Educación Transformadora y Crítica Encarnada: Desafíos y Propuestas para el Siglo XXI

Educación: Repensando el Aprendizaje y la Existencia

La Crisis Educativa Actual

La crisis educativa actual puede entenderse como una crisis de mundo o crisis civilizatoria, expresión de las tensiones, deseos, límites y posibilidades de una sociedad y un tiempo histórico determinado. Se caracteriza por la mercantilización global, la pérdida de legitimidad de la educación pública y la pérdida de protagonismo de los movimientos sociales. El debate actual se simplifica a la adaptación a un futuro incierto, la innovación y la falta de certezas, reduciendo la discusión a la competitividad, las metodologías y la eficiencia.

Un Cambio de Perspectiva: Del «¿Cómo Educar?» al «¿Cómo Queremos Ser Educados?»

Proponemos invertir la pregunta de cómo educar a cómo queremos ser educados. Esto implica abandonar la superioridad del educador, del planificador y del legislador, así como la condición pasiva y degradada del aprendiz. La educación se concibe como una relación receptiva y recíproca.

La reivindicación del aprendiz es un punto de vista crucial para la reflexión pedagógica, pues nos revela que los aprendizajes dan forma a los mundos que compartimos. La experiencia educativa está atravesada por lo social, político, económico y laboral. La educación es vista como un oficio y arte, un conjunto de artes y modos de hacer que dan forma y sentido a la existencia a través de los aprendizajes compartidos; es una práctica de acompañamiento de la existencia.

Es fundamental reencontrar la raíz común del pensar y del hacer, de la contemplación y la experiencia, del discurso y de la práctica. Esto combate la privatización de la existencia y requiere una activación de la imaginación. La educación, entendida como una decisión privada de las familias, dificulta la identificación del «nosotros» que sufre y combate.

Se busca enlazar vida y política, inspirándose en la Gubernamentalidad de Foucault, una perspectiva crítica respecto al poder, a la verdad sobre sus efectos de poder y al poder sobre sus efectos de verdad. Se propone un concepto de educación emancipadora, que enlaza la decisión (política), la elaboración (poiética) y la contemplación (teórica). Implica asumir la interdependencia y el no saber vivir, reconociendo que debemos aprenderlo todo. La educación es una práctica de hospitalidad para acoger y dar forma a la existencia, reconociendo su fragilidad, su condición de inacabada y expuesta.

Rechazo de Modelos Totalizadores y la Filosofía del Aprendizaje

Se rechazan los modelos totalizadores, los ideales de transparencia, certeza y seguridad de las llamadas ciencias de la educación y del aprendizaje, el diseño de comportamientos y la promesa/ilusión de control. En cambio, se propone una filosofía del aprendizaje que reconozca las sombras, lo azaroso y la inquietud inherente a la existencia humana.

La educación es un poder ambivalente: tiene la capacidad de matar o salvar. Puede oprimir al clausurar deseos y posibilidades, o liberar al abrir nuevos rumbos. Liga y desliga al mismo tiempo, inscribe y emancipa. Esto se relaciona con la lógica de conexión/pertenencia de la crítica y el concepto del «yo cautivo».

La solución a la crisis se vincula con el concepto de encarnar la crítica, atacar el «yo cautivo» y construir el «nosotros». Esto implica desplazar los límites de lo que podemos ver, ser y hacer en un mundo de existencias privatizadas. El enfoque se centra en la experiencia, concibiendo la educación como una conversación y un sendero. Su naturaleza es no lineal, abierta, inacabada, incompleta y en constante construcción, lo que invita al pensamiento colectivo. Se busca abrazar la complejidad, la incertidumbre y la interdependencia (o precariedad) de la existencia humana, valorando la experiencia, la vulnerabilidad como potencia y la construcción colectiva de saberes y sentidos.

La Crítica en la Sociedad Contemporánea: Del Intelectual al «Nosotros» Encarnado

Evolución Histórica de la Crítica

  • Siglos XIX y XX: La crítica se entendía como un problema de la conciencia, herramientas de una intervención sobre y frente al mundo. Buscaba iluminar, y el intelectual-artista, desde sus mesas o estudios, combatía la oscuridad.
  • La crítica contemporánea: Emerge de voces anónimas y colectivas, combate la impotencia y es un problema de cuerpo, un cuerpo que está en y con el mundo. Se enfrenta a la obviedad y el dogmatismo del capitalismo global actual, que ya no necesita llevar máscaras, no tiene nada que esconder o iluminar, y se presenta como el único mundo posible.

La Impotencia y la Lógica de la Conexión

La impotencia es generada por la lógica de la conexión y la privatización de la existencia. Esta lógica reformula el vínculo social de la lógica de la pertenencia, donde la inclusión/exclusión se basaba en la pertenencia a un grupo social más amplio. Hoy en día, la inclusión/exclusión se juega en la capacidad para mantener y renovar permanentemente la conexión con el mundo, actuando como un «empleado del todo».

Esto genera una batalla individual constante por no perder la conexión, por no ser excluido. Se establece una dicotomía binaria: o te conectas o estás muerto. La amenaza de desconexión es constante, y nadie está seguro de su posición. Predominan el control y el autocontrol: somos productores y reproductores de la realidad, nudos que refuerzan la red, sujetos a auto-obligación, auto-control y auto-represión.

El «yo cautivo» no es resultado de una debilidad de los movimientos sociales ni individual, sino de la lógica de la conexión. El yo individual se encuentra aislado de su conexión a la red, manifestándose como «yo cliente», «yo consumidor», «espectador», «ciudadano obediente», «yo productivo». La crítica se neutraliza a través de tres juicios: la moral, la opinión y la psicología, moviéndose entre la culpabilidad y el cinismo, lo que lo hace impotente ante el mundo.

La Privatización de la Existencia

La privatización de la existencia es una consecuencia directa de la lógica de la conexión, con dos implicaciones principales:

  • Despolitización de la cuestión social: Los problemas se perciben como individuales, lo que dificulta identificar amigos/enemigos comunes y compartir frentes de lucha, generando miseria y soledad.
  • Radicalización de la cuestión social: Se enraíza en la propia experiencia del mundo, volviéndola íntima y personal. Esto fragmenta el sentido de lo común y dificulta la acción colectiva.

La Crítica Encarnada: Construyendo el «Nosotros»

Para combatir la impotencia y encarnar la crítica, es necesario atacar al «yo cautivo» y construir un «nosotros» interdependiente, concibiendo la libertad no como autosuficiencia sino como la capacidad de moldear el mundo colectivamente. La crítica encarnada debe desplazar los límites de lo que podemos ver, ser y hacer, enfrentando la obviedad del capitalismo globalizado y abriendo un espacio común de experimentación a través de la politización de la intimidad.

La crítica busca la capacidad de conquistar la libertad en el entrelazamiento, en los lazos con el mundo y con otros. La interdependencia no se ve como una amenaza, sino como el descubrimiento del «nosotros» como dimensión intrínseca de nuestra existencia. Esto implica la politización de la intimidad, cuestionando la naturaleza misma de nuestro ser político, de manera situada y encarnada.

¿Qué podemos ver?

La obviedad del capitalismo neutraliza la crítica. Es fundamental ser afectados por nuestra propia experiencia del mundo para que esta tenga efectos de transformación.

¿Qué podemos ser?

Requiere algo que nos arranque de nuestra impotencia e indiferencia, de nuestro rol de víctimas o espectadores: ser «afectados». Esto se relaciona con la vulnerabilidad y la interdependencia. Existe una interdependencia heterónoma (amenaza de destrucción del planeta) y una autónoma (descubrir que el mundo es lo común de nuestras existencias particulares). Se valora la virtud colectiva de hacer el mundo, de existencias que se atreven a ser afectadas y a exponerse a sí mismas.

¿Qué podemos hacer?

Provocar efectos de liberación y construir el «nosotros». Encarnar la crítica implica dos desplazamientos claves:

  1. De la centralidad del objeto de la crítica hacia la pregunta por quién es afectado, abriendo un campo común de experimentación de la cuestión social.
  2. De la legitimidad de las voces cualificadas, reconociendo que la crítica se teje con otros.

El pensamiento crítico se convierte en afectación, enlaza vida y política, con palabras que, al entrar en contacto con nuestros cuerpos, hacen que el mundo ya no sea el mismo. Se busca una autonomía interdependiente, una práctica transformadora que politice la existencia y construya un «nosotros» para combatir la impotencia, la privatización de la vida y la obviedad del capitalismo.

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