La Ética y la Ética Profesional: Fundamentos Racionales
¿Es racional seguir hablando de ética en este contexto? Claro que sí, porque el hombre, como diría Kant, es un ser metafísico por naturaleza, es decir, que se resiste a someterse a los hechos fríos y opacos.
¿Por qué es posible seguir hablando de ética? Las dos principales razones son una opción personal y una opción social.
- Opción Personal: Podemos tomar la decisión de cultivar nuestro ser, es decir, comprometernos en lo que Mill denominaba el desarrollo de las capacidades intelectuales y morales. La ética tiene que ver con el bien personal, la autorrealización y la felicidad.
- Opción Social: Tomamos la decisión de realizar el bien común, para lo cual participamos en una actividad comunitaria.
La ética tiene que ver con el compromiso de ser una «buena persona», lo cual pasa por la realización del bien común y la búsqueda de la plenitud de nuestra existencia. Entre las condiciones previas están el marco de referencia cultural, el saber práctico y la sensibilidad. Curiosamente, la búsqueda de esas condiciones es ya una búsqueda ética. La interrogación y la búsqueda son, entonces, dos componentes indispensables de la vida ética. De lo contrario, nos queda la imposición y el sometimiento al poder económico y político, que son dos formas que distorsionan las actividades sociales, entre ellas las profesionales.
El Devenir Histórico de las Profesiones
La cultura y la sociedad premoderna habían estructurado las profesiones a partir de una cosmovisión, donde jerárquicamente el orden divino ocupaba el primer lugar y, como representación suya, se encontraba el orden político, y finalmente, el orden personal. Para garantizar dicho orden estaban:
- El sacerdote, que cuidaba del alma divina y de los asuntos divinos.
- El jurista, para cuidar de la sociedad mediante leyes.
- El médico, para el cuidado del cuerpo.
Por ello, el sacerdote, el médico y el jurista asumían sus actividades a partir de juramentos en los cuales prometían obedecer determinadas reglas. Por esa profesión o declaración fueron conocidas como las primeras profesiones.
El calvinismo, como momento intermedio y como lo ha sostenido Max Weber, había visto en las actividades profesionales el camino de salvación o condenación de una persona. Si había tenido éxito profesional, indicaba que estaba salvada; si había fracasado, entonces estaba condenada. Ello permitió que la modernidad sea un proceso de «afirmación de la vida corriente» (Taylor), donde la profesión aparece como una proclamación pública; no es una actividad secreta sino abierta y tiene el respaldo de la sociedad.
Definición y Naturaleza de la Profesión
Max Weber, en su obra clásica La ética protestante y el espíritu del capitalismo, definía la profesión del siguiente modo:
«La actividad especializada y permanente de un hombre que, normalmente, constituye para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia.» (Weber 1985, 82)
Las profesiones son un medio de subsistencia de los individuos. Eso hace de las profesiones un «instrumento individual» de ganar dinero.
Observaciones de Adela Cortina a la Definición de Weber
Adela Cortina, filósofa española, hace tres observaciones a esta definición:
- La finalidad de la profesión no se limita a la «fuente de ingresos», es decir, a una finalidad subjetiva, sino que la profesión misma tiene su propia finalidad.
- La profesión, además de ser una actividad individual, es una actividad colectiva.
- Por lo anterior, «el ingreso en una actividad y en una comunidad profesional determinadas dota al profesional de una peculiar identidad y genera en él un peculiar sentido de pertenencia» (Cortina 2000, 15).
Definición Integradora de Profesión
Basada en las ideas de Alasdair MacIntyre, una definición más integradora de lo que es una profesión es la que ofrece Cortina:
«… una actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en proporcionar a la sociedad un bien específico e indispensable para su supervivencia como sociedad humana, para lo cual se precisa el concurso de la comunidad de profesionales que como tales se identifican ante la sociedad.» (Cortina 2000, 15)
Una profesión busca realizar un bien o finalidad que es indispensable para la vida social. Pero su realización exige el cultivo de hábitos o excelencias por parte del sujeto y de la acción que realiza. Finalmente, la actividad profesional no es una actividad aislada, sino comunitaria, lo cual le da una identidad.
Aunque la palabra «profesión» tiene múltiples usos (sirve para designar tanto a un médico, un profesor, como a un vendedor, un futbolista y hasta suele hablarse de un delincuente profesional), la definición propuesta puede ayudarnos a discernir cuándo estamos en presencia de una profesión.
Clasificación de las Profesiones según Antonio Peinador
Antonio Peinador ha clasificado las profesiones teniendo en cuenta dos criterios: por razón de la actividad y por razón de los fines de cada profesión (Peinador).
Criterio 1: Por la Actividad
- Manuales (Oficios): Predomina el trabajo corporal, manual o mecánico.
- Liberales (Profesión propiamente tal): Predomina el trabajo de la inteligencia.
Criterio 2: Por los Fines
Derecho a la vida física:
- En un plano inferior: cocinero, zapatero, sastre, carpintero, labrador, artesano, etc.
- En un plano superior: técnicos e investigadores de laboratorio, industriales, comerciantes, banqueros, etc.
Derecho al cultivo progresivo e ilimitado de la inteligencia: científico, teólogo, filósofo, artista, pedagogo, etc.
Derecho a vivir como individuos y miembros de la sociedad dentro del orden jurídico y moral: político, sociólogo, abogado, juez, notario, historiador, novelista, religioso, etc.
La Profesión como Actividad con Finalidad
La profesión es una actividad social que contiene fines o bienes internos. La importancia de los fines la podemos encontrar en la definición de «profesión» que nos da Antonio Peinador:
Definición de Profesión según Peinador
«La aplicación ordenada y racional de parte de la actividad del hombre al conseguimiento de cualquiera de los fines inmediatos y fundamentales de la vida humana.» (Peinador 1962, 2)
Esta visión se alinea con la tradición aristotélica. Para el estagirita, toda actividad tiene una finalidad, la cual constituye su bien. Sin embargo, no todos los fines son iguales.
- Fines Internos (Praxis): Son inherentes a la actividad; la realización de la actividad es la realización de la finalidad. Es a esto a lo que Aristóteles denomina praxis.
- Fines Externos (Poiesis): Son externos a las actividades, por lo cual estas se convierten en medios para lograr dichos fines. Es a esto a lo que Aristóteles denomina poiesis.
La Práctica según MacIntyre
MacIntyre define la práctica de la siguiente manera:
«Por «práctica» entenderemos cualquier forma coherente y compleja de actividad humana cooperativa, establecida socialmente, mediante la cual se realizan los bienes inherentes a la misma mientras se intenta lograr los modelos de excelencia que le son apropiados a esa forma de actividad y la definen parcialmente, con el resultado de que la capacidad humana de lograr la excelencia y los conceptos humanos de los fines y bienes que conlleva se extienden sistemáticamente.»
Los elementos que componen una práctica son:
- Que sea una actividad cooperativa.
- Establecida socialmente.
- Busca la realización de los bienes internos.
- El logro de esos bienes internos produce excelencias o virtudes en los sujetos que las realizan.
MacIntyre reconoce que existen también bienes externos legítimos que se obtienen de las prácticas, como el dinero, el reconocimiento, etc., pero ellos no son el sentido de la actividad. Justamente, la corrupción de una actividad se produce cuando se reemplazan los bienes internos por los externos.
Los bienes externos son legítimos, pero en tanto sean subordinados a los bienes internos; de lo contrario, la actividad profesional deja de tener sentido y legitimidad social.
La Excelencia (Virtud) como Modo de Realizar el Fin Profesional
Desde una perspectiva aristotélica, podemos sostener que las virtudes o excelencias (aretai) son la parte central de las éticas profesionales, porque ellas son las formas como se realizan los fines de las actividades profesionales.
Ética Profesional vs. Deontología
Según Luis José González, la ética profesional es:
«La reflexión sistemática sobre las normas morales que regulan el comportamiento en la actividad profesional.» (González 1996, 277)
Sin embargo, la «reflexión sistemática» sobre las normas puede convertir la ética profesional en una deontología, limitando su valor. No se trata entonces solo de revisar y renovar las normas morales de los códigos de ética, sino de promover las virtudes necesarias para lograr los fines específicos de la profesión. La «ética profesional» no significa tanto la imposición o aceptación de normas, sino que toda práctica profesional conlleva virtudes o «excelencias».
La Virtud: Asunto Personal e Interpersonal
La virtud no es un asunto privado, íntimo, cualidad que algunas personas conservadoras o bienintencionadas tienen. Es un asunto personal e interpersonal, subjetivo e intersubjetivo, individual y colectivo. No todas las actividades requerirán las mismas virtudes. El policía, el obrero, el empleado y el profesor requieren virtudes distintas para lograr sus bienes internos.
Este mismo problema es visto por Victoria Camps, cuando sostiene que en la sociedad de profesionales, cada profesión tiene virtudes específicas distintas de las virtudes públicas (como solidaridad, responsabilidad, tolerancia). Y señala algo que suscribo plenamente:
«La profesionalidad será una virtud pública en la medida en que sirva a los intereses comunes de la sociedad. No en la medida en que sirva solo al mantenimiento y conservación de los roles, funciones y corporaciones existentes. Y será una virtud privada en la medida en que ayude al individuo a serlo realmente, a ser autónomo y no esclavo de sus actividades.» (Camps 1993, 105)
Según González, las virtudes de un buen profesional son la productividad (que encierra la capacidad de producir, la actitud de producir y el nivel de eficiencia), la creatividad y la superación. Sin embargo, no siempre todas las profesiones requieren de las mismas virtudes.
La Participación de los Usuarios en la Definición de la Calidad
Para resolver la pregunta sobre cuáles son las buenas prácticas o virtudes que debe cultivar el profesional, deben participar tanto los mismos profesionales como los afectados, beneficiarios o usuarios. Sobre esto, Cortina sostiene:
«Los usuarios son los que experimentan la calidad del servicio prestado y, aunque no conocen la trama interna de la profesión, resultan indispensables para determinar qué prácticas producen un servicio de calidad y cuáles no. De ahí que hoy en día los colegios profesionales no puedan ser cerrados, no puedan diseñar sus códigos ni componer comités sin contar con los ciudadanos corrientes, con los beneficiarios actuales o virtuales del servicio que prestan a la sociedad. En este punto deben transformarse radicalmente.» (Cortina 2000, 24)
La práctica de las virtudes implica ya la realización de la «finalidad» de la profesión.
La Profesión como Actividad Comunitaria
La profesión es una «actividad humana cooperativa», es decir, las prácticas profesionales son comunitarias. Esto se entiende en al menos tres sentidos:
- Referente Lingüístico y Metodológico: El profesional comparte con otros profesionales un lenguaje común, un método y hasta un modo de ser. La transmisión y la renovación del saber especializado se realizan dentro de comunidades profesionales.
- Identidad y Pertenencia: La comunidad profesional se convierte en el referente del individuo profesional, porque le da identidad y pertenencia.
- Realización de la Finalidad: La comunidad de profesionales hace suya la tarea de realizar la finalidad de dicha práctica.
Un riesgo asociado a la comunidad profesional es el corporativismo, que se manifiesta en el encubrimiento de las actividades ilícitas cometidas por los profesionales. Se busca salvar el cuerpo, el colegio, protegiendo a individuos profesionales incompetentes, inmorales o negligentes, dejando de tener en cuenta los «mínimos niveles de calidad profesional» (Vielva). En este sentido, el corporativismo pierde el sentido de la comunidad de profesionales.
La Profesión como Expresión de la Sociedad Civil
Tradicionalmente, se ha discutido la relación entre la sociedad civil y el Estado. Sin embargo, si se entiende la sociedad civil solo como expresión de las actividades económicas, es decir, del mercado, se limita su alcance. Hoy no es posible sostener que la sociedad civil esté compuesta básicamente por el mercado y que sea lo único que hace frente al espacio político.
La sociedad civil también es el ámbito de las actividades profesionales, la opinión pública, las asociaciones cívicas y, sin duda, las organizaciones económicas.
A Modo de Conclusión: Dimensiones de la Profesión
La profesión se manifiesta en tres aspectos fundamentales:
a) El Aspecto Social
Las profesiones tienen por función satisfacer determinadas necesidades de las personas, de los miembros de una sociedad.
b) El Aspecto Económico
Toda profesión tiene una dimensión económica tanto a nivel social como personal.
«La profesión presenta en primer término un carácter marcadamente económico, puesto que la economía también se refiere a las necesidades humanas y al modo de satisfacerlas. En efecto, las profesiones se desarrollan en el campo de la economía, obedecen a causas económicas y producen efectos de la misma clase.» (Álvarez 1957, 171)
No obstante, el sistema económico ha convertido la sociedad en una «sociedad de productores», desvalorizando o cuestionando como actividad profesional a aquellas que no producen lo que el sistema requiere. Es el caso de profesiones como la Filosofía, la Literatura, la Teología, el Arte, etc. Así, la actividad profesional se ha convertido en el medio económico de subsistencia de los profesionales. La profesión nos proporciona los medios económicos de satisfacer las necesidades privadas, las personales y las domésticas.
«La actividad profesional es hoy la fuente normal de ingresos de todo individuo que no vive a costa de los demás.» (Álvarez 1957, 173)
c) El Aspecto Personal
Esto se da en un doble sentido. Por un lado, la práctica profesional requiere de cierta vocación o aptitudes para prestar un mejor servicio. Por otro lado, las profesiones moldean generalmente todas las demás áreas de la vida de un profesional.
«La vida de cada uno se organiza alrededor de su profesión de tal suerte que si esta falta suele aquella desarticularse. Semejante organización afecta a la vez la vida privada y pública del individuo. Hábitos, juicios, modos de pensar y hacer, formas de acción internas y externas dependen de la profesión y por ella se explican. Tipos de vida familiar, estilos de amistad también se derivan de la profesión en gran medida.» (Álvarez 1957, 172-173)
Camps sostiene que la vida profesional puede ser fuente de disfrute y reconocimiento. El problema surge con la «profesionalización absoluta», es decir, cuando la actividad profesional ocupa toda la vida personal, fragmentando su vida y viviendo en un espacio reducido. El otro aspecto negativo de la actividad profesional es la «pérdida de autonomía», es decir, cuando lo único que motiva la actividad son los bienes externos como el dinero, el éxito o el poder, olvidando los bienes internos (Camps 1993, 102-104).
Bibliografía
- ÁLVAREZ, Joaquín. Ética de nuestro tiempo. México: UNAM, 1957.
- CAMPS, Victoria. Virtudes públicas. Madrid: Espasa Calpe, 1993.
- CORTINA, A. Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad. Madrid: Taurus, 1998.
- CORTINA, A. Y CONILL, J. (Dirs.). 10 palabras clave en Ética de las profesiones. Navarra: Verbo Divino, 2000.
- GONZÁLEZ, Luis José. Ética. Santafé de Bogotá: El Búho, 1996.
- MACINTYRE, Alasdair. Tras la virtud. Madrid: Cátedra, 1987.
- PEINADOR, A. Tratado de moral profesional. Madrid: BAC, 1962.
- REGAL, Bernardo. Fundamentos de ética profesional. Lima: Universidad de Lima, 1988.
- VIELVA, Julio. Ética profesional de la enfermería. Bilbao: Descleé De Brouwer, 2002.
- WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Buenos Aires: Orbis, 1985.
