Valores de la cultura occidental

Nihilismo (del latín nihil = nada) es un término empleado, en general, para descalificar cualquier doctrina que niegue o no reconozca realidades o valores que se consideren verdaderos. Para Nietzsche el Nihilismo no es una doctrina filosófica, sino un movimiento histórico peculiar de la cultura occidental.
El Nihilismo es el destino de los pueblos occidentales desde que se han basado en la herencia socrática: «lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos. Lo que sucederá, que no podrá suceder de otra manera: la llegada del Nihilismo». Y parece que no se ha equivocado por ahora. Pero Nietzsche emplea el término «Nihilismo» al menos en tres sentidos, que corresponden a tres momentos sucesivos de la cultura occidental: el Nihilismo pasivo, el Nihilismo activo y la superación del Nihilismo.

  • Nihilismo pasivo:

La cultura occidental moderna, heredera del idealismo platónico y de la religión-
moral judeo-cristiana, ha perdido progresivamente voluntad de poder, se ha debilitado. Esa decadencia ha conducido a la enfermedad crónica del hombre moderno: el Nihilismo (pasivo), esto es, el hundimiento en la no-
vida, en la falta de valor, en la incapacidad para crear cultura afirmando el instinto, la fuerza y la vida.

El Nihilismo se presenta como la cultura de la negación, de la decadencia, de la huida de la realidad, de depreciación de la vida. El hombre se refugia en la angustia que le provoca el absurdo del mundo, de su falta de finalidad. Por eso a este se le opone la idea de «otro mundo», de «valores superiores» (Dios, Bien, Esencia, Verdad,…), valoraciones decadentes promovidas según Nietzsche por la casta sacerdotal judeo-cristiana desde su resentimiento a la vida (a lo sensible y al cuerpo), la mala conciencia y su ascetismo anti-vital, que «santifica» una «moral de esclavos» frente a la auténtica moral, la «moral de señores» (luego lo veremos).

Occidente está sufriendo un proceso de decadencia. El Nihilismo es la moral de cierta clase de hombres que necesitan quimeras para consolarse de su impotencia para dominar el devenir, las contradicciones, el dolor inherente a la vida. Para Nietzsche este tipo de Nihilismo está a punto de llegar de un modo total. Todos los valores creados por la cultura occidental son falsos valores, son la negación misma de la vida. No sabemos si Nietzsche, de haber contemplado el horror de los campos de exterminio y las continuas guerras del Siglo XX (y XXI) hubiese dada por confirmada su profecía.

  • El Nihilismo activo.

Este tipo de Nihilismo es la toma de conciencia del error que constituye la historia de la cultura occidental, es un decir “no” a: 1) la creencia en los trasmundos, en un Dios único que le da finalidad a la existencia humana, y 2) la falsedad de la filosofía idealista y su afirmación de otro orden de realidad superior al sensible. Ahora lo que significa es una «negación» de Dios y del mundo de «valores superiores» típico del Idealismo (es una negación de la negación de la vida), la proclamación de la nada de los falsos valores de la cultura tradicional. Esta etapa corresponde, por ejemplo, a la filosofía del propio Nietzsche, para quien la única realidad es el mundo sensible, el cuerpo, el devenir, sin finalidad ni sentido, gobernado al azar por la voluntad de poder, aunque aún no encuentra el camino para orientarse correctamente en ella.

El fenómeno que determina fundamentalmente la aparición del Nihilismo activo es la «muerte de Dios», que Nietzsche ya anunciara en La Gaya Ciencia. Aquella es un acontecimiento histórico de la máxima magnitud, una conmoción que destruirá los cimientos de nuestra civilización para dar lugar a una nueva era. Hay que tener claro que en Nietzsche la «muerte de Dios» no puede entenderse literalmente como la muerte física de la divinidad, sino como el hecho de que «la creencia en el Dios cristiano ha caído en descrédito». Lo que ha muerto es la idea de Dios, que se ha revelado como una ficción (proyección) humana, un concepto consolador elaborado por el hombre para otorgar a su existencia un sentido mediante esa otra ficción que es «la otra vida». Dios es la denominación del ser en el idealismo metafísico occidental (de Parménides a Hegel), y designa una realidad inteligible, identificada con el Bien absoluto y situada más allá del mundo sensible. Dicho idealismo socrático-platónico ha triunfado durante siglos en Occidente a través del cristianismo, que no es más que «platonismo para el pueblo».

  • Superación del Nihilismo.

Para Nietzsche llegados a un punto el Nihilismo tendrá que superarse a sí mismo, es decir, una vez efectuado el derrumbe de los valores tradicionales metafísico-religiosos, el Nihilismo se ve en la necesidad no ya de negar los valores de la decadencia, sino de afirmar los nuevos valores que han de nacer. La voluntad de poder recobra todo su esplendor y se entrega a la tarea activamente nihilista de crear valores nuevos que afirman la vida de forma creciente. Estamos en la fase histórica aún por llegar de «nacimiento del superhombre», quién hará renacer de sus cenizas la sabiduría trágica, la «moral de señores», calumniada durante siglos pero que expresa el verdadero sentido del mundo y de la vida humana. «Todos los dioses han muerto, lo que ahora deseamos es que el superhombre viva», dice Zaratustra.

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