Conceptos Clave en Filosofía: Existencialismo, Género y Totalitarismo

Ideas Principales del Existencialismo

El existencialismo es una corriente filosófica y literaria centrada en la existencia humana. Resalta la libertad y la responsabilidad individual como aspectos fundamentales, desligados de categorías abstractas como la moral, la religión o la razón.

Características del Existencialismo

La Existencia Precede a la Esencia

El existencialismo afirma que el ser humano existe antes de definir su esencia. Se aleja de las explicaciones tradicionales basadas en ideas trascendentales, sosteniendo que la vida no se justifica por principios externos al sujeto.

La Vida se Impone sobre la Razón Abstracta

Se opone al racionalismo y al empirismo, que colocan a la razón como eje central. El existencialismo defiende que la experiencia humana es más que lógica o conocimiento: incluye subjetividad, pasiones e instintos, elementos también esenciales para comprender al ser humano.

Mirada Filosófica Centrada en el Sujeto

La reflexión filosófica se enfoca en el individuo y sus experiencias concretas. Busca entender cómo el ser humano enfrenta su existencia, sus decisiones y su libertad en un mundo sin garantías ni verdades absolutas.

Libertad sobre la Determinación Exterior

La libertad es esencial y debe ejercerse con responsabilidad. Cada individuo es responsable de sus elecciones y sus consecuencias. Como dijo Sartre, “el hombre está condenado a ser libre”, pues no puede escapar de decidir por sí mismo.

Angustia Existencial

La angustia surge del enfrentamiento con la propia libertad y responsabilidad. Es el temor ante las propias decisiones, sin justificaciones externas, y representa una inquietud profunda frente a la incertidumbre de la existencia.

Simone de Beauvoir: La Problematización de la Categoría ‘Mujer’

Simone de Beauvoir, filósofa francesa, escribió El Segundo Sexo como respuesta a la tercera ola del feminismo y a la insuficiencia de teorías como el psicoanálisis freudiano y el materialismo histórico. Su obra busca liberar a la mujer del papel de ser inferior impuesto por la sociedad. Parte de una pregunta clave: ¿qué es una mujer?, lo que la lleva a problematizar esta categoría.

Durante mucho tiempo, se pensó que las categorías eran naturales y que ser mujer implicaba características inherentes. Sin embargo, Beauvoir observa que el término “mujer” se usa de dos formas contradictorias: como definición biológica (hembra humana con útero) y como valoración social (feminidad), asignando más o menos “mujer” según comportamientos. Esta feminidad, llamada también “eterno femenino”, fue ignorada por racionalistas e incluso algunas autoras, evitando así enfrentar su origen.

Beauvoir critica esta negación y afirma que la feminidad no es natural, sino un mito construido por la sociedad. Según ella, no se nace mujer, se llega a serlo, a través de un proceso de socialización que posiciona a la mujer en dependencia del varón desde la infancia. Esta construcción limita su papel a lo doméstico y al cuidado, excluyéndola de ámbitos como la política o el poder, tradicionalmente atribuidos al “eterno masculino” (autonomía, racionalidad, valentía).

Así, Beauvoir redefine la categoría “mujer” no como algo biológico o esencial, sino como una construcción cultural que debe ser deconstruida para lograr la auténtica libertad y emancipación femenina.

Hannah Arendt: El Origen del Totalitarismo y el Mal Absoluto

Hannah Arendt analiza el totalitarismo como un fenómeno que rompió con la continuidad de la historia occidental y destruyó las categorías políticas y morales tradicionales. Tanto el nazismo en Alemania como el estalinismo en la URSS fueron regímenes totalitarios que utilizaron el terror no solo como un medio, sino como un fin en sí mismo, justificando sus crímenes en supuestas leyes de la Naturaleza o de la Historia.

Arendt señala que el totalitarismo anula el pensamiento crítico, haciendo que las personas sigan ciegamente la ideología del Estado. La renuncia al uso autónomo de la razón permite que el régimen totalitario imponga su voluntad sin oposición.

Finalmente, la autora explica que el terror no fue solo una herramienta de control, sino el objetivo central de estos regímenes.

El totalitarismo ha planteado una ruptura antropológica al hacer realidad en los campos la aparición de un tipo de mal que Arendt denomina»mal radical«. Ese»mal radical» es un intento organizado de erradicar el concepto de ser humano. No podemos comprenderlo, pues se trata de un mal absoluto que además, no es punible ni perdonable, pues escapa a los parámetros que utilizamos habitualmente para ello, cuando tratamos de buscarle explicación mediante motivaciones malignas, de odio o simplemente deseo de poder.

Aunque no podemos entenderlo, sí podemos ser conscientes de las tendencias presentes en las sociedades de masas contemporáneas que pueden facilitar la aparición de ese mal absoluto, de esa tentación de hacer de los individuos seres superfluos y prescindibles.

Hannah Arendt: La Condición Humana (Labor, Trabajo y Acción)

Para Hannah Arendt, el ser humano desarrolla dos actividades fundamentales: la actividad teórica o contemplativa (vita contemplativa) y la actividad práctica (vita activa). La actividad teórica o contemplativa estaría relacionada con la actividad intelectual pura y que, generalmente, ha producido la filosofía. Sin embargo, Arendt está más interesada en la actividad práctica, con la que construimos una sociedad libre y justa.

Así pues, Arendt cree que la actividad práctica tiene tres dimensiones fundamentales:

  • Labor: Todo aquello que permite mantenernos con vida y ligada a la necesidad de mantenernos vivos, como por ejemplo comer.
  • Trabajo: Actividades por las que el ser humano se distingue de la naturaleza y dan como resultado obras permanentes, como por ejemplo las casas. El trabajo nos permite independizarnos de las necesidades naturales y crear un mundo artificial característicamente humano.
  • Acción: Son las actividades más elevadas de la condición humana, las más racionales y libres. Nos proporciona una identidad y una forma de estar en el mundo que compartimos con otros. La acción se corresponde con la condición humana de la pluralidad. La política, la vida en común, es lo más propiamente humano de la condición humana. Somos seres de acción y mediante las acciones nos mostramos al mundo. Y nuestras acciones tienen unas repercusiones en el mundo que compartimos con otros. Dado que las acciones tienen consecuencias, debemos ser responsables de ellas. Este es el precio de la libertad. Por todo ello, la acción es la actividad humana más importante.

El Desarrollo de las Ideas Feministas: De la Ilustración al Siglo XXI

El feminismo comprende teorías y prácticas orientadas a la emancipación de las mujeres. Aunque sus primeras manifestaciones datan del siglo XVII, su primer gran impulso se dio durante la Ilustración (siglo XVIII). En esta época, se defendió la igualdad natural entre los seres humanos y el acceso universal a la educación. Sin embargo, pensadores como Rousseau sostenían la inferioridad natural de las mujeres, postura refutada por Mary Wollstonecraft en Vindicación de los derechos de la mujer. Otros ilustrados, como Diderot, también cuestionaron estas ideas. El debate giró en torno al tipo de educación que debían recibir las mujeres y su papel en el ámbito público o privado.

La segunda gran etapa del feminismo fue el movimiento sufragista. Su punto de partida fue la “Declaración de Séneca Falls” (1848), en la que se exigía el derecho al voto femenino. En 1867, John Stuart Mill defendió este derecho en el Parlamento británico. Nueva Zelanda fue el primer país en concederlo (1893), seguido por Finlandia (1906), Reino Unido (1918), y Estados Unidos (1920). En España, Clara Campoamor defendió con firmeza el sufragio femenino, que se incluyó en la Constitución de 1931.

Simone de Beauvoir fue una figura clave en el feminismo del siglo XX. Fundadora del feminismo existencialista, en El segundo sexo cuestionó la feminidad como construcción social y promovió la distinción entre sexo y género. Su obra influyó en la identidad colectiva femenina y en las teorías de género actuales. Además, participó activamente en la defensa del aborto en Francia mediante el Manifiesto de las 343.

Contexto Filosófico: La Crisis de la Razón y el Ascenso de los Totalitarismos (Siglo XX)

Kant respondió a la pregunta de qué es la Ilustración: el lema de la Ilustración es»Sapere Aude«. Para los ilustrados, el libre uso de la razón supondría un avance científico, político y ético que acercaría a la utopía. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Las bombas atómicas que envolvieron las dos guerras mundiales, especialmente la segunda, y los campos de exterminio dejaron claro que la humanidad estaba más cerca de desaparecer que de la utopía. ¿Cuándo y cómo se convirtió el sueño ilustrado en la exageración del siglo XX?

En los años 30 del siglo XX, la Escuela de Fráncfort buscó una respuesta a este problema. Max Weber lo expresó así: «Buscar que la Ilustración domine a la naturaleza en el seno del progreso, tratando de mejorar la vida del hombre». En esta lógica de las relaciones de los hombres y de las cosas, se aplica la razón instrumental. En consecuencia, el hombre se convirtió en objeto, se le robó su dignidad; dicho en una sola palabra, se alienó. Por lo tanto, para los de Fráncfort, el sueño ilustrado contenía la trampa del totalitarismo.

Para Arendt, el totalitarismo es una nueva forma de gobierno que difiere sustancialmente de otras formas de gobierno como las tiranías y dictaduras, principalmente por la forma particular en que utilizan el terror. Los regímenes totalitarios se aprovechan de las masas.

El terror es la herramienta que utilizan los totalitarismos para evitar que los individuos puedan pensar y expresarse con libertad; les anula de manera progresiva sus derechos.

Los gobiernos totalitarios nunca abandonan el uso del terror, ni siquiera cuando logran sus objetivos psicológicos: su verdadero horror estriba en que reina sobre una población completamente sometida.

Ese terror halla su expresión máxima en los campos de concentración, los cuales fueron considerados por Hannah Arendt como la institución central del poder totalitario.»El totalitarismo, para realizar su ficción, pretende eliminar toda espontaneidad y toda particularidad, reducir la personalidad humana a cosa. Dos de los medios para conseguir este objetivo son el adoctrinamiento (…) y el terror absoluto de los campos de concentració».

Ámbitos de la Vita Activa: Privado, Público y Social

Espacios de Actuación

Cada una de estas actividades se desarrollan en un espacio propio: la esfera privada (producir), la esfera social (trabajar) y la esfera pública (actuar). La distinción entre las esferas pública y privada se basa en la tradición de la polis griega.

La esfera de lo privado se identifica con el hogar; dentro de esta esfera no se puede hablar ni de libertad ni de igualdad, sino de una comunidad de necesidades vitales. Dentro de esta esfera se practica la producción. La esfera privada es un espacio natural frente a la artificialidad del espacio público.

El espacio público es el espacio de la acción y del discurso, mediante los cuales nos mostramos ante los demás y los cuales confirman nuestra existencia. Lo público se refiere a un mundo compartido, creado por objetos fabricados y acciones que crean objetos no tangibles como las leyes, las instituciones o la cultura.

Este espacio creado proporciona permanencia, estabilidad y durabilidad a las acciones y los objetos. Frente a la fragilidad de la acción, el espacio público le dota de estabilidad mediante la memoria. El espacio público también contiene los intereses públicos, diferenciados de los privados.

Sin embargo, esta distinción se ha desdibujado con la aparición de otra esfera, la de lo social. Esta esfera es el producto de la aparición de las relaciones propias del mercado de cambio en una economía capitalista. Supone la entrada de la economía en el espacio público, el cual está definido por los intereses públicos, lo cual conlleva que los intereses privados adquieran un significado público.

Hannah Arendt: Eichmann en Jerusalén y la Banalidad del Mal

Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal es un libro de la filósofa Hannah Arendt, publicado en 1963. Es en esta obra donde apareció la noción «banalidad del mal».

El ensayo recoge su reportaje en torno al juicio de Otto Adolf Eichmann, criminal de guerra nazi y coronel de la SS. Eichmann fue el encargado de toda la organización logística de los transportes de los judíos a los campos de concentración. Huido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, será finalmente capturado y secuestrado por el MOSSAD -servicio de inteligencia israelí- en Buenos Aires, Argentina, en 1960. Será condenado a muerte por el tribunal y la pena se ejecutará en 1962.

Hannah Arendt será contratada por The New Yorker para informar in situ sobre el juicio. Sus artículos fueron publicados en dicho ensayo.

Los reportajes alcanzaron especial significación por un doble motivo:

  • Por la propia formulación propuesta sobre la existencia del mal.
  • Por la distinción entre no pensar y estupidez, distinción extraída de la propia actitud del acusado.

Si se analiza la personalidad de Adolf Eichmann, Arendt descubre que cualquier persona -no necesariamente malvada de por sí, no diabólica de por sí- es capaz de cualquier atrocidad, de cualquier tipo de crimen. Lo único que tiene que hacer es dejar de pensar y dejarse llevar por la obediencia debida, como el caso de Eichmann, o por cualquier otro factor. De ahí, la banalidad del mal: Eichmann, un ser banal al que la irreflexión le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo.

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