filosofia

Share Button

La ciudad pretende el bien superior y es diferente del resto de las comunidades.

Cualquier comunidad existe con miras a algún bien que es su fin. Pero aquella que pretende el bien superior es la Ciudad – Estado (la polis de la Grecia clásica).

Algunos opinan que es lo mismo dirigir un reino que una familia, y que ese gobierno sólo se diferencia en la cantidad de gente a quien hay que ordenar: más en el reino y menos en la familia. Pero Aristóteles dice que se equivocan: regir una ciudad no es lo mismo que regir otras comunidades. Y para demostrarlo nos pide que le sigamos según su método, que consiste en dividir el compuesto (los diversos sistemas políticos) hasta sus partes más simples para luego analizarlos y ver en qué se diferencian


La ciudad es causa final: perfección.De la uníón de varias aldeas, en forma de una comunidad mayor, que se basta a sí misma, surge la Ciudad – Estado. El Estado aparece simplemente para el logro de los fines de la vida, pero sigue existiendo en razón del buen vivir, y Aristóteles recalca que el Estado se diferencia de la familia, no sólo cuantitativa sino cualitativamente. Sólo en el Estado el hombre puede vivir feliz en un sentido pleno, y como el vivir bien es el fin natural del hombre, al Estado ha de llamársele sociedad natural. La ciudad es causa final y perfección. Esto se opone a las creencias de los sofistas de que el Estado es una convencíón. Quien no puede vivir en el Estado es un animal o un Dios, puesto que vivir en sociedad pertenece a la naturaleza humana, es su finalidad.

La palabra demuestra que el hombre ha nacido para vivir en sociedad. Teoría organicista del estado. Equívoco, homónimo.

El don del habla muestra con claridad que la naturaleza destínó al hombre a la vida social, y la vida social, en su forma específicamente completa, es la vida del Estado. Este es primero que la familia y el individuo porque mientras el Estado es un todo autosuficiente, ni el individuo ni la familia lo son. Al hilo de ésto expone Aristóteles una teoría organicista del Estado semejante a la de Platón: el Estado es anterior al individuo del mismo modo que el todo es primero y anterior que la parte. Aristóteles compara al Estado con un cuerpo donde la vida de pies y manos dependen del todo. Así, cuando un cuerpo se destruye ya no podemos llamar “mano” a la mano pues lo que define a algo es su función (su causa final) y esa función viene determinada por el conjunto, en este caso, el cuerpo. Por tanto, en el caso de que el cuerpo se destruya sólo podríamos llamar a la mano “mano” de forma equívoca u homónima. Homónimas son dos cosas de naturaleza totalmente distinta tienen el mismo nombre: en el caso del cuerpo, una mano muerta y una mano viva. Del mismo modo un hombre que viva fuera del Estado tampoco puede ser llamado hombre a no ser de forma equívoca. Tal hombre será más bien una bestia o un Dios.

La justicia es el orden en la sociedad cívica y, por ello, el hombre ha de defenderla con armas pues, en caso de vivir fuera de ella, se convierte en el peor de los animales.


Es el bien o fin del hombre. Consiste en una actividad del alma (no se puede ser feliz en la pasividad) conforme a la virtud perfecta (aquella relacionada con la razón pues la razón es lo propio del ser humano) y a lo largo de una vida completa. Los seres humanos tienen facultades comunes con las plantas (nutrición) y animales (sensibilidad) pero posee otra facultad, la razón, que es propia de él. En su ejercicio está la verdadera felicidad, en la contemplación. Sólo los sabios son felices de verdad, pues el vulgo considera la felicidad el negocio, las riquezas y los honores. Pero éstos nos son fines perfectos pues si se los desea es porque conducen a la felicidad que es el auténtico fin último 

Puesto que la felicidad (o placer) es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional. Como en el alma intelectiva encontramos el entendimiento o intelecto y la voluntad, y llamamos virtud a la perfección de una disposición natural, la felicidad más humana es la que corresponde a la vida teorética o de conocimiento (por ello el hombre más feliz es el filósofo, y lo es cuando su razón se dirige al conocimiento de la realidad más perfecta, Dios), y a la vida virtuosa. Finalmente, y desde un punto de vista más realista, Aristóteles también acepta que para ser feliz es necesaria una cantidad moderada de bienes exteriores y afectos humanos. 
      En resumen, Aristóteles hace consistir la felicidad en la adquisición de la excelencia (virtud) del carácter y de las facultades intelectivas. 


Sólo adquirimos conocimiento científico de algo cuando conocemos sus causas. La Física se ocupa de establecer las causas de los seres naturales, dotados de movimiento propio. Las críticas de Aristóteles a los filósofos anteriores obedecen al hecho de que la mayoría se fijaron sólo en una causa. Por ejemplo los físicos en la causa material: Tales de Mileto en el agua, Heráclito en el fuego, AnaxíMenes en el aire y Empédocles en fuego, aire, tierra y agua. Platón habló de dos causas, la formal (las ideas) y la material, pero estableciendo un abismo entre una y otra y dejando la forma, las ideas, fuera de las cosas. Aristóteles, sin embargo, habla de cuatro causas en total: 1) causa material (carne, huesos y sangre, en el caso de un hombre); 2) causa formal (la forma humana, la esencia, physis o naturaleza humana); 3) causa motriz o eficiente (hombre y mujer producen el nacimiento de un nuevo ser) y causa final (animal social, racional, el fin hacia del desarrollo del ser humano). Coinciden causa formal (la forma hombre), eficiente (a un hombre lo engendra otro hombre) y final (la realización completa de todas las potencialidades de la forma hombre). Las tres hacen referencia a la naturaleza o physis oponiéndose a la causa material.


Todo ser tiene dos aspectos o dimensiones: “lo que ya es” (acto, por ejemplo, un árbol) y “su capacidad para llegar a ser lo que aún no es” (la potencia, por ejemplo, una semilla). El acto posee prioridad absoluta sobre la potencia. Aunque una semilla parezca cronológicamente anterior al acto, no es así: la semilla procede de un árbol en acto. El acto es el fin de la potencia, aquello hacia lo que está orientada la potencia. Aristóteles tenía una concepción finalista o teleológica de la realidad. 

Aristóteles entiende el movimiento como paso de la potencia al acto. El error de Parménides consistíó en entender el ser unívocamente, en un solo sentido: como lo-que-es-en-acto. Pero no-ser y ser-en-potencia son cosas diferentes. Del no-ser no surge nada, mientras que el-ser-en-acto siempre procede del ser-en-potencia. El error de Heráclito fue suponer que todo cambia y nada permanece. Aristóteles entiende que si esto fuese así el mundo sería ininteligible. Por ello, Aristóteles supone que existe una sustancia que subyace bajo los accidentes y que proporciona orden y estabilidad al mundo.

Potencia-acto y materia-forma son pares de conceptos análogos o paralelos. La materia está en potencia respecto a la forma; la forma es lo que actualiza la materia, la perfecciona y le confiere su ser. La forma siempre es acto. 


Aristóteles nacíó en el 384 a.C. En Estagira, una pequeña localidad macedonia situada cerca del monte Athos. Desde muy pequeño, fue instruido por su padre en los secretos de la medicina, avivando años después su pasión por la investigación experimental.
Aristóteles define la naturaleza como «la esencia de los seres que poseen en sí mismos y en cuanto tales el principio de su movimiento» y también como «el principio y causa del movimiento y de reposo en la cosa en que ella se halla, inmediatamente, por sí misma y no por accidente».


Es el tipo primordial de ser, de existir, el primer sentido y el más auténtico en el que utilizamos la palabra ser. Para Aristóteles es sustancia la cosa concreta, lo más próximo a nosotros, marcando así distancias respecto al dualismo platónico. A través del concepto de sustancia Aristóteles devuelve a la realidad material el valor que le había quitado Platón, entendiendo que es digno de estudio y atención. En el libro V de la Metafísica, Aristóteles distingue dos sentidos principales de la sustancia: “el sujeto último que ya no se predice de otra cosa”. Sería entonces la sustancia el sujeto mismo, siempre que éste sea una cosa identificable, que se pueda señalar con el dedo. En segundo lugar, es también “lo que siendo algo determinado es capaz de existencia separada” (forma). Esto dará lugar a la distinción entre sustancia primera (cosas particulares) y sustancia segunda (forma o esencia de las cosas).

Share Button

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.