«Obra como si la máxima de acción hubiera de convertirse por tu voluntad en ley universal de la naturaleza».

Otro campo de aplicación en el que la razón opera de un modo distinto: la acción humana. Efectivamente, cuando nos enfrentamos a un problema de tipo moral: la razón práctica ha de tomar decisiones, para las cuales la razón teórica puede servir de ayuda. Kant va a seguir también los ideales ilustrados de universalidad de la razón y de la ética.

A) crítica kantiana a las éticas materiales

Kant pretende una ética universal:
Válida para cualquier ser humano y válida para cualquier circunstancia.

Si pensamos en normas éticas como los diez mandamientos. Estas normas no se ajustan a todas las situaciones porque son materiales.

Ética material son éticas que fijan un bien supremo que hay que alcanzar: como la felicidad, el placer, la obediencia a Dios… Las éticas materiales proponen por lo tanto normas o preceptos para alcanzar ese bien.

Pero Kant no está de acuerdo porque son generalizaciones a partir de la experiencia, son a posteriori, y la experiencia no nos puede proporcionar principios universales.

Por otro lado, sus principios son hipotético, si la norma es hipotética, no puede ser universal: solo es válida si se acepta la condición.

También son heterónomas: reciben desde fuera de la razón su ley.
Kant busca, por el contrario, que la razón se determine a sí misma.

B)ética formal kantiana

Si queremos una ética universal y racional, esta ética deberá ser a priori. Sus imperativos han de ser categóricos

Tiene que ser autónomay formal.

La ética formal kantiana carece de contenido porque:

  1. no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido por el ser humano.
  2. No nos dice lo que debemos hacer, sino solo cómo debemos actuar.

El valor de una acción reside en la voluntad con la que ha sido realizada.

 Según Kant, de hecho, hay tres tipos de acciones las contrarias al deberlas conformes al deberlas hechas por deber

Para él, las únicas éticamente valiosas son las terceras. Cuando realizamos una acción, esta solo tiene valor moral si la realizamos por respeto a la ley moral, y no cualquier otro fin por loable que pueda parecer.

Para Kant no importa tampoco el resultado de la acción, si el resultado de una acción que habíamos realizado con buena voluntad sale mal, esto no le resta valor moral a la acción.

 Debemos encontrar una ley que no tenga un objetivo y que sea universal. Nos quedamos con la forma de ley: la universalidad, y de ahí obtenemos el imperativo categórico. Este imperativo se presenta bajo las siguientes formulaciones:

1) «Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal»

2) «Obra como si la máxima de acción hubiera de convertirse por tu voluntad en ley universal de la naturaleza»

 3) «Obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio«.

 Ninguna de estas formulaciones contiene sólo la forma de la moralidad. Al mismo tiempo, contiene una exigencia de universalidad y necesidad, pero garantizando la autodeterminación de la voluntad, su autonomía, su libertad. La voluntad es libre, y tendrá que darse a sí misma la norma de conducta, por lo que es autónoma.

c) los postulados de la razón práctica.

Los resultados de la «Crítica de la razón pura» nos conducían a la distinción general de todos los objetos en fenómenos y noúmenos. En cuanto fenómenos todos los objetos están sometidos a las leyes de la naturaleza, que son leyes deterministas, excluyendo por lo tanto la libertad. En cuanto fenómeno, pues, el hombre no es libre. Por otra parte, la posibilidad de conocer los noúmenos, las cosas en sí mismas, quedaba rechazada en la dialéctica trascendental ante la imposibilidad de constituir la metafísica como ciencia, por lo que la posibilidad de conocer algo acerca del alma y de su libertad e inmortalidad quedaba eliminada. Pero sin la libertad de la voluntad la moral quedaría arruinada.

Por otra parte, observamos que el progreso de la virtud es lento en el mundo, y esperamos razonablemente que el hombre virtuoso pueda ser feliz; pero vemos que esto no ocurre, lo que haría de la vida del hombre un absurdo si no fuera posible que ocurriera. Por ello, aunque ninguno de los objetos de la metafísica (Dios, el alma y el mundo) puede ser objeto de demostración teórica, la razón práctica exige su existencia. El hombre ha de ser libre para poder poner en práctica la moralidad; ha de existir un alma inmortal ya que, si el hombre no puede alcanzar su fin en esta vida, ha de disponer de una vida futura como garantía de realización de la perfección moral; y ha de existir un Dios que garantice todo esto. Lo que la razón teórica no ha podido demostrar, la razón práctica lo tiene que postular. De modo que Kant se vio obligado a suprimir el saber para dejar paso a la fe.

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