Anaximandro (610-545 a.C.)
En su obra Sobre la naturaleza, Anaximandro propuso ideas fundamentales para la filosofía presocrática.
Arjé: El Apeiron
Para Anaximandro, el Arjé (principio u origen de todo) no es un elemento concreto, sino algo infinito e indeterminado: el apeiron (indefinido o ilimitado). Este principio es eterno y posee movimiento desde el principio. Etimológicamente, apeiron significa «sin límites».
Origen del Cosmos
Dentro del apeiron, un movimiento de rotación separa los opuestos. Los primeros en surgir fueron el frío y el calor, lo seco y lo húmedo, dando lugar a la formación del mundo.
Cosmos y Ciclo Eterno
Anaximandro postuló la existencia de innumerables mundos (algunos interpretan que son sucesivos, otros que son simultáneos), que aparecen y desaparecen en un ciclo eterno. Todo está en evolución constante; el mundo no ha sido siempre igual. La destrucción de unos seres engendra otros, y este es un proceso necesario, regular e inevitable en el Cosmos. En este ciclo, todo sale del apeiron y todo vuelve a él. La Tierra es concebida como un tambor esférico en el centro del Universo, que permanece inmóvil por su equidistancia de todas las cosas y suspendida en el vacío.
Anaxímenes (585-524 a.C. aprox.)
Su acmé se sitúa alrededor del 546 a.C.
Arjé: El Aire
Anaxímenes propuso que todo tiene un principio único e infinito, pero determinado y concreto: el aire. Este elemento, fundamental también para la vida, permite el movimiento eterno que produce el cambio. Anaxímenes intenta así unir características de los arjés anteriores (la indeterminación del apeiron y la concreción de un elemento).
Transformación de los Seres
Todos los seres proceden del aire por dos movimientos fundamentales: la rarefacción (expansión) y la condensación (contracción). Son los cambios cuantitativos (más o menos aire) los que producen las diferencias cualitativas. Lo que parece diferente cualitativamente es, en realidad, lo mismo con más o menos cantidad de aire.
Cosmos
Anaxímenes concibe el Cosmos como algo vivo, y la Tierra como plana.
Pitagóricos
La escuela pitagórica, más que un grupo de filósofos, fue una comunidad con un fuerte componente místico-religioso.
Arjé: Los Números y la Armonía
Para los pitagóricos, los números son el principio de todo. Estos, a su vez, proceden de la oposición entre lo impar (limitado) y lo par (ilimitado, porque es infinitamente divisible). Ofrecen explicaciones dualistas de la naturaleza que concretan la oposición entre lo par y lo impar. Es una versión de la teoría de los opuestos, pero para ellos es más importante la idea de armonía como unión de cosas distintas y diferentes.
Cosmos: Esfericidad y Heliocentrismo
Conciben el Cosmos en armonía, como unión de cosas diferentes. En consecuencia, la Tierra gira en torno a un fuego central; por tanto, fueron los primeros en afirmar la esfericidad de la Tierra y el heliocentrismo. Postulan el eterno retorno de los mismos acontecimientos en ciclos cerrados: lo sucedido se repite periódicamente.
El Hombre y el Alma
Los pitagóricos tienen un pensamiento místico-religioso que incluye la preexistencia, la inmortalidad y la transmigración de las almas (metempsicosis), así como el parentesco entre todos los seres vivos. El alma es inmortal, un fragmento del alma divina y universal, proveniente de otro mundo. Se ha manchado con la culpa y debe llevar, encadenada al cuerpo, una vida de expiación y purificación.
Los pitagóricos, a las prácticas rituales órficas, añaden el silencio y la dedicación a la gimnasia, la música y, sobre todo, al conocimiento, especialmente el de la matemática. A través de estas disciplinas, se aprende la armonía, que debe llevarse al interior del hombre. Por su influencia, el trazado de las ciudades siguió y sigue líneas geométricas, ya que se pensó que si todo el cielo era número y armonía, era conveniente que la Tierra concordara con estos principios.
Demócrito (460-370 a.C.)
Demócrito es una figura clave en el desarrollo del atomismo.
Arjé: Los Átomos y el Vacío
Para Demócrito, el Arjé son los átomos: partículas materiales, indivisibles, sólidas, inmutables y eternas. Son infinitos, invisibles, iguales en cualidad, pero de distinto tamaño, forma, posición y orden. Están exentos de cambio, pero sus combinaciones, que hacen posible la pluralidad, están siempre creándose y pereciendo. Poseen un movimiento propio y espontáneo en todas direcciones, posible porque entre ellos existe el vacío, y que se rige por el azar.
Cosmos: Formación y Permanencia de la Materia
Los átomos, el vacío y el movimiento, los tres eternos, originan la formación del mundo. El movimiento no se generó, sino que existió desde siempre. Se originan torbellinos de átomos que crean mundos infinitos, los cuales están siempre naciendo y pereciendo. Demócrito propuso además una teoría de la permanencia de la materia: «Nada se crea de la nada ni desaparece en la nada» (principio que anticipa la física moderna).
El Hombre y el Conocimiento
El ser humano (SH) tiene un alma corporal y mortal, un conjunto de átomos que gobierna al resto del cuerpo.
Respecto al conocimiento, Demócrito afirmó: «Los objetos producen átomos que vibran por el vacío y chocan con los órganos de nuestros sentidos, produciendo el conocimiento sensible; sin embargo, cada individuo capta de forma distinta las cualidades de las cosas». Por ello, «Conocer lo que es cada cosa en realidad es imposible, porque nosotros no conocemos nada verdadero, sino los cambios que se producen según la disposición del cuerpo». Concluye: «Por convención son lo dulce y lo amargo, lo caliente y lo frío; por convención es el color, pero en realidad solo existen átomos y vacío». Esta subjetividad del conocimiento conduce al relativismo.
Conclusión
El modelo de Demócrito es mecanicista (el cosmos es como una máquina) y materialista.
Parménides
Parménides de Elea es una figura central en la filosofía presocrática, conocido por su concepción del Ser.
Arjé: El Ser Inmutable
Parménides critica aspectos de la filosofía anterior. Sostiene que de una realidad única no puede surgir lo múltiple; el Ser tiene que ser inengendrado, uno, inmutable e inmóvil. Niega la idea de vacío de los pitagóricos, así como la idea del cambio, que para él sería algo ilusorio.
Cosmos
El mundo es concebido como una esfera sólida, redonda, inmóvil, inmutable y eterna.
El Problema del Conocimiento: Vías de la Verdad y la Opinión
Parménides plantea por primera vez el problema filosófico del conocimiento: ¿cómo distinguir la verdad de la apariencia? En su obra Poema, escrita en verso, expone su doctrina, que dice recibir de una diosa. En ella, critica a los pitagóricos y se divide en un prólogo y dos partes.
En el Poema, la diosa le señala dos vías de conocimiento:
- La Vía de la Verdad: Aquí nace la Ontología con el principio: «Lo que es (el Ser), es y puede pensarse. Lo que no es, no es y no puede pensarse» (negando así el vacío). Identifica el ser y el pensar: lo que no podemos pensar no existe. Este es el primer principio de la lógica: el ser existe y es imposible que no exista. Aunque critica a los pitagóricos, basa su razonamiento en la razón lógico-matemática.
- La Vía de la Opinión: Presenta una cosmología con elementos pitagóricos que considera engañosos. Para Parménides, la razón es la vía más fiable para llegar a la verdad, mientras que la opinión es un conocimiento basado en las apariencias engañosas que nos ofrecen los sentidos.
Empédocles
Empédocles de Agrigento intentó conciliar las ideas de Parménides con la pluralidad del mundo.
Arjé: Los Cuatro Elementos
Postula cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego) como principios inmutables que se combinan y separan.
Cosmos: Amor y Odio
El Cosmos está regido por dos fuerzas cósmicas opuestas: el Amor (que une los elementos) y el Odio (que los separa). Presenta una visión trágica de la existencia, marcada por el ciclo de unión y desunión.
El Hombre: Microcosmos
El ser humano es un microcosmos, es decir, está compuesto por los mismos cuatro elementos y regido por las mismas leyes cósmicas de Amor y Odio.
Anaxágoras
Anaxágoras de Clazómenas introdujo el concepto de una inteligencia ordenadora.
Arjé: Homeomerías y el Nous
El Arjé es una masa compacta divisible hasta el infinito, compuesta por «semillas» o homeomerías (spérmata). Cada homeomería contiene en sí misma porciones de todas las demás. El origen del mundo se da por un movimiento sobre la masa original, impulsado por el Nous (Intelecto o Mente), que es el rector del Universo. Este Nous, una inteligencia ordenadora, busca la máxima perfección y belleza en la disposición del Cosmos.