Vida descendente segun nietzsche

Artista trágico


Según Nietzsche, los griegos sabían muy bien que la vida es terrible, caótica, inexplicable e irracional. Pero no por ello se entregaban al pesimismo, sino que intentan, por medio del arte, transformar el mundo y la vida. Pues bien, hay dos formas de hacerlo: una cubrir la realidad con un velo estético, creando un mundo ideal de forma y belleza (esta es La forma apolínea que tuvo su máxima expresión en las artes plásticas); la otra posibilidad es la de afirmar triunfalmente la existencia en toda su oscuridad y horror. Esta es la actitud dionisiaca y sus formas peculiares de arte son la tragedia, la música y la danza. La tragedia transforma realmente la existencia en un fenómeno estético, pero no la cubre con un velo, sino que la exhibe en una forma estética y, en consecuencia, la afirma. Así, para Nietzsche, la flor de la humanidad, estará constituida por aquellos que transforman la existencia en un fenómeno estético y capacitan a los hombres para que la vean de este modo y la afirmen. Por todo esto Nietzsche dice en el texto que el artista trágico es dionisiaco.

Causa sui


Expresión latina que, en terminología escolástica, se aplica únicamente a Dios, ser que se da la existencia a sí mismo, o que existe por razón de su misma naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro. Supone una excepción a la uni-versalidad del principio de causalidad según el cual todo lo que existe tiene una causa.

Conceptos supremos


Expresión que se refiere a las categorías racionales que los filósofos dogmáticos han utilizado para referirse a la «verdadera» realidad del mundo inteligible. Estos conceptos pretenden designar las características de ese «mundo verdadero»: ser, sustancia, unidad, identidad, causa… Pero para Nietzsche estos «conceptos supremos» no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestro recelo y cobardía ante la realidad del devenir, que no puede caracteri-zarse mediante aquellos conceptos, sino mediante intuiciones sensibles que capten adecuadamente la realidad sensible.

Creer, creencia


Nietzsche utiliza esta expresión en un sentido muy cercano al de Hume. Lo que los filósofos dogmáticos platónicos califican de verdadero conocimiento, de conocimiento más elevado por ser certezas de la razón, son realmente creencias, hábitos de la razón.

Décadence (vida descendente)


Para Nietzsche el hombre de la cultura occidental, desde Sócrates, ha defendido valores contrarios a la vida, y ha creído en un mundo objetivo, verdadero, inmutable y racional que fundamenta dichos valores. La «vida decadente» es la vida de quien cree en esos valores por encima de los valores de la tierra, del devenir, y los fundamenta en un «mundo verdadero» inventado en oposición al mundo real del devenir. Es decadente todo lo que se opone a los valores del existir instintivo y biológico.

Devenir


Término con el que se designa el proceso del ser o el ser como proceso, y que incluye todo tipo de cambio: movimiento, alteración, generación, corrupción… A partir de la filosofía griega hablar del ser como «devenir» marca la oposición a la concepción del ser como algo «estático». Se suelen considerar las filosofías de Heráclito y Parménides como representativas de una y otra posición respectivamente. La afirmación del devenir, del ser mutable, se identifica con una concepción dinámica de la realidad, única concepción que, en opinión de Nietzsche, recoge su verdadera naturaleza «histórica». Por eso en el texto leemos: «Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito». Nietzsche encuadra al resto de autores dentro de los herederos de Parménides.

Dionisiaco


Dionisiaco y apolíneo son términos introducidos por Nietzsche en “El nacimiento de la tragedia” y que hacen referencia a la concepción del mundo típica de la sociedad griega anterior a la aparición de la filosofía. Lo dionisiaco representa “el espíritu de la tierra”, la fidelidad a ésta, o los valores característicos de la vida. El dios griego Dionisos es el dios de las cosechas y el vino y un dios muy importante para el pueblo griego. Nietzsche hace una interpretación de este dios que va más allá de su significado ordinario, considerando que con esta figura mítica los griegos representaban una dimensión fundamental de la existencia y que expresaron en el arte trágico: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, excesivos, biológicos e irracionales. Esta dimensión quedó relegada en la cultura occidental con el triunfo de lo apolíneo que ponía de manifiesto los aspectos contrarios, es decir, el equilibrio, la medida, la luz, en definitiva, la racionalidad. Aunque Nietzsche explica este tema en la obra anteriormente citada, que es una obra de juventud, nunca lo abandonó, y lo podemos utilizar como metáfora de lo que más tarde llamó “voluntad de poder”.

Egipticismo


Imagen metafórica con la que Nietzsche marca la tendencia a la permanencia estática, a la intemporalidad, a la petrificación de la filosofía dogmática tradicional, es decir, su tendencia a negar el principal rasgo le la realidad: ser devenir. Usa esta imagen porque la representación humana en la escultura y pintura egipcias se caracteriza por el «hieratismo», falta de expresividad y movimiento para acentuar la solemnidad de la imagen. Con este recurso el arte egipcio deseaba plasmar la eternidad e inmortalidad del alma del difunto.

Eleatas


Originariamente, grupo de presocráticos entre los que se encuentra Jenófanes, Parménides (máximo representante), Zenón y Meliso de Samos. Su tesis central es la que tanto critica Nietzsche: una concepción estática del ser, la deducción racional de sus categorías y, por tanto, la negación de lo sensible. «Eleatas» hace referencia al lugar en torno al cual transcurre la vida de estos autores, Elea. Pero Nietzsche usa la expresión también en un sentido más amplio, calificando de «eleatas» a todos los filósofos que han aceptado esa concepción estática del ser.

Empiria


Todo lo que proviene de la experiencia sensible. Empirismo proviene de aquí.

Ens realissimum


Expresión de la filosofía escolástica que significa «ente realísimo». «Ente» hace referencia a cualquier cosa existente y, por tanto, «ente realísimo» hace referencia exclusivamente a Dios como el ser máximamente real por ser perfecto, necesario y causa de sí mismo (causa sui)
. Los demás seres, por ser creados y tener una existencia dependiente de Dios, son contingentes y, por tanto, no máximamente reales como lo es Dios. Para Nietzsche este ens realissimum ni existe ni puede existir, ya que la realidad que conocemos siempre es causada. No existe nada con las características de ese ser absoluto. Este concepto no es más que una ficción vacía.

Fetichismo (del lenguaje)


Se entiende por fetichismo algo así como idolatría, veneración excesiva y superstición. En su crítica a la cultura occidental Nietzsche encuentra que las palaras más sagradas de esta cultura tradicional (sustancia, causa, ser, unidad, permanencia, Bien, Dios…) se han convertido en verdaderos fetiches o ídolos que ocultan la historia de cómo se han formado. Al analizar su origen, Nietzsche cuenta que su aparición histórica viene dada por una actitud de resentimientohacia lo único existente, lo sensible, cuyas características son la corporeidad, lo cambiante, la multiplicidad, la muerte, la vejez, la corruptibilidad… etc., y en definitiva, el caos. Estos conceptos básicos o “entidades racionales” son ficciones que no existen en la realidad y que han sido introducidas en nuestro lenguaje por el prejuicio de la razón y el poder fascinador de ésta.

Filosofía, filósofos


Nietzsche utiliza esta expresión con un sentido peyorativo muy concreto. Se refiere a los filósofos dogmáticos que mantienen una concepción estática de la realidad. «Filósofo» es en Nietzsche sinónimo de platónico (en sentido amplio), y filosofía de «filosofía pla-tónica». Por tanto, cuando Nietzsche califica algo de filosofía o de filósofo está lanzando un ataque.

Idiosincrasia


El carácter propio, peculiaridad, características propias y distintivas que definen cualquier cosa. Nietzsche utiliza esta expresión para referirse a las características que definen a los filósofos dogmáticos, tradicionales, los «platónicos»; peculiaridades que va desgranando a lo largo de este capítulo de Crepúsculo de los ídolos.

Idolatría (idólatra)


En el ámbito religioso es el culto a los ídolos entendiendo por tales los objetos que ocupan un lugar convirtiéndolo en sagrado, y que provocan una actitud de devoción y culto. En el texto, Nietzsche hace un uso metafórico de esta expresión, aplicando este significado religioso a los conceptos supremos. Los filósofos dogmáticos adoran los conceptos forjados por la razón, porque para ellos representan la realidad «verdadera», la realidad esencial del ser en sí, que es única, eterna, inmutable y objeto del conocimiento verdadero. Pero para Nietzsche estos conceptos supremos, estos «ídolos» de la razón, son pura apariencia que ni refieren ni designan nada realmente existente; son momias con-ceptuales.

Ilusión óptico-moral


Nietzsche caracteriza el mundo inteligible de la metafísica tradicional como ilusión óptico-moral. El mundo «verdadero» de la metafísica tradicional es un mundo irreal que no existe más allá de la razón que lo inventa (por eso es una ilusión). Pero esta ilusión viene provocada porque nuestra perspectiva de lo real (nuestra óptica ontológica) viene determinada por una consideración peyorativa y pecaminosa (moral) del mundo sensible, del ser como devenir. Si el mundo real (devenir) es malo, no puede ser «verdadero». Por tanto, la razón inventa un mundo donde no se den ninguna de las características que lo hacen malo: cambio, vejez, dolor, muerte…



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