentales:
- La refutación: modo de deshacer falsas creencias.
- La mayéutica: descubrimiento de la verdad.
Para llevar a cabo este método, Sócrates se valía del disfraz del “no saber” y de la ironía.
2.3.1. El Reconocimiento de la Propia Ignorancia y la Mayéutica
Sócrates afirma: “Yo solo sé que no sé nada”. Esta posición es la que hace que surja el diálogo con su interlocutor.
La refutación o ironía la utiliza Sócrates para convencer al interlocutor de que no sabe nada, utilizando para ello la interrogación.
La refutación es la fase durante la cual Sócrates llevaba al interlocutor a reconocer su propia ignorancia. Es un primer paso en el que se trata de descubrir la falsedad de las opiniones corrientes que se sostienen sobre las cosas. Es la parte negativa del método. Sócrates la llama erística y es aquí donde Sócrates hace gala de su fina ironía.
La mayéutica consiste en dar a luz la verdad por medio del diálogo. Es el “conócete a ti mismo”.