Contexto Histórico
Platón nació en el 427 antes de nuestra era, en el seno de una familia aristocrática y con gran influencia en la política ateniense. Atenas, gobernada por Pericles, vivía un periodo de prosperidad gracias al comercio favorecido por la Liga de Delos (liga de ciudades en torno a Atenas formada para defenderse de posibles nuevos ataques de los persas y en la que Esparta nunca participó). La hegemonía de Atenas provocó recelos en Esparta, lo que dio lugar al enfrentamiento entre ambas polis en las Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.), en las que el propio Platón participó y en las que Pericles murió de peste, y que culminaron con la derrota de Atenas. Platón vivió su infancia y juventud en una ciudad en guerra.
Los espartanos no arrasaron la ciudad, pero la volvieron inofensiva: derribaron sus murallas. La democracia ateniense fue sustituida por el gobierno de los Treinta Tiranos, los cuales practicaron la corrupción y el terror, lo que llevó a nuestro filósofo a ver la tiranía como la expresión de la incompetencia política, de la crueldad y de la venganza. Este gobierno no fue capaz de asegurar el orden y la justicia y pronto fue derrocado. Se reinstauró la democracia (403 a. C.), sistema que Platón criticó como el gobierno de una mayoría ignorante, que elegía sus cargos por sorteo y no por su competencia.
Esta democracia condenó a Sócrates a beber la cicuta, hecho que marcó profundamente el pensamiento y la vida de Platón y que le hizo perder el interés por ejercer la política y le llevó a dedicarse por entero a la filosofía y la búsqueda del gobierno ideal, de un Estado justo, en el que los filósofos se convirtieran en gobernantes o los gobernantes en filósofos, para que los ciudadanos pudieran convivir en paz practicando la justicia.
Por otra parte, la vida griega era esencialmente comunal, vivida en el seno de la polis e inconcebible fuera de esa ciudad-estado. Para los griegos, la participación activa en la organización y destino de su propia polis era una dimensión esencial de su vida.
Contexto Sociocultural
Grecia, en esta época, estaba dividida en multitud de polis (unas 300) diseminadas por la cuenca mediterránea y el mar Egeo, polis que, si bien compartían una misma lengua, creencias y costumbres, tenían leyes y administraciones propias.
El sistema democrático ateniense, iniciado por Clístenes y reforzado por Pericles, se organizaba por medio de la Asamblea o conjunto de ciudadanos libres (varones adultos), que adquirió una importancia creciente en la democracia ateniense. La Asamblea era el órgano soberano de gobierno de la ciudad, donde había que convencer a los ciudadanos para que votasen unas u otras propuestas. El Consejo, constituido por nobles, tenía competencias jurídicas. Fue este quien decidió la muerte de Sócrates, por ejemplo. Y los magistrados, elegidos por sorteo, ostentaban el poder político, el poder religioso y el poder militar.
Culturalmente, Platón vivió en un tiempo en el que Atenas había llegado a su máximo esplendor cultural. Todavía estaban recientes y se seguían representando las tragedias de Eurípides, Sófocles y Esquilo. En la comedia, Aristófanes era el autor más celebrado; su obra Las nubes caricaturizaba aspectos del carácter de Sócrates. Los historiadores Heródoto y Tucídides eran valorados como narradores de las Guerras Médicas (el primero) y de las del Peloponeso (el segundo). En cuanto a las artes plásticas, Fidias era considerado como uno de los escultores más universales, junto a Mirón y Policleto. De entre sus obras más notorias se pueden citar el Friso de las Panateneas del Partenón y la gran estatua de Zeus en Olimpia.
Contexto Filosófico
La filosofía griega se divide en cuatro períodos:
- El de los primeros filósofos –los presocráticos–, que ocupó el siglo VI y parte del V antes de nuestra era.
- El de los Sofistas y Sócrates, siglo V a.C.
- El período clásico, siglos V y IV a. C., cuyos principales representantes fueron Platón y Aristóteles.
- El período helenístico, posterior a Aristóteles.
Así, mientras los presocráticos se ocuparon del estudio de la physis (naturaleza), los sofistas y Sócrates se centraron en el estudio del hombre en cuanto miembro de la sociedad. Este desplazamiento de intereses obedeció a dos razones: una de carácter filosófico, como la falta de consenso en la filosofía de la physis, y otra de carácter político-social, ya que el nuevo sistema democrático ateniense trajo consigo nuevos problemas, como la crisis de la antigua aristocracia y de los valores tradicionales. Ahora la virtud ya no estaba ligada al nacimiento, y pasó a primer plano el problema de cómo se adquiría la virtud.
Sócrates se enfrentó al relativismo sofista y, partiendo del reconocimiento de la propia ignorancia, propuso un método para la investigación de la verdad. En esta línea continuó Platón.
Los contemporáneos de Platón fueron los sofistas, con quienes polemizó. Los sofistas, en opinión de Platón, fueron la causa de que quienes gobernaban en Atenas careciesen de principios morales, pues para ellos las leyes eran convencionales y lo bueno o lo justo, algo relativo.
La gran figura intelectual de la época de juventud de Platón fue Sócrates, de quien fue discípulo durante 20 años. A Sócrates le interesaban los temas éticos; tenía gran habilidad en el arte de dialogar y convencer, pero, a diferencia de los sofistas, empleaba ese arte para alcanzar definiciones universales, conceptos verdaderos y no sometidos a la variable opinión humana. Platón adoptó de Sócrates el método dialogado para hacer filosofía, pero, a diferencia de su maestro, escribió esos diálogos elevándolos a un grado de belleza literaria y artística inigualable.
Platón fundó la Academia, de la que se considera que fue la primera Universidad del mundo. En ella se dedicó a la formación de los futuros gobernantes con el entrenamiento matemático y dialéctico que relató en La República.
Origen de la Teoría de las Ideas
En la democracia ateniense existía el convencimiento de que no había ningún valor absoluto. Platón sabía que Sócrates había sido “el hombre más justo de su tiempo”; por consiguiente, que una acción fuera justa o injusta no podía depender de la opinión de la mayoría, porque esta era ignorante, fácil de convencer.
Se podría decir que la ciencia también persuade: cuando se demuestra un teorema matemático, todos los que entienden la demostración quedan convencidos de su verdad; la diferencia reside en que este tipo de persuasión se fundamenta en el saber (episteme), mientras que la persuasión que origina la retórica solo produce creencia, opinión (doxa), porque excita y satisface los deseos de quienes escuchan, y coincide con los intereses de la multitud. Por eso, ese tipo de persuasión solo es efectiva con los ignorantes.
¿Cuál era, entonces, el auténtico saber y cómo se adquiría? Esto es lo que interesó a Platón. Contra el relativismo se alzaron los valores absolutos: la Teoría de las Ideas.
La Constitución del Universo
Para Platón, existía una inteligencia ordenadora, el Demiurgo, que actuaba sobre una materia eterna, caótica y de movimientos irregulares. Junto a estos dos principios, la inteligencia ordenadora y la materia eterna y eternamente en movimiento, estableció un tercer principio: las Ideas. Pues todo ser que fabrica o construye lo hace en función de un modelo, y este modelo eran las Ideas que imponían a la materia una estructura inteligible, una consistencia y una estabilidad que la materia no poseía por sí misma.
Ética y Política
La obra de Platón muestra un continuo desprecio contra la democracia y contra todos los que consideraba responsables de la muerte de Sócrates (por ejemplo, los sofistas o los poetas). Platón distingue los siguientes tipos de gobierno:
- La monarquía: el gobierno de una sola persona, ya sea hereditario o no.
- La oligarquía: el gobierno de un grupo reducido de personas, elegidos según diferentes criterios como la capacidad económica, la excelencia moral e intelectual o el poder militar.
- La democracia: el gobierno del pueblo, o como lo considera Platón, el gobierno de la masa.
Especialmente en La República, Platón sostiene que el gobierno ideal, el mejor de los posibles, es el gobierno de unos pocos elegidos según su excelencia moral e intelectual. Este régimen se denomina aristocracia. Solo la aristocracia hace factible la Justicia en la polis, entendiendo por Justicia la consecución de que cada cual ocupe el lugar que le corresponde naturalmente.
Del mismo modo que hay tres partes en el alma, también hay tres prototipos de seres humanos:
- Aquellos en quienes domina la parte apetitiva y cuyo objetivo es satisfacer los deseos.
- Aquellos en quienes predomina la parte irascible, que si se alía con la racional son capaces de impulsar la acción, superar el dolor, renunciar al placer.
- Finalmente, aquellos en quienes prevalece el alma racional, cuyo máximo interés es la búsqueda de la verdad.
Para que se dé esa armonía, fruto de la justicia, cada uno de estos prototipos deberá realizar aquellas funciones que estén en consonancia con el tipo de alma que predomine en ellos. Así, los apetitivos serán los productores, los que suministren a la ciudad lo necesario para su subsistencia; los irascibles serán guardianes de esa ciudad: velarán por el cumplimiento de las leyes y la defenderán en caso de ataque. A los racionales les corresponderá el gobierno, pues al conocer la Idea de Justicia por haber llegado a ella en el proceso dialéctico, son los únicos que pueden impartirla.
En la realidad suele suceder que los apetitivos sean quienes usurpen el poder, no para reflejar la Justicia, sino en provecho propio. Platón piensa que esto se puede evitar aboliendo la propiedad privada y la familia para la clase de los gobernantes y de los guardianes, de modo que no haya codicia por esos puestos.
Corresponde al Estado educar a los ciudadanos y no a la familia, evitando el egoísmo y promoviendo el sentimiento de comunidad. El verdadero filósofo, el que ha vislumbrado la Idea del Bien, es quien puede hacerla efectiva en la polis. A él la encomienda Platón en La República. La doctrina según la cual es a la razón a quien corresponde por naturaleza gobernar lleva a Platón a concebir un Estado ideal, utópico, que puede definirse como el gobierno de los sabios. Bajo su gobierno no son necesarias las leyes, ya que su saber le permitirá adoptar en cada caso las disposiciones más adecuadas.
La Doctrina Platónica del Alma
Al dualismo que introdujo Platón al separar radicalmente el ámbito de las Ideas (el verdaderamente real) y el ámbito de los seres físicos, sometidos al cambio y a la corrupción, se corresponde un dualismo antropológico: el alma, afín a las Ideas y como ellas inmaterial, es inmortal porque seguirá existiendo cuando el cuerpo muera y, también, porque ha existido en el Mundo de las Ideas antes de unirse accidentalmente al cuerpo (en el pensamiento griego todo lo inmortal es eterno, no tiene principio ni fin). La unión del alma con el cuerpo es accidental y transitoria.
Platón distingue tres partes en el alma:
- La razón (alma racional)
- El ánimo (alma irascible)
- El apetito (alma concupiscible)
A la razón le corresponde controlar y ordenar el apetito. En el apetito residen los deseos irracionales y la búsqueda de los placeres, que se oponen a la razón. Y el ánimo es el coraje o fuerza, que a veces cede a las exigencias de los apetitos, y que puede y debe convertirse en aliado de la razón en la tarea de controlar y someter las demandas del apetito.
Lo ideal es que la parte racional domine sobre las otras dos, para que así sea justa.