La obra de Karl Marx no puede entenderse sin referirnos al contexto histórico en el que vivió. Esto es crucial, más que en el caso de cualquier otro filósofo, pues el propio pensamiento marxista insiste, por un lado, en la idea de la relación determinante entre el contexto histórico y las ideas y, por otro lado, en el valor de utilidad que las ideas deben tener para transformar las propias circunstancias históricas en las que vivimos. Así pues, el pensamiento de Marx no solo es fruto de las circunstancias históricas (como ha de ser, según su propia filosofía), sino que, además, pretende ser, ante todo, un factor de transformación radical de dichas circunstancias.
Contexto Filosófico del Pensamiento Marxista
En el contexto filosófico de su época, Marx se opone a corrientes que conciben al hombre y a la realidad en términos espirituales, afirmando que, por el contrario, el hombre y la realidad son realidades materiales. Para Marx, el Estado burgués representa la economía y la sociedad capitalista, en la cual el hombre está alienado y no puede realizarse como ser racional.
Marx también critica la ingenuidad de los socialistas de su tiempo, la tibieza de sus intenciones y la falta de rigor científico de sus análisis acerca de lo que es realmente el capitalismo y de cómo puede ser superado. Precisamente, Marx y Engels definen su socialismo como «científico» frente a este, que es tildado de «utópico». Los socialistas utópicos y algunos economistas pretenden describir las leyes por las que se rige la economía capitalista como si fuesen leyes naturales. Frente a ellos, Marx afirma que el capitalismo y sus leyes no son más que un momento del desarrollo histórico de la sociedad.
El Materialismo Histórico Marxista
Según el materialismo histórico, la infraestructura económica es la base real de la sociedad. Este sistema económico genera unas relaciones sociales determinadas, que respaldan al sistema que las creó. Cuando esto se ha perpetuado a lo largo del tiempo, economía y sociedad están profundamente entrelazadas, formando la estructura básica de una sociedad. La infraestructura económica consiste en las fuerzas productivas (medios de producción y trabajo) y las relaciones de producción (las relaciones que tienen las distintas clases sociales entre sí en función de lo anterior).
En segundo lugar, esta estructura económica y social genera una superestructura ideológica, que es el conjunto de productos, costumbres, representaciones e instituciones culturales que sirven a un doble fin: por un lado, justifican y legitiman aquella estructura que los ha creado y, por otro lado, esconden u ocultan el conflicto y la contradicción que existe en la base económica y social. La ideología está diseñada para justificar el statu quo y para distraer la capacidad crítica del proletariado.
Infraestructura y superestructura mantienen una relación bidireccional y dinámica: por un lado, la infraestructura genera una superestructura que la justifica y que, por tanto, puede influir de modo determinante en su mantenimiento; pero también se acepta la posibilidad de que la superestructura pueda modificar las relaciones que se establecen en la infraestructura.
El Problema de la Alienación en Marx
Marx hereda de la Ilustración un enfoque humanista y antropocéntrico de la filosofía. La filosofía debe partir de la explicación de lo que es el sujeto y su razón, que es lo que más inmediatamente nos consta que existe. La realización del ser humano como ser libre y racional es el principal objetivo de la filosofía de Marx, que comienza con su teoría antropológica y su diagnóstico de lo que le ocurre al hombre en la sociedad capitalista.
Para Marx, el hombre es un ser dinámico e histórico, como postulan los idealistas, pero su dinamismo es el de un ser concreto y corpóreo que vive en una sociedad específica y se expresa a través de la actividad y el trabajo que realiza en ella, y gracias al cual su vida adquiere significado y valor para sí mismo y para los demás. Marx reelabora el concepto de «alienación», heredado de Hegel y Feuerbach.
Marx afirma que esta alienación en la sociedad capitalista tiene cuatro dimensiones:
- Alienación respecto a la naturaleza: Esta deja de ser un patrimonio común del que cualquier ser humano puede disponer para trabajar, crear, expresarse, etc., y se convierte en la propiedad de otro, en materia prima que se puede comprar y vender, ajena a su función original como medio para la libre expresión humana.
- Alienación respecto al trabajo mismo: Este no le pertenece al proletario, sino al burgués que lo emplea y que aprovecha la situación de superioridad que esto genera. Además, es un tipo de actividad no elegida: el proletario no escoge su trabajo y se ve obligado a venderse a sí mismo como trabajador, lo que le hace sentirse extraño, insatisfecho y explotado. (Marx: «Está en lo suyo cuando no trabaja, y cuando trabaja no está en lo suyo»).
- Alienación respecto al producto de su trabajo: El producto del trabajo del obrero, en lugar de ser su realización como ser humano, contribuye a mantener y agravar su situación deshumanizada.
- Alienación respecto a la sociedad: El lugar que se ocupa en el trabajo es sinónimo del lugar que se ocupa en la sociedad, lo que determina todas las posibles relaciones sociales. Un trabajo alienado generará relaciones sociales no elegidas. El trabajo propio del capitalismo fomenta la competencia y la insolidaridad, generando egoísmo y destruyendo toda posibilidad de relaciones sociales basadas en la justicia y la igualdad.
Características del Pensamiento Ilustrado (Kant)
El pensamiento ilustrado, ejemplificado por filósofos como Kant, se caracteriza por:
- Confianza en el poder de la razón (la ciencia) para resolver la totalidad de los problemas humanos (optimismo racional). Se espera que la ciencia moderna aplique sus criterios y métodos a la resolución de todos los problemas humanos: económicos, sociales, morales, políticos, religiosos o filosóficos. La razón científica es idolatrada, divulgada y promovida.
- Confianza en el progreso material y espiritual de la humanidad: La extensión del poder explicativo y transformador de las ciencias naturales al ámbito humano debe conducir a la humanidad a la mejora progresiva de sus condiciones de vida. Del mismo modo que progresa la ciencia, debe progresar la humanidad.
- Importancia de la autonomía individual y la educación: La racionalización del ámbito humano comienza por uno mismo, descubriendo y cultivando el poder de la razón como criterio de las creencias y acciones individuales. La sociedad no avanzará verdaderamente hasta que una mayoría de individuos se decida a pensar por sí misma.
- Actitud crítica ante todo lo que obstaculiza o no es compatible con el progreso de la razón y la Edad de las Luces. Si en algo están de acuerdo los ilustrados es en oponerse a todo lo que se resiste a la razón o no es aprobado por ella, como los ritos y tradiciones religiosas.