MARX: CONTEXTO HISTÓRICO
Karl Marx nació en 1818 en Tréveris, en una Alemania fragmentada políticamente. Vivió en plena Revolución Industrial, cuando el capitalismo industrial transformaba radicalmente la economía y la sociedad. Fue testigo de la pobreza obrera y la concentración de riqueza en manos de unos pocos. Estas condiciones inspiraron su crítica al capitalismo y su propuesta del comunismo científico.
LA MOTIVACIÓN BÁSICA DE LA FILOSOFÍA MARXISTA: LA DENUNCIA DE LA ALIENACIÓN DEL HOMBRE
El pensamiento marxista nace con la intención de denunciar la alienación del ser humano en la sociedad moderna y alcanzar el ideal emancipador de la Ilustración, que defendía el uso de la razón para combatir la ignorancia y construir un mundo mejor. Para ello, Marx realiza una crítica profunda del capitalismo. Aunque parte del pensamiento hegeliano, Marx se distancia progresivamente de él: mientras Hegel consideraba que la historia culminaba en el Estado de Derecho burgués, donde la libertad y los derechos individuales aseguraban la plenitud humana, Marx sostiene que esos derechos son únicamente “formales”, ya que bajo el capitalismo persiste una nueva forma de opresión económica. Por tanto, para lograr la verdadera emancipación es necesario superar el capitalismo y avanzar hacia una sociedad socialista sin formas de dominio. Esta concepción se refleja en la función que Marx atribuye a la filosofía. En su XI Tesis sobre Feuerbach, critica la tradición filosófica que se limita a interpretar el mundo y afirma que la tarea esencial de la filosofía es transformarlo. Marx no abandona la teoría, sino que propone que esta esté al servicio de la praxis, es decir, de la acción transformadora. Aunque la práctica tiene prioridad, esta debe ser guiada por un sistema teórico sólido que permita cambiar las condiciones materiales de vida. De este modo, la filosofía, para Marx, constituye una toma de conciencia necesaria para que el ser humano deje de ser un mero espectador pasivo de la historia y se convierta en su protagonista, construyendo así un mundo racional y verdaderamente humano.
LA ESENCIA GENÉRICA DEL SER HUMANO: TRABAJO Y ALIENACIÓN (ANTROPOLOGÍA Y SOCIEDAD I)
En sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Marx centra su pensamiento en denunciar la alienación del ser humano en las sociedades capitalistas, entendida como la separación del individuo de su propia esencia y su deshumanización. Para Marx, a diferencia de Hegel, el ser humano no es espíritu, sino un ser corporal, natural e histórico, que se construye mediante su actividad productiva: el trabajo. Esta actividad distingue al ser humano de los animales, al transformar conscientemente la naturaleza y organizarse socialmente. Sin embargo, en el capitalismo, el trabajo se vuelve alienante, ya que se realiza bajo la lógica del mercado y deja de satisfacer necesidades humanas colectivas. La división del trabajo, aunque aumentó la producción, generó propiedad privada y la división entre clases dominantes y dominadas. Así, tanto la naturaleza como las personas se convierten en mercancías, provocando una doble alienación: el trabajador se separa del acto de trabajar y del producto de su trabajo, que pertenece al capitalista. En estos textos de juventud, Marx plantea una crítica al capitalismo y la idea de una futura sociedad comunista sin relaciones de dominio, que desarrolla más profundamente en obras posteriores como La ideología alemana y El Capital.
EL PROYECTO DE UNA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA: EL CAPITAL (SOCIEDAD II)
En El Capital, Marx deja atrás la idea de una estructura económica aplicable a todas las épocas históricas y pasa a “la sociedad moderna capitalista”, tratando de analizar el capitalismo como un fenómeno singular. El sistema de la mercancía consiste en que las cosas dejan de ser simplemente objetos para convertirse en cosas intercambiables. Marx distingue entre:
- Valor de uso: utilidad del objeto para satisfacer necesidades humanas.
- Valor de cambio: relación de intercambio que tiene una mercancía con otras (por ejemplo, cuántos pares de zapatos valen un reloj).
En el capitalismo, todas las cosas, incluida la fuerza de trabajo, se convierten en mercancías, transformándose en cantidades de valor expresadas a través del dinero. El valor de una mercancía no depende de su utilidad ni de la oferta y demanda, sino del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla: es trabajo cristalizado. La fuerza de trabajo es peculiar porque genera más valor del que cuesta mantenerla, produciendo plusvalía, base de la explotación laboral. Esta lógica crea una contradicción: el trabajo, fuente de valor, también produce el capital que lo explota. La plusvalía se reinvierte continuamente, concentrando la riqueza en pocas manos y empobreciendo al proletariado. Este desequilibrio provoca crisis cíclicas y lleva a Marx a prever la inevitable caída del capitalismo y su sustitución por el socialismo mediante revoluciones sociales.
LA IDEOLOGÍA ALEMANA: EL MATERIALISMO HISTÓRICO (CONOCIMIENTO)
En La ideología alemana (1846), Marx formula las bases del materialismo histórico, una ciencia de la historia. Este materialismo parte de la idea de que la esencia del ser humano es el trabajo. A través de la actividad productiva sobre la naturaleza, se comprenden las distintas formas históricas del ser humano. Aunque reconoce la estructura dialéctica de la historia (tesis, antítesis y síntesis), Marx rechaza la visión de Hegel, quien atribuía el desarrollo histórico al despliegue del Espíritu y a las figuras de la conciencia. En cambio, para Marx, no es la conciencia lo que determina la historia, sino que las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia. Por tanto, Hegel y la izquierda hegeliana se equivocan al no considerar el papel determinante de lo material. Así, la historia no es un proceso espiritual sino material, es decir, el desarrollo real del trabajo humano. Este trabajo se concreta en un modo de producción, que organiza toda la vida social. El modo de producción incluye:
- Infraestructura: la base material de la sociedad, formada por:
- Fuerzas productivas (capacidad de producir).
- Relaciones de producción (relaciones entre propietarios y trabajadores).
- Superestructura: las ideas jurídicas, políticas, religiosas, filosóficas y artísticas (reflejan cómo la sociedad se comprende a sí misma. Pero no son autónomas: están condicionadas por la estructura económica).
Las ideas dominantes justifican y encubren las relaciones de dominio, ya que la superestructura actúa como ideología al legitimar el poder de la clase dominante y favorecer la sumisión de las clases dominadas. Como la historia es la producción material de la vida, las distintas épocas se explican por la sucesión de modos de producción, cambiando mediante revoluciones sociales que destruyen unas relaciones de producción e instauran otras nuevas. Estas revoluciones surgen cuando las fuerzas productivas desarrolladas entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, provocando la transformación histórica. Este conflicto, la lucha de clases, es el motor de la historia. De este modelo derivan las “leyes de la dialéctica histórica”, principios que explican universalmente la evolución de las sociedades.
EL PROYECTO POLÍTICO MARXISTA: SOCIALISMO Y REVOLUCIÓN
El análisis marxista revela las contradicciones internas del capitalismo: la libertad individual lleva a la explotación y la riqueza genera pobreza. Estas contradicciones muestran el carácter dialéctico de la historia, aunque en Marx ya no es la conciencia la que determina la realidad, como en Hegel, sino que la infraestructura material (la economía) determina la superestructura (la conciencia). Esta dialéctica, basada en la negación de la negación, es válida solo para la sociedad de clases, etapa en la que el ser humano no es plenamente consciente de que puede transformar el sistema. La verdadera historia comenzará con la abolición de las clases sociales. Para ello, es necesaria la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, causa de la explotación y el dominio. Aunque la transición del capitalismo al socialismo es una necesidad histórica, Marx no plantea un determinismo fatalista: la revolución del proletariado debe ser fruto de una acción política consciente, organizada a través de un partido. Esta transformación pasará por la Dictadura del Proletariado, donde el partido, como vanguardia obrera, tomará el poder durante un tiempo indefinido para defender la revolución ante la reacción burguesa. Una vez superada la sociedad de clases, el ser humano dejará de estar sometido ciegamente a las leyes económicas y podrá autodeterminarse, alcanzando así su plena realización.
RELACIÓN CON FILÓSOFOS
La esencia genérica del ser humano: trabajo y alienación
Este tópico podríamos relacionarlo con Rousseau, ya que, para Marx, el ser humano se realiza a través del trabajo libre y colectivo, mientras que para Rousseau el ser humano se define como un ser libre y sociable, cuya naturaleza se ve pervertida por las desigualdades creadas artificialmente. Ambos creen que el desarrollo de la sociedad, cuando se basa en la propiedad y el egoísmo, destruye la verdadera esencia humana.
Materialismo histórico
Este tópico podríamos relacionarlo con Rousseau, ya que, aunque Marx formula una teoría materialista de la historia basada en los modos de producción, Rousseau ya había señalado en el Discurso sobre la desigualdad que los cambios sociales están profundamente ligados a transformaciones materiales como la aparición de la agricultura y la propiedad privada. Ambos consideran que las estructuras económicas son claves para entender la evolución social.
Crítica de la economía capitalista
Este tópico podríamos relacionarlo con Rousseau, ya que Marx critica el capitalismo por convertir el trabajo y los productos humanos en mercancías sometidas a la lógica del mercado, mientras que Rousseau había advertido que el nacimiento de la propiedad privada fue el origen de las injusticias, los crímenes y las guerras. Ambos coinciden en señalar que las desigualdades materiales son la raíz de la opresión social.
Proyecto político socialista
Este tópico podríamos relacionarlo con Rousseau, ya que, mientras Marx propone abolir la propiedad privada y construir una sociedad sin clases para alcanzar la verdadera libertad, Rousseau plantea en el Contrato Social la creación de un orden político basado en la voluntad general, donde todos los ciudadanos sean igualmente libres y soberanos. Ambos apuestan por un sistema colectivo que garantice la igualdad y elimine los privilegios.