René Descartes y el Mecanicismo
René Descartes contribuyó de forma decisiva a expandir la imagen mecanicista. De acuerdo con esta visión, un cuerpo material solo puede interaccionar con otro mediante contacto físico, siendo el primero el causante de los cambios y movimientos provocados en el segundo (como el engranaje de un reloj).
El mecanicismo tuvo una gran influencia en ámbitos muy variados, dado que Descartes consideraba que la visión mecanicista debía extenderse a todos los campos. Como consecuencia de esta perspectiva, la explicación mágica de las enfermedades y el trabajo de astrólogos y curanderos comenzaron a desaparecer. Un éxito del pensamiento cartesiano fue el descubrimiento del médico William Harvey, quien investigó el cuerpo humano como un mecanismo y así descubrió la circulación de la sangre.
Descartes también realizó aportaciones a la física de manera más precisa que Galileo e independientemente de él, como el principio de la inercia. Su primera ley establece que toda parte de la materia continúa en un mismo estado si el encuentro con otras no la obliga a cambiarlo; es decir, si tiene un tamaño, no se modificará a no ser que otras fuerzas actúen sobre ella.
Al aplicar su concepción mecanicista al estudio del movimiento de los astros, Descartes ideó un sistema basado en remolinos que describirían las fuerzas que impulsaban los planetas. Este sistema era muy comprensible, ya que lo explicaba como si fuera un mecanismo, pero era incapaz de predecir fenómenos. Este sistema cayó en el desuso.
Isaac Newton y el Determinismo
Isaac Newton está considerado el científico más importante. Desarrolló el cálculo infinitesimal, un potente instrumento para calcular la velocidad o la aceleración instantánea. Estableció la ley de la gravitación universal y las tres leyes fundamentales del movimiento de los cuerpos: el principio de la inercia, la ley que relaciona fuerza y aceleración, y el principio de acción y reacción.
Según Newton, las leyes físicas y los fenómenos del universo ocurren en un espacio y tiempo absolutos. Para él, el tiempo transcurre para todos por igual, con independencia de la posición en la que se encuentren, y las distancias siempre miden lo mismo, sea cual sea el observador.
Los cuerpos en la naturaleza se rigen por leyes como la de la gravitación, que establece que la fuerza gravitatoria es directamente proporcional a las masas de los dos cuerpos implicados e inversamente proporcional al cuadrado de sus distancias. Esta es una fuerza que afecta a todo, lo que implicaba que en todo el universo regían las mismas leyes, por lo que la división aristotélica no tenía sentido. La ley de la gravitación se caracteriza por considerar que la naturaleza es determinista (se rige según leyes matemáticas). El determinismo tiene implicaciones sobre los siguientes aspectos:
La capacidad predictiva
Si el universo es determinista y se conocen todas las leyes, entonces es posible predecir cualquier fenómeno. Una de sus grandes manifestaciones fue cuando Halley aplicó la ley de la gravitación a la órbita de un cometa y fue capaz de predecir cuándo sería visible en la Tierra.
Simetría temporal
Aplicando las mismas leyes al pasado y al presente, se puede establecer la posición de un cuerpo o un planeta. El mundo de la física clásica es reversible y puede ir hacia adelante o hacia atrás sin que nada impida que vaya en otra dirección. Su tiempo no desempeña ningún papel relevante ni tiene una dirección concreta; hubo físicos que afirmaron que era una ilusión.
La ley de la gravitación de Newton explica cómo actúan los cuerpos bajo la influencia gravitatoria, pero no da indicios de cómo se transmite esa fuerza. Al no preocuparse por su ‘porqué’, ya no aspira a encontrar las causas, sino que se conforma con describir cómo ocurren los fenómenos.
Esta visión determinista fue compartida y defendida por Laplace, quien expresó con exactitud el ideal al que aspiraba la concepción determinista de la naturaleza.