Las Etapas Filosóficas de José Ortega y Gasset: De la Circunstancia a la Razón Vital

José Ortega y Gasset (1883-1955)

Ortega y Gasset nace en Madrid, dentro de una familia burguesa liberal vinculada al periodismo. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Deusto y en Madrid. Se doctoró en 1904 y después se trasladó a Alemania para huir del achabacamiento cultural de España. Sus estancias en distintas universidades influyeron en su pensamiento. En 1910 consigue la cátedra de Metafísica en la Universidad Central de Madrid, que ostentó hasta 1929.

¿Qué es la filosofía según Ortega?

En su obra ¿Qué es la filosofía?, realiza un profundo estudio de la disciplina y señala las siguientes características del saber filosófico:

  1. Autonomía de la filosofía: El filósofo no puede aceptar sin reflexionar las verdades conquistadas por otros saberes; solo puede aceptar lo que se le presente como evidente.
  2. Universalismo: La ciencia se interesa por una zona acotada de la realidad, mientras que los conceptos filosóficos han de elaborarse teniéndolo en cuenta todo. A la filosofía le interesa la totalidad de la realidad, no solo una parte.

Las etapas del pensamiento de Ortega y Gasset

El pensamiento de Ortega y Gasset suele dividirse en tres etapas:

  1. El objetivismo (1902-1914)
  2. El perspectivismo (1914-1923)
  3. El raciovitalismo (1923-1929)

El Objetivismo

En este momento, la mayor preocupación de Ortega y Gasset es el atraso cultural, técnico, político y social de España respecto a los otros países europeos. Esta preocupación es compartida por los intelectuales de la época, la Generación del 98.

Los primeros pasos de Ortega y Gasset están dominados por la preocupación por la regeneración de España, lo que llevará a un planteamiento objetivista de su pensamiento. Tras la constatación del desfase de la vida intelectual y científica española con respecto a la europea, los intelectuales adoptan dos actitudes contrapuestas: el desdén o la admiración; la vuelta a las raíces de lo «español» o la búsqueda en Europa de las claves de la regeneración española. Ortega y Gasset pertenece a este segundo grupo, y su análisis le conduce a que el desfase de España se debe a la ausencia de método, de sistema y de rigor científico en su pensamiento. El español, sumido en el individualismo y la subjetividad, pierde la noción del mundo, de lo real, y se refugia en sus ensoñaciones. La ciencia, el rigor y el método se le escapan. Es necesario sacarle de esa pesadilla mediante la exigencia de objetividad.

El significado del objetivismo en Ortega supone, pues, la valoración extrema de la ciencia, que es lo que diferencia a los habitantes del resto del mundo de los españoles. La consecuencia es el enfrentamiento de Ortega a cualquier forma de subjetivismo, sea cual sea el ámbito de la actividad humana en la que se aplica. La crítica del subjetivismo personalista de los españoles llegará a adquirir tintes de antihumanismo, que le llevará a afirmar que tiene más valor un teorema matemático que «todos los empleados del ministerio». Las cuestiones intelectuales no son las que pueden interesar al intelectual, sino su contraste con las cosas; pero para poder aquilatar el significado de «las cosas» es necesario adoptar una cierta distancia, no limitarse a ser arrastrados y verse inmersos en ellas, y esa distancia es la que da el pensamiento abstracto, la teoría, la filosofía.

Ahora bien, para Ortega es necesario que la teoría sea la expresión de un pensamiento sistemático, un pensamiento en el que todos los elementos se encuentren en su lugar, desde el que se ven dotados de un pleno significado. De ahí la insistencia de Ortega a lo largo de este periodo en la necesidad de un pensamiento sistemático y en la identificación de la filosofía con el sistema filosófico o, cuando menos, con la voluntad de construir un sistema, tal y como había hecho la filosofía alemana.

El Perspectivismo

En 1914, Ortega publica Meditaciones del Quijote, obra con la que se inicia la etapa del perspectivismo.

«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo».

Con esta célebre frase, Ortega pone de manifiesto que el yo y el mundo son polos inseparables e ininteligibles el uno sin el otro.

Ortega diferencia entre las circunstancias mayúsculas y minúsculas. Las mayúsculas son las que nos hacen pertenecer a una civilización determinada. Las minúsculas, en cambio, nos constituyen como personas únicas; son las más cercanas y las que configuran nuestra personalidad y nuestros pensamientos.

«Lo que hubiera de ser, tenía que serlo en España y en la circunstancia española».

Es fundamental ser conscientes de las circunstancias en las que estamos instalados y comprender que solo desde ellas podemos encontrar la verdad.

Según Ortega, la realidad, el universo o la vida se divide en numerosas facetas, cada una de las cuales afecta al individuo. Por eso, cada uno de nosotros tendrá una perspectiva distinta.

El perspectivismo nos permite superar tanto el realismo dogmático como el escepticismo. El dogmatismo considera que la verdad solo puede ser una y la misma para todos, con independencia de las circunstancias históricas, políticas, etc. El escepticismo, sin embargo, niega que sea posible conocer una verdad absoluta. No obstante, estas dos teorías tienen un punto en común: la creencia en una verdad única, en un único punto de vista.

Para el perspectivismo, la realidad es múltiple, pero las distintas perspectivas no son excluyentes, sino que deben ser integradas para alcanzar la verdad. De aquí se deriva la importancia de otras perspectivas diferentes y la tolerancia como algo imprescindible en el plano moral.

El Raciovitalismo

La evolución del pensamiento de Ortega culmina con la superación de los planteamientos anteriores en la historia del pensamiento: el realismo y el idealismo.

  • Realismo: Considera que el mundo físico es independiente del sujeto. El universo tiene una existencia autónoma e independiente de la mente.
  • Idealismo: Afirma que las cosas son contenido del pensamiento.

Frente a estas dos posturas, Ortega propone la vida, es decir, la coexistencia del sujeto y el mundo.

Para Ortega, estamos ante una nueva ontología: el ser ya no se entiende como algo estático, sino como algo dinámico. La vida pasa a ser la realidad radical (de raíz). Cuando Ortega se refiere a la vida, no lo hace en sentido biológico, sino biográfico. Para él, se trata de la vida personal, de la narración de un sujeto, del resultado de nuestras acciones. No se refiere al espacio físico, sino a ocuparse de las cosas por vivir.

No obstante, en el pensamiento de Ortega, vivir es fatalidad: nosotros no elegimos venir al mundo ni nuestras circunstancias, eso nos viene dado. Estamos arrojados a la existencia y debemos decidir qué hacer con ella a partir de las opciones que nos han tocado.

Esta manera de entender la vida nos llevará a un nuevo modo de entender la razón. El raciovitalismo considera que la razón es una dimensión irrenunciable del ser humano que nos ayuda a orientarnos en el mundo. La razón vital es también histórica:

«El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia».

La razón histórica debe dar cuenta de lo que los individuos o las culturas son en cada momento. Nuestro razonar se rige por nuestras ideas y por nuestras creencias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *