El Superyó, la Ética Formal Kantiana y el Imperativo Categórico

El Superyó

Freud cree haber descubierto que la sexualidad humana comienza a desarrollarse desde el momento del nacimiento, pasando por varias etapas hasta alcanzar la madurez sexual en la pubertad. A los 4 años tiene lugar un acontecimiento fundamental en la maduración sexual que tendrá una repercusión en el desarrollo de la personalidad del niño. Este es denominado como complejo de Edipo y que tiene su equivalente en las niñas en el complejo de Electra.

Consiste en que en el niño aparece un deseo de poseer sexualmente a su madre. La madre aparece ante el niño como madre y mujer sin diferencia. Este deseo de la madre va acompañado de sentimientos ambivalentes hacia el padre que por un lado le odia ya que ve en él un rival pero por otro es su modelo y lo admira. Estos sentimientos hacia el padre le provocan sentimientos de culpa que acabarán haciéndole renunciar a la madre como objeto erótico y al mismo tiempo a la plena identificación con el padre que se convierte en el modelo a seguir.

En el complejo de Electra los padres aparecen como arquetipo de toda autoridad y de toda ley cuya interiorización genera la conciencia moral o superyó. Este castiga las infracciones del yo haciendo sentir culpa. Para el superyó no funciona solamente como una instancia castigadora sino también como el paradigma de lo que denomina yo ideal. Este nace de la admiración de los padres que se convierten en modelos a seguir para el yo.

Kant

Uso de la razón

El uso teórico o científico es el uso orientado a conocer cómo es el mundo. El uso práctico o moral es el uso que hacemos de la razón cuando la empleamos para dirigir la acción, para tomar decisiones. El ser humano no organiza su vida únicamente en función de lo que de hecho hay sino también de lo que queremos que haya, no contamos solo con el conocimiento sino que partimos de la suposición de que poseemos una voluntad libre que tiene que tomar decisiones que no están predeterminadas por el mundo físico. Disponernos a conocer el mundo físico es una decisión que podemos tomar. Los seres humanos estamos condicionados por nuestra física como un ser más de la naturaleza sometido a la física, pero en cuanto decidimos qué hacer (deber) en ese momento somos libres.

Imperativos hipotéticos y categóricos

La voluntad es libre cuando se da órdenes a sí misma, cuando actúa movida por el deber. La expresión de una orden de un deber es lo que llamamos un imperativo, que es un enunciado que expresa un mandato. Existen dos tipos:

  1. Imperativos hipotéticos: son aquellos que expresan un mandato condicionado, un mandato que solo vale si se quiere alcanzar un determinado fin.
  2. Imperativos categóricos: son aquellos que expresan un mandato sin condiciones, un mandato absoluto.

No es suficiente que la voluntad se guíe por imperativos para ser libre, pues pudiera ser que los imperativos estuviesen determinados por la experiencia, en cuyo caso estarían sometidos a leyes causales y no dependerían en exclusiva de la propia voluntad, es lo que sucede con los hipotéticos. La voluntad es libre cuando da órdenes a sí misma, pero esas órdenes no pueden tener forma de un imperativo hipotético por lo que habrían de tener forma de uno categórico.

Materia y forma de la ley

Admitimos como válido un imperativo categórico como «no se debe robar» y ahora nos encontramos en una circunstancia tal que podríamos robar algo que nos interesa mucho. Ante esa situación podemos adoptar dos tipos de reflexión: «nos gustaría apropiarnos de la cosa pero el miedo nos hace desistir de tal propósito» y «nos gusta la cosa pero decidimos dejarlo donde está porque no se debe robar». En ambos casos el contenido de nuestra acción (materia de la acción) es el mismo, pero no la voluntad con la que se lleva a cabo (forma de la acción).

En el primer caso no decidimos nuestra acción sino tras un cálculo de las consecuencias. Dicho cálculo puede ser hecho a partir de un análisis de cómo funciona el mundo de la experiencia. Por ello la decisión no es llevada a cabo por la sola voluntad sino por la razón teórica. En el segundo caso la voluntad es movida por el puro deber sin tener en cuenta las condiciones que impone el mundo de la experiencia. La voluntad actúa libremente pues es ella sola la que decide los criterios por los que guiar la acción y actuamos moralmente.

Imperativo kantiano

Las normas morales han de tener la estructura de imperativos categóricos. La voluntad con la que se lleve a cabo, lo que decide si una acción es libre o no es moral o no. Los imperativos morales deberían limitarse a indicarnos con qué voluntad debemos actuar. Un imperativo puede ser formulado así: «Debes obrar de modo que puedas querer la máxima de tu acción como ley universal». Por máxima se entiende la regla que constituye mi acción particular. Si robo debo considerar que es bueno para todo el mundo y debo quererlo también cuando me roben a mí. Como no puedo querer eso sería una contradicción al aceptar esta máxima por lo que no puede ser aceptada como una máxima moral.

Otra versión del imperativo: «Debes obrar de modo que trates a la humanidad tanto en tu persona como en la de cualquier otro siempre con un fin y no solo como un medio». Esta no dice con qué voluntad debemos obrar.

Éticas materiales y éticas formales

La ética pretende analizar la moral y darle una fundamentación racional. Según Kant de este análisis se desprenden dos conclusiones:

  1. Una acción es una acción moral si se lleva a cabo guiada por normas dadas libremente por una voluntad. Los seres humanos actúan moralmente siempre que lo hacen guiados por el deber. De modo que obrar de modo libre y moralmente es lo mismo.
  2. Las éticas materiales parten de que hay bienes y por lo tanto se tratará de determinar cuáles de ellos son los mejores y luego buscar el medio de lograrlos. Parten de determinados contenidos y buscan el medio de acceder a ellos. Pero para saber esto tenemos que recurrir a la experiencia sometida a leyes causales por lo que la voluntad no es libre, pero una acción que no es libre no puede ser considerada moral. Por ello la ética de Epicuro parte de que el mejor bien para el hombre es la búsqueda de placer, habrá que estudiar qué cosas dan más placer que otras y cómo alcanzarlas.

Frente a este tipo de éticas Kant desarrolla la ética formal, caracterizada por no dar contenidos sino solo la forma de la ley. Por ser sin contenido sus preceptos no dependen de la experiencia y por ello son dados por la voluntad, categóricos y universales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *