Metafísica y ciencia Kant

METAFÍSICA Y CIENCIA

Kant, en la Crítica de la Razón Pura, se refiere a la metafísica natural y a la metafísica científica. La primera es la tendencia inevitable de la razón a plantear preguntas que ella no puede responder (acerca de Dios, el alma y el mundo). Aunque la naturaleza ha castigado a la razón con la tendencia a plantearse estas preguntas la experiencia misma no puede seguirnos.
Para Kant el conocimiento lo es de los fenómenos, de los objetos empíricos. Las categorías son aplicables a dichos objetos, pero las ideas de la razón no son aplicables a los objetos de la experiencia, tratan sobre objetos suprasensibles que no pueden ser dados a la experiencia posible.
La metafísica no es una ciencia porque ésta está constituida por la experiencia y la razón, las condiciones del conocimiento son tanto la materia de las impresiones como las formas a priori (lo empírico y lo puro). En el conocimiento intervienen los objetos y las formas a priori, de manera que los juicios científicos contienen razón y experiencia (la cual permite el avance del conocimiento, mientras que el carácter a priori significa que son juicios racionales en los que el predicado no se puede negar sin contradicción).
Esto se ve claramente en la revolución científica que se produjo en las matemáticas con Tales y en física con Galileo y su experiencia sobre la caída de los cuerpos (se percató de que La razón reconoce en la naturalízalo que impone a ésta).
Estos juicios a priori no se dan en metafísica pues ésta pretende basarse en un conocimiento aislado de la experiencia. La metafísica se refiere al conocimiento de los fenómenos y a la deducción de las formas a priori del entendimiento como condiciones de posibilidad del conocimiento intelectual de los objetos de la experiencia.
Kant piensa que el objeto en sí es incognoscible pues, suprimidas las formas a priori, es imposible conocer el objeto empírico.
Los conceptos del entendimiento no son falaces, son puros, vacíos, categorías cuyo origen no es empírico y que se pueden aplicar a los objetos empíricos a través de la intuición sensible.
La validez de las categorías deriva no de su origen a priori, sino de la posibilidad de conocer intelectualmente los objetos de la experiencia.


EXPERIENCIA Y CONOCIMIENTO A PRIORI

Todo nuestro conocimiento comienza en la experiencia, pero no todo él procede de ella. El conocimiento resulta de lo dado por la experiencia y lo puesto por el sujeto, de lo que precede a la experiencia y de lo que procede de ella (del conocimiento empírico y del conocimiento a priori). Lo puro no es mezclado con la experiencia (pasada ni futura). Kant dice en la introducción a la Metafísica: el que socavare los cimientos de su casa no pudo saber a priori que ésta se caería; tuvo que esperar al hecho de su caída para saberlo. Aquí se refiere a la causalidad en Hume (quien le despertó de su sueño dogmático). Éste creía que la causalidad era una regla extraída de la experiencia (y pone el ejemplo de cómo el humo sigue al fuego, y si esto ocurre una cantidad elevada de veces, pensamos que ocurrirá de manera semejante en el futuro). Pero este pensamiento, basado en la costumbre (custom) que engendra una creencia (belief) no puede justificar un conocimiento, como el científico, universal y necesario, sino solamente probabilidad.
Los juicios de la ciencia (matemática y física) son juicios sintéticos a priori: universales, necesarios, racionales, además de empíricos. La causalidad establece la conexión necesaria entre los fenómenos; ésta es una categoría, es un concepto puro del entendimiento, que se aplica a través de la intuición sensible (que presupone el espacio y el tiempo o las formas a priori de la sensibilidad) a las regularidades de las matemáticas y la física, y así, al igual que Tales se apoyó en la figura empírica del triángulo para aplicar su teorema, o Galileo recurríó a la experiencia para corroborar sus leyes de caída de los cuerpos, las leyes científicas no proceden únicamente del conocimiento empírico ni absolutamente de la razón, sino que después de haber observado en la experiencia, es la razón la que aplica la causalidad y hace del juicio una ley científica. Aquí es donde Kant se separa de Hume. Decimos que el conocimiento intelectual es discursivo ya que lo intuido no puede ser pensado (los conceptos son vacíos sin intuiciones y las intuiciones ciegas sin conceptos).
En cuanto a la experiencia, decimos que es lo empírico, ya que los conceptos del entendimiento son vacíos sin los datos de la experiencia (a las formas a priori hay que aplicar los datos del conocimiento empírico). Pero de la misma manera, este conocimiento empírico está basado en las condiciones trascendentales, a priori, que posibilitan el conocimiento de los objetos empíricos. Kant diferencia así el pensar y el conocer, pues puedo pensar todo cuanto quiera siempre que no me contradiga, mientras que el conocimiento debe resultar de lo puesto por lo empírico y por las formas a priori.
Al imponer las condiciones trascendentales a los objetos empíricos tenemos los fenómenos, que es lo cognoscible. Puedo conocer el fenómeno pero no la cosa en sí (el noúmeno).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *