Hegel y el idealismo absoluto

1. La metafísica hegeliana
En general, pueden distinguirse tres grandes planos de la reflexión metafísica de Hegel.
En primer lugar, está el plano en el que se describe la totalidad de lo real tal como aparece; pero como aparece en y por el hombre. Este es el plano fenomenológico de la metafísica hegeliana. “La phänomenología —dice A. Kojeve— es la ‘Ciencia de las apariciones del espíritu’, es decir, de la totalidad del ser real que se revela a sí mismo por el discurso del hombre que el Ser implica”; y que, en tanto que ser real, envuelve como uno de sus momentos básicos al hombre mismo y su praxis.
Pero, en segundo lugar, a Hegel le parece que no basta con la mera descripción fenomenológica de las “apariciones del espíritu” para dar cuenta científica y concretamente de la esencia de lo real. Según él, el filósofo debe preguntarse por cuál deba ser la Realidad-objetiva que últimamente haga posible la aparición de ella misma en tanto que “fenómeno”. Como escribe Kojeve: “el Filósofo todavía se pregunta cuál debe ser la realidad objetiva (…), es decir el mundo real [natural y humano], para poder ‘aparecer’ de la misma manera como ‘parece’ efectivamente en tanto que ‘fenómeno’”. La respuesta a esta pregunta está dada por la metafísica a la cual Hegel llama “Philosophie der natur y Philosophie der Geistes»
En tercer lugar, según
Hegel, el nivel de reflexión filosófica anterior es todavía insuficiente —por no transcender hacia la mismidad del ser— para dar cuenta cabal de la esencia de la realidad. Esto no puede menos que forzar al filósofo, cree Hegel, hacia un nivel de reflexión en el que la pregunta sea por la índole del propio ser; esto es, a un nivel de reflexión de carácter ontológico.
Por primera vez en la historia de la filosofía, Kant demuestra que el objeto no es una cosa ajena al sujeto, algo externo y opuesto a éste. La función de la objetividad, según Kant, es una forma de la actividad del sujeto, y el propio sujeto no existe fuera de las cosas conocidas por él. Además, según Kant, el objeto sólo existe en las formas de la actividad subjetiva y sólo así puede ser conocido. La cosa en sí, es decir, la realidad existente fuera de cualquier relación con el sujeto cognoscente es dada al sujeto solamente en la forma de los objetos. Según el filósofo alemán, los objetos son en su esencia producto de la actividad creadora propia del sujeto.


A diferencia de Descartes y de los otros racionalistas metafísicos, Kant no comprendió el sujeto como una res cogitans, una «cosa pensante». Para él el sujeto es autoactividad, actividad interna, que sólo se puede manifestar en su actuación, en la ordenación de las sensaciones por medio de la síntesis categorial. Detrás de la tesis idealista de un mundo de objetos, creado por el sujeto, en Kant se encuentra el profundo supuesto dialéctico de la actividad del sujeto: el sujeto no percibe pasivamente el mundo de las sensaciones, que les es «dado», o los conceptos racionales terminados, sino realiza lo «dado» creativamente.
Hegel superó plenamente aquellos elementos de enajenación en la comprensión del sujeto y el objeto, los cuales se conservan todavía en la filosofía de Kant. Hegel demostró su dependencia mutua dialéctica, su enlazamiento mutuo, descubrió rigurosamente que no es posible contraponer metafísicamente realidad objetiva (en Kant, la cosa en sí) y objeto, saber empírico y saber racional, experiencia «externa» e «interna», razón teórica y práctica.
Según Hegel, sujeto y objeto son sustancialmente idénticos porque la realidad se basa en el autodesarrollo del espíritu absoluto, (en el sentido absoluto de la palabra, realidad y espíritu absoluto confluyen, según Hegel). Pero el espíritu absoluto, para Hegel, es el sujeto absoluto que se tiene a sí mismo como objeto. La fenomenología del espíritu de Hegel, se dedica a la tentativa de comprobar esta tesis.

Hegel desarrolla el punto de vista de Kant del sujeto como autoactividad. A la vez ya no entiende la autoactividad como acto estático que se realiza fuera del espacio y tiempo, sino com autodesarrollo del sujeto, el cual se manifiesta especialmente en el desarrollo de las formas de la actividad práctica y cognoscitiva de la sociedad humana. Las categorías aparecen como grados del conocimiento del mundo exterior y del espíritu absoluto por el ser humano social. Por primera vez se plantea el problema de sujeto-objeto históricamente, en el nivel de un análisis del desarrollo de la relación entre conciencia y objeto. El sujeto sólo existe en cuanto es un eterno devenir, un movimiento sin fin. El espíritu absoluto como sujeto-objeto absoluto, no existe fuera del proceso de su autodescubrimiento y autorealización. No se puede entender el resultado sin el camino que ha conducido a él, y el resultado contiene este camino conservado y superado como momento de sí mismo.

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